Capítulo 8: Charlas incómodas.
—Claro que no.
—Si. —Vera insistió cruzando sus brazos sobre la mesa.
—Si deberían. —Alvaro sirvió las taza de café en frente a cada uno junto a un bocadillo, luciendo un delantal que decía: “se aceptan propinas en dólar o en beso”
—¿Por qué? —Insisto el chico con fastidio
—Porque deben saber si ambos están buscando lo mismo. Puede que ella solo busque un romance y tú la veas como una buena amiga y viceversa. —Vero golpeó suavemente la cabeza de su hermano con un lápiz. — Deben aclarar cuál es su expectativa en esta relación y así evitarán confusiones a futuros o malos entendidos.
Cael cogió uno de los cojines del sofá y se tapó la cara ahogando un grito frustrado.
El departamento donde arrendaban Vera y su novio contaba con tres habitaciones y dos baños, adecuado para que Cael pasará sus temporadas de estudios o investigación más cerca de la universidad. Ya había tenido una conversación larga con su madre pero ahora su hermana y cuñado le habían dado un plan de acción.
Atrapado en el living-comedor se encontraban frente a una pequeña mesa alrededor de los sillones del área.
Debían hablar de sentimientos.
—No te estamos diciendo que hablen de matrimonio ni nada de eso. —Aclaro Álvaro colocando una caja de galletas en la mesa. — Pero es mejor que vean que quiere cada uno, no sería justo que ella esté esperando una relación a futuro y tú solo veas a una muy buena amiga en ella, o que ella vea solo una amistad y tú veas que estés teniendo sentimientos.
—Mientras más claro tengan eso, será menos complicado lo que siga. —Vera se acomodo en el sillón y comenzó a jugar con su taza.— Si ambos solo buscan una amistad puede sacar de la ecuación los sentimientos y no están obligados a ocupar de su energía en eso, pero si alguno de los dos ven que algo podría ser más serio deben estar de acuerdo y así colocar las expectativas de cada uno sobre la mesa.
—Para ser químicos establecieron bastantes estándares en esta reacción. —Se burló Cael dejando la almohada de lado.
—El amor es muchas cosas pero para evitar dañar a otros hay que hacer consciente la reacción. —Admitió Vera. — La reacción química es inevitable, pero las expectativas son las que lastiman a los demás y a uno mismo.
Cael tuvo que aceptar.
La relación de ellos había iniciado en su primera cita, se conocieron por un proyecto en común y al finalizar tuvieron su primera cita donde como cierre aclararon sus intenciones. Aunque no fue la única y mucho menos la más larga charla que tuvieron esa marcó el inicio de su relación donde ambos establecieron sus expectativas y sus fallas.
Dado el tiempo que llevaban juntos y su compromiso mutuo de casarse en un futuro cercano, la alternativa le parecía razonable.
—¿Qué me recomiendan? —Preguntó finalmente.
—Primero piensa en lo que sientes por ella y luego que esperas a futuro. Tu ideal. —Vera bebió del té antes de mirar a su hermano.— Cuando sepas que sientes por ella debes considerar que ella hace algo mismo y si no llegan a un acuerdo no insistas.
—Y el: “nadie me quiere no sirve”. —Advirtió Álvaro.
Cael solo chasqueo la lengua molesto, por eso odiaba las relaciones humanas.
**
Esa noche, el departamento estaba en silencio.
Vera y Álvaro habían salido a una cena con amigos, dejándole el espacio y el tiempo para enfrentar lo inevitable. Cael encendió su lámpara de escritorio, se preparó una taza de té verde y abrió el archivo que había titulado días atrás:
“Bitácora emocional: protocolos de acercamiento a Olivia.”
Escribió:
Día 3.
Las charlas incómodas son como agujeros negros: nadie quiere acercarse, pero todo termina cayendo ahí tarde o temprano.
Hoy Vera y Álvaro me lanzaron de cabeza a uno. Tienen razón, claro. Si no somos claros ahora, podríamos terminar lastimándonos más adelante. Lo que temo no es lo que Olivia dirá… es lo que no quiero escuchar.
Así que empecemos con lo básico:
¿Qué siento por ella?
¿Me gusta.?
✓ Me gusta cómo ríe sin disculparse.
✓ Me gusta que entienda mis pausas.
✓ Me gusta que me saque de mis hiperfocos sin que me sienta invadido.
✓ Me gusta pensar en ella cuando algo interesante pasa y desear contárselo.
¿Eso es amor?
✓ Tal vez.
¿Estoy listo para algo formal?
✓ No lo sé.
Pero sé que no quiero alejarme.
Y si ella quiere algo distinto, debo respetarlo. Porque si algo he aprendido es que no se puede forzar la sincronía de las órbitas.
Cerró el archivo, pero el cosquilleo en el estómago no desapareció. Se preparó como si fuera a una entrevista de trabajo: repasó posibles escenarios, pensó en palabras suaves, claras, pensó en escuchar —realmente escuchar— y no solo preparar su respuesta.
**
La cita no era una cita formal. Olivia le había propuesto ir a una librería-cafetería que abría hasta tarde los fines de semana. Un lugar donde la ciencia, la literatura y el café convivían en una danza perfecta.
Cael llegó diez minutos antes. Leyó los títulos en las mesas como si fueran oráculos:
"Colisiones cósmicas"
"Amar o dejar ir"
"El lenguaje de los vínculos"
Suspiró.
Cuando Olivia llegó, llevaba una bufanda roja y el cabello le caía suelto sobre los hombros. Se sentó frente a él y pidió un moka con extra de canela. Cael pidió lo mismo, como si fuera una insignia compartida.
—Te ves nervioso —Observó ella con una sonrisa suave.
—Es porque lo estoy. —Cael no iba a empezar con rodeos, no esta vez. Bebió un sorbo de café, luego dejó la taza con cuidado. — Quería hablar contigo de algo… incómodo.
—¿Te volviste fan de la piña en la pizza? —Bromeó Olivia, aunque su mirada ya estaba alerta.
Él sonrió, pero no tomó la vía de escape.
—Quiero ser honesto contigo. Últimamente he pensado mucho en lo que somos, en lo que siento por ti. Y antes de que esto avance más… o se confunda más, necesito saber si estamos buscando lo mismo.