Construcciones Paralelas - Libro I - Obsidian Heights

Arco III: Cenizas del Ducado | Tuerca I: Cimientos Fracturados

La gran sala del Consejo de Lores estaba llena de tensión. Los ventanales del ala Zenith, normalmente un símbolo de la transparencia del Ducado, parecían opacos bajo la luz gris del día. A lo lejos, se vislumbraban los daños ocasionados durante la presentación de los Centinelas de Obsidiana.

Alrededor de la mesa ovalada, los lores discutían con una intensidad que rara vez se veía. En el centro de la atención estaba Lady Seraphine Lorne, quien, con una presencia dominante, marcaba el ritmo del debate.

—Los ciudadanos necesitan orden, no excusas —declaró Seraphine, sus ojos recorriendo a cada miembro presente. —Las protestas son un virus que debemos erradicar antes de que infecten a todo Obsidian Heights. Los Centinelas de Obsidiana deben ser desplegados con plena autoridad.

Caelan Rivault, sentado al otro extremo de la mesa, entrelazó las manos con calma antes de responder.

—Orden no es lo mismo que represión, Lady Seraphine. Si actuamos con mano dura, podríamos provocar una rebelión, no prevenirla.

—¿Y qué propone usted, Lord Rivault? ¿Que nos sentemos a esperar mientras Scarlet Mist y sus imitadores desestabilizan la ciudad? —replicó Seraphine, su tono cargado de sarcasmo. —La indecisión es un lujo que no podemos permitirnos.

Caelan mantuvo la compostura, aunque su ceño ligeramente fruncido revelaba su descontento.

—Propongo que escuchemos a los ciudadanos. Que entendamos por qué protestan. Quizás así podamos prevenir una crisis antes de que sea demasiado tarde.

La sala explotó en murmullos y comentarios cruzados. Seraphine, alzando la voz, llamó al orden. Aunque su postura parecía inquebrantable, los primeros signos de impaciencia se asomaban en su rostro.

En el Taller Escarlata, oculto entre los callejones del Ala Nexus, Scarlet Mist trabajaba en silencio. La luz del ocaso iluminaba las herramientas y componentes dispersos sobre la mesa, mientras él ajustaba los últimos detalles en su servoarmadura. Las heridas del enfrentamiento en Zenith habían cicatrizado, pero la sensación de fracaso aún pesaba sobre él.

Se inclinó sobre un panel que controlaba las nuevas mejoras. Había rediseñado los sistemas de movilidad, sacrificando algo de resistencia por velocidad. Sus dedos se movían con práctica precisión, pero su mente estaba lejos de los circuitos.

—No es suficiente —murmuró, ajustando una articulación mecánica. Las palabras resonaron en el espacio vacío, un eco de su propio juicio.

Un mapa de Obsidian Heights, marcado con notas y rutas, descansaba en la pared cercana. Scarlet Mist lo miró brevemente, su mente evaluando las consecuencias de cada movimiento fallido. Había dañado la confianza del pueblo tanto como la había ganado. Y ahora, el enemigo estaba mejor preparado.

Dahlia Fogel, en su pequeño apartamento en el Ala Lumen, revisaba los comentarios de su último artículo publicado en La Voz del Vapor. Había escrito con una valentía que rozaba la imprudencia, señalando directamente a la falta de transparencia del Ducado en el manejo de los Centinelas y las protestas.

—Valiente, pero estúpida —murmuró para sí misma mientras leía un mensaje anónimo en su bandeja de entrada: "Sabemos dónde vives. Si quieres seguir escribiendo, ten cuidado."

El miedo intentó abrirse paso en su pecho, pero Dahlia lo apartó. Comenzó a escribir un mensaje para su próximo artículo.

—Quieren callarnos, pero no vamos a dejar que lo logren. Cada amenaza es una prueba de que estamos haciendo lo correcto.

Mientras hablaba, la voz de Gregor Stannard, su editor herido en el atentado, resonaba en su mente: "La verdad tiene un precio, Dahlia. Asegúrate de que valga la pena." La determinación brillaba en sus ojos mientras enviaba el borrador a los editores temporales del periódico.

El Consejo de Lores finalizó la sesión sin una resolución clara, pero Seraphine ya había comenzado a mover sus piezas. En las sombras, Scarlet Mist afinaba sus herramientas para la próxima batalla, mientras Dahlia preparaba su próxima ofensiva mediática. Cada uno, en su propio camino, tejía las redes de un conflicto que no tardaría en consumir a todo Obsidian Heights.




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