Construcciones Paralelas - Libro I - Obsidian Heights

Arco I: La Sombra en la Niebla | Tuerca I: El Nacimiento de un Vigilante

Scarlet Mist era un nombre que aún se susurraba con escepticismo en las calles de Obsidian Heights. Apenas unos meses desde su primera aparición, su figura ya comenzaba a perfilarse como un eco inquietante entre los callejones y las sombras de la ciudad. Pero para Aiden Falken, el hombre tras la máscara, este camino apenas comenzaba.

Aiden había diseñado su servoarmadura con las limitaciones de un inventor autodidacta. Cada componente, desde los engranajes impulsados por vapor hasta el exoesqueleto flexible, era el resultado de años de trabajo clandestino en un taller oculto en el Ala Umbra. Sin embargo, lo que distinguía a Scarlet Mist no era solo su tecnología rudimentaria, sino la capa escarlata que ondeaba tras él, una declaración de intención y desafío.

Aiden era un hombre marcado por un pasado lleno de contradicciones. Nacido en el Ala Aether, había crecido rodeado de ideas y oportunidades. Su madre, una profesora de historia, le inculcó un profundo amor por el conocimiento, mientras que su padre, un ingeniero visionario, le enseñó a cuestionar las injusticias del sistema. Sin embargo, el trágico accidente que los arrebató de su vida dejó en él una herida imborrable.

La pérdida temprana de sus padres fue el catalizador que lo llevó al Ala de Carbón, donde descubrió de primera mano las penurias de la clase trabajadora. Fue allí donde Aiden entendió que las promesas de progreso de Obsidian Heights eran, en su mayoría, un espejismo. Su ingenio y determinación lo ayudaron a ganarse un lugar como mecánico, pero también despertaron en él una furia contenida contra las desigualdades que veía a diario.

La idea de Scarlet Mist nació de esa furia. No fue una decisión repentina, sino el resultado de años de acumulación de frustraciones y sueños de cambio. Aiden sabía que no podía arreglar el sistema desde dentro; las instituciones estaban podridas hasta el núcleo. Así que decidió actuar desde las sombras, convirtiéndose en un símbolo de resistencia.

Pero Aiden también era profundamente humano, y eso lo hacía vulnerable. Aunque era inteligente y resiliente, su impulsividad a menudo lo llevaba a cometer errores. Se exigía demasiado, creyendo que podía cargar con los problemas de toda una ciudad. Este rasgo, combinado con su inclinación a trabajar solo, lo aislaba de aquellos que podrían haber sido sus aliados.

Además, el miedo lo acompañaba constantemente. No solo temía por su vida, sino también por el impacto de sus acciones. ¿Y si fallaba? ¿Y si sus intervenciones solo empeoraban las cosas? Cada noche que salía como Scarlet Mist era una batalla no solo contra el crimen, sino contra sus propias inseguridades.

A pesar de sus defectos, Aiden tenía virtudes que lo hacían admirable. Era empático, algo poco común en una ciudad como Obsidian Heights. Nunca perdió de vista a las personas por las que luchaba, desde los niños jugando en los callejones del Ala Solace hasta los ancianos que intentaban sobrevivir con lo poco que tenían en el Ala Lumen. Esa conexión con la gente era lo que lo impulsaba a seguir adelante, incluso en los momentos más oscuros.

En la tercera semana de octubre, una noche densa y sin luna cubría el Ala Umbra. Scarlet Mist se encontraba apostado en la cornisa de un edificio en ruinas, observando una transacción ilícita que se desarrollaba bajo la tenue luz de las farolas de gas. Cuatro hombres descargaban cajas desde un carromato marcado con el emblema del Filo de Ébano, una de las facciones más peligrosas de la ciudad. Dentro de esas cajas, según su investigación, se encontraban rifles de asalto manufacturados en el Ala Nexus, destinados al mercado negro.

Aiden respiró hondo, ajustando los mecanismos de su armadura. Sabía que cada intervención no solo era un acto de justicia, sino una prueba de su capacidad para mantenerse en pie frente a un sistema corrupto. Con un salto calculado, descendió al suelo, cayendo entre las sombras como una figura espectral. Sus botas amortiguaron el impacto, y el zumbido de los engranajes apenas se percibió.

El primero en caer fue el conductor del carromato, quien no tuvo tiempo de gritar antes de ser reducido con un golpe preciso en la base del cuello. Los otros reaccionaron torpemente, desenfundando armas mientras buscaban al atacante invisible. Scarlet Mist se movía rápido, su capa creando destellos rojos en el aire mientras esquivaba disparos y neutralizaba a los adversarios con una combinación de fuerza amplificada y estrategia quirúrgica.

Cuando el último hombre cayó, Aiden inspeccionó las cajas. Confirmó sus sospechas: armas de grado militar destinadas a alimentar el caos en las alas bajas. Sabía que destruirlas allí no sería suficiente; necesitaba un mensaje. Con un silbido agudo, activó un pequeño dron que había ensamblado semanas atrás. El dispositivo, cargado con un explosivo de baja intensidad, aseguró que las armas fueran reducidas a piezas irreconocibles.

Mientras las llamas iluminaban la escena, Scarlet Mist se retiró al anonimato, dejando tras de sí un rastro de desconcierto y temor. Esa noche sería recordada como el inicio de una campaña de justicia que resonaría en todos los rincones de Obsidian Heights.

En los días siguientes, los rumores se esparcieron como pólvora. ¿Quién era esa figura envuelta en misterio? ¿Un justiciero o un insensato dispuesto a desestabilizar un sistema que, aunque roto, sostenía el frágil equilibrio de la ciudad? Para Aiden, estas preguntas no tenían importancia. Su misión era clara: ser la sombra que devuelve la esperanza, incluso si para ello debía convertirse en el enemigo de muchos.

Obsidian Heights había recibido su primera advertencia, y Scarlet Mist había marcado el inicio de una nueva era.




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