Noche solitaria, donde no sueñan las hadas.
¿Has oído el llanto de mi almohada?
Estoy pensando en estrellas que guardan
estelas de recuerdos de agujeros negros
donde todo se tragan y arrastran
hasta convertirlo en restos
de atracciones muertas
que no fueron más que restas,
porque camuflé la esperanza con mentiras a medias,
dibujando castillos en planetas con banderas.
Pensé que podría colarme en tal gravedad,
pero me estrellé contra el asfalto llamado soledad.
Noche, dime, ¿qué hice mal?
¿Por qué siempre soy un “quizá”?
Pronto mi fuego se va apagar
y la mecha, que me enciende, se irá
con el resplandor de un sol que la llama más.
“Eres todo lo que quise”, le dije mientras miraba el alba.
“Eres todo cuanto me daña”, le dije mientras me mataba.
Tan solo fuimos supernovas suspendidas
en cielos con medidas.