Constelaciones en sus ojos.

Capítulo 15

Parte 2 

 

—Te amo.

Pero el no dijo nada de vuelta.

El silencio se apoderó del momento, y la incertidumbre flotó en el aire como una sombra. Espere, buscando en los ojos de Kyo alguna señal, algún indicio de lo que escondía tras esos ojos de estrella.

Sus ojos reflejaban una mezcla de emociones. Mientras que yo esperaba ansiosa su respuesta, sintiendo que cada segundo se alargaba como una eternidad.

Finalmente, Kyo rompió el silencio.

Pero solo fue con un suspiro, y se marcho.

Una sensación agridulce me envolvió. Aunque no obtuve la respuesta que esperaba. Sabía que el amor a veces requería paciencia y comprensión.

El sonido suave de las olas me acompañaba en el silencio que Kyo dejó con su partida.

Marcus se acerco. Nos miraron con una comprensión tacita, compartiendo un lazo que iba más allá de las palabras. Mientras enfrentábamos la incertidumbre, también sabiendo que el tiempo podía ser un aliado en la comprensión de nuestros propios sentimientos.

El sol comenzaba a descender en el horizonte, pintando el cielo con tonos cálidos mientras me perdía en el paisaje marino. Las olas continuaban su danza constante, recordándonos la naturaleza inmutable de la vida. Y de pronto cuando el sol ya no estaba una gota cayo sobre mi mejilla.

—¿Por que tuvo que hacer que lo deseara tanto?— pregunte mirando a Marcus, me había roto— ¿Por que tuvo que hacer que lo amara?, le dije te amo y no respondió, ¿por que tuvo que clavarme la daga mas profunda con lo que paso anoche?, ¿por que tuvo que dejarme ahí sangrando?.

—Ven.

Marcus se apiadó de mi y me sostuvo en la penumbra en la que me sentía. Ambos caminamos a casa, donde al llegar subí las escaleras y me resguarde en mi habitación.

Las luces tenues de la habitación se reflejaban en las lágrimas que amenazaban con escapar de mis ojos mientras mis dedos se deslizaban por la parte delantera de mi tabla. La melodía de "Say Don't Go" de Taylor Swift llenaba la habitación, envolviéndome en una tristeza palpable. Era como si cada acorde resonara con los ecos de nuestra relación, como si la canción fuera escrita para narrar nuestra historia.

Recordé las noches interminables de risas compartidas y los días en los que el amor florecía como un jardín en primavera. Pero algo había cambiado en el aire, y la melodía que antes era armoniosa ahora se había vuelto discordante. Mi corazón latía al ritmo de la canción, temiendo el momento inevitable en el que nuestras notas se separarían.

"Say don't go, say it's all pretend", canté con la voz entrecortada, dejando que las palabras fluyeran con la misma melancolía que inundaba mi interior. Cada palabra resonaba como un susurro de mi propio corazón, rogando por una negación que posiblemente nunca llegaría.

Las sombras de la habitación parecían bailar al compás de la música, proyectando figuras fantasmagóricas en las paredes que recordaban los momentos más felices y los instantes de complicidad compartida. La melodía se elevaba y caía como olas, reflejando el flujo y reflujo de nuestras emociones.

Mi teléfono parpadeó en la mesa cercana, pero resistí la tentación de contestar. No podía permitir que las palabras de la canción fueran interrumpidas por una conversación que sabía que solo traería más dolor. Seguí observando aquella tabla que me había regalado, permitiendo que esta se convirtiera en mi confidente, expresando lo que las palabras no podían.

Otra vez la lluvia golpeaba la ventana, agregando un ritmo melancólico a la canción. "Say don't go", repetí una vez más, como un mantra que esperaba tener el poder de cambiar la realidad. Pero las palabras seguían fluyendo, crueles recordatorios de que algunas despedidas eran inevitables.

La última nota resonó en la habitación, dejando un silencio tenso a su paso. Miré hacia la ventana, donde las lágrimas de la lluvia se unían a las mías en un baile melancólico. En ese momento, la habitación estaba llena de un pesar que solo la música podía comprender.

Estaba tirada en mitad de mi habitación, era un desastre, yo y mi vida. 

Tengo 18 años recién cumplidos, tengo un padre muerto, una madre narcisista con complejo de victima, y un amor perdido. ¿Qué mas puedo esperar ahora?, prácticamente soy una adulta.

La noche estaba envuelta en la oscuridad, solo iluminada por las débiles luces de la calle y la lluvia que caía sin piedad. Mi corazón latía con fuerza mientras caminaba hacia el parque donde sabía que él estaría. Las palabras que me había dicho resonaban en mi mente como un eco persistente: "Te odio".

La lluvia empapaba mi ropa y mi cabello, pero no podía permitir que eso me detuviera. Necesitaba respuestas, necesitaba entender por qué esas palabras habían salido de sus labios. Mis pasos eran determinados, pero mi corazón temblaba con la incertidumbre.

Cuando lo vi bajo la tenue luz de la farola, mi garganta se apretó. Estaba de pie, solo, con la mirada perdida en la distancia. Me acerqué lentamente, mis zapatos chapoteando en los charcos formados por la lluvia persistente.

Él levantó la mirada cuando me acerqué, sus ojos mostraban sorpresa y, tal vez, un atisbo de remordimiento. 

—¿Por qué dijiste eso?—pregunté, mi voz temblorosa pero firme.



#10792 en Novela romántica

En el texto hay: verano, romance, surf

Editado: 07.02.2024

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