El sonido de las botas resonaba en la cámara subterránea del Ala Umbra mientras Viktor Drell caminaba hacia el centro de la sala. Alaric Thorn, líder de El Filo del Ébano, esperaba bajo la tenue luz de un candelabro de hierro que proyectaba sombras inquietantes en las paredes. Thorn, con su porte imponente y mirada de acero, no necesitaba alzar la voz para imponer autoridad.
—Drell, nuestras operaciones no pueden permitirse otro fracaso —dijo Thorn, con un tono tan cortante como una cuchilla. —Cada paso en falso fortalece a nuestros enemigos y debilita nuestra causa. Si Scarlet Mist vuelve a frustrarnos, las consecuencias para ti serán irreversibles.
Drell asintió, aunque la rabia burbujeaba bajo su exterior controlado. —No volverá a escapar. Esta vez, me aseguraré de que pague por su interferencia.
Thorn se inclinó ligeramente hacia adelante, sus ojos perforando a Drell. —No es solo un hombre al que te enfrentas. Es una idea, y las ideas son difíciles de matar. Si fallas, no tendré más remedio que actuar en consecuencia. Recuerda eso.
Con esas palabras resonando en su mente, Drell dejó la sala, su determinación endurecida por la amenaza implícita. Reunió a su equipo de mercenarios en una instalación secreta del Ala Helix, detallando un plan meticuloso para capturar a Scarlet Mist. Esta vez, no habría margen para errores.
En las calles oscuras del Ala Nexus, Scarlet Mist se movía con cautela. Había recibido información sobre un transporte clave de componentes destinados a los Centinelas de Obsidiana, y planeaba interceptarlo. Sin embargo, algo en la tranquilidad inusual del ambiente le puso en alerta. Había aprendido a reconocer cuando una trampa estaba tendida.
El primer disparo rompió el silencio, impactando contra una pared cercana. Scarlet Mist rodó hacia una cobertura improvisada mientras el sonido de pasos se acercaba. Drell emergió de las sombras, su arma apuntando directamente hacia él.
—Finalmente te tengo, ‘héroe’ —dijo Drell con un tono cargado de desprecio. —Eres un problema que estoy ansioso por eliminar.
—Y yo pensé que eras un soldado con principios —respondió Scarlet Mist, su voz cargada de desdén tras la máscara. —Pero mírate ahora, obedeciendo a un hombre que no dudará en descartarte.
El intercambio verbal fue breve, pues los hombres de Drell abrieron fuego. Scarlet Mist activó un dispositivo de distracción, llenando el área de humo y lanzando pequeños pulsos electromagnéticos que inutilizaron temporalmente las armas cercanas. La pelea se tornó física cuando Drell, con un rugido de furia, cargó contra Scarlet.
Los golpes resonaron en el callejón mientras ambos luchaban. Scarlet Mist, con su agilidad y conocimiento técnico, logró contrarrestar varios ataques brutales de Drell. Pero la fuerza implacable del mercenario comenzaba a inclinar la balanza.
—¿Qué es lo que realmente buscas, Drell? —preguntó Scarlet mientras esquivaba un golpe. —¿Dinero? ¿Poder? Porque claramente no es justicia.
Drell lo atacó con un cuchillo, sus movimientos llenos de rabia. —Tú no entiendes nada. Hago lo necesario para sobrevivir en este maldito sistema. Y tú, con tus ideales vacíos, no eres más que una molestia.
En un movimiento calculado, Scarlet Mist utilizó una de las paredes cercanas para impulsarse y conectar una patada que desarmó a Drell. Aprovechando el momento, lanzó una bengala al aire, alertando a los habitantes cercanos y obligando a Drell a retroceder.
—Esta no es la última vez que nos veremos, Scarlet Mist —gruñó Drell mientras se retiraba con sus hombres. —La próxima vez, no serás tan afortunado.
Scarlet, aunque visiblemente agotado, permaneció firme mientras el eco de las botas de Drell se desvanecía. Había logrado escapar una vez más, pero no sin costo. La ferocidad y obsesión de Drell eran palpables, y Scarlet sabía que esto solo había fortalecido el odio personal del mercenario hacia él.
En su guarida, Drell se sentó frente a un mapa de Obsidian Heights, sus manos apretadas en puños. La humillación y el fracaso lo consumían, pero también alimentaban una resolución oscura. Scarlet Mist no solo era un enemigo; ahora era una obsesión.
Mientras tanto, Scarlet Mist regresaba al Taller Escarlata, sus movimientos lentos y cargados por el enfrentamiento y la servoarmadura mostraba signos de daños. Sabía que la amenaza de Drell había escalado, y que el camino hacia la justicia en Obsidian Heights se tornaba cada vez más peligroso.
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Editado: 21.12.2024