Capítulo 9: Desde la otra orilla.
Callie siempre había pensado que no era “la mala”, solo alguien que se cansó de esperar algo que nunca llegó.
Que ella solo había tomado lo que se merecía, lo que no recibía de su pareja.
Cael era... especial, eso no se lo podía negar y fue lo que había generado que se enfocara en él. Brillante, enfocado, silencioso. Como una estrella lejana: podías verla, admirarla incluso, pero jamás tocarla realmente.
Y al principio, eso tenía cierto encanto.
Lo admiraba y era algo que nunca negaría, eso había hecho que el amor fuera suficiente. Al menos por un tiempo.
Cómo se concentraba en sus proyectos, cómo hablaba de teorías con esa pasión contenida. Pero el tiempo pasaba, y lo que al inicio parecía profundidad, se volvió distancia.
Podía pasar horas sin escribir, sin responder, sin notar si estaba triste o contenta. Lo atribuía a su personalidad, a que estaba "en su mundo". Nadie podría negar que ella se había esforzado por entenderlo, de verdad. Leía artículos, hablaba con Vera, hasta fui a un taller sobre neurodivergencia emocional. Pero aún así, me sentía invisible.
Cuando conoció a alguien más —alguien que le hacía sentir vista, escuchada, deseada— tomó la decisión. No fue planeado, fue más como... inevitable, al menos para ella. Cómo respirar cuando te ahogas. ¿Eso la hacía una mala persona? Puede ser. Pero en ese momento, se sintió como supervivencia.
Aunque las palabras de Vera la habían hecho plantearse esa posición, quién sin odio ni cercanía solo dijo:
—Ser honesta no costaba nada. Era decir las cosas en el momento y no esperar a que todo explotará en sus caras.
Nunca se lo dijo de frente, como ella se sentía, lo que le faltaba, su soledad. Lo supo, claro. Él no era tonto. Solo eligió no hablar de ello, no gritó, no pidió explicación. Solo... se fue.
Y fue como si nunca se conocieran, antes de darse cuenta todo lo que alguna vez los unió desapareció, dejándola con sus recuerdos, sus culpas y sin un cierre. Como si la culpa se pudiera repartir entre dos y ella cargara con todo el peso.
Había soltado su mano y seguido su camino, pero ella no podía soltar su pasado.
Era molesto.
Pero lo más molesto de todo no fue cómo terminó, sino lo que vino después.
**
Lo supó por redes sociales.
Primero una historia con un libro, luego un café, una bufanda roja. Y después, Vera subiendo una foto en grupo cerca de un acuario con la leyenda:
"Cuando el universo dice: cita o clase didáctica. Esto hizo feliz a nuestro ñoños interior"
Y en la foto Cael se encontraba sonriendo y enfocado en la chica a su lado, quién hacía una morisqueta a la cámara.
Esa fue la estocada.
¿En serio? ¿Ahora sonreía? ¿Ahora salía a librerías y tomaba mokas con extra de canela?
Ella había rogado por cosas así, en su mente, había imaginado más de una vez viviendo cosas interesantes con él. Por momentos compartidos, por citas espontáneas. Él siempre decía que no le gustaban los lugares ruidosos, que prefería quedarse en casa, que salir le drenaba.
¿Y ahora tenía energía para alguien más?
¿Cuál era la diferencia?
¿Por qué con ella si?
Al principio se había convencido de que era una amistad entre un chico y una chica. Cael nunca fue el tipo de chico que “sustituye” rápido. Pero luego, otra historia. Esta vez, con ella tomando su mano por encima de un libro de Carl Sagan.
Y su sonrisa.
Esa maldita sonrisa.
Esa que llegaba hasta sus ojos y hacía que sus ojos brillarán de emoción.
Quiso dejar el tema de lado, ella había seguido con su vida, salía con sus amigas, tenía citas emocionantes, se sentía de nuevo la protagonista pero su mente no dejaba de volver a las publicaciones de esa parte de su vida.
¿Ella sabrá lo que es estar con él?
¿Sabrán las horas en las que no responde, los silencios incómodos, las miradas perdidas que te hacen sentir un fantasma en tu propia relación?
¿Vera le habrá advertido?
¿O solo ve lo que quiere ver?
Ella se esforzó.
Lo intento.
No lo obligaba a ir a la disco a su lado, no le pedía que le comprara las cosas que deseaba, no le insistía que la acompañará al gimnasio.
Pero nadie contaba esa parte de la historia. Solo veían el engaño, que lo había herido. Como si él hubiera sido un santo. Como si estar con alguien ausente no fuera también una forma de soledad.
Y sin embargo… cuando los veía juntos, hay algo que le aprieta el pecho.
No eran celos —aunque también— sino una rabia muda.
¿Por qué con ella sí?
¿Por qué ahora sí puede mostrar atención, afecto, intención?
¿Será que a ella no la había amado tanto?
¿O era que simplemente, no era capaz... hasta ahora?
Se había encontrado en el tiempo incorrecto o ella no era la persona correcta.
**
Verá estaba terminando de guardar las cosas para irse a dormir cuando su móvil brilló por un mensaje. Secando sus manos cogió el móvil sorprendida del remitente del mensaje.
Pero no sé detuvo, los mensajes continuaron, uno tras otro iluminando su pantalla. Ahogando un suspiro se sentó en la mesa y leyó el mensaje de Callie:
Me debatí entre escribir esto pero necesito sacar estás dudas. Quería escribirle a él. A tí. A ambos. A su nueva novia.
Pensé en advertirles, decir algo como: “Sólo tengan cuidado, Cael puede parecer encantador, pero tiene un lado que agota”.
Pero me quedé callada. Porque parte de mí no quiere que lo odien, no realmente.
Y otra parte…
Otra parte espera que fracase.
Que ella se canse. Que descubra que no es tan fácil como parece.
Que un día, también ella se sienta sola en medio de su compañía.
Pero hay una parte más silenciosa —más honesta, tal vez— que piensa:
Ojalá esta vez funcione.
Y eso es lo peor.
Porque si funciona con ella, entonces yo era el problema desde el inicio.