En una noche cargada de tensión, Lord Alistair Vaughn se sentó frente a Dahlia Fogel en un reservado oscuro de una taberna del Ala Lumen. La luz tenue de una lámpara oscilante proyectaba sombras caprichosas sobre sus rostros, y el murmullo de conversaciones cercanas se mezclaba con el aroma del tabaco y el licor barato. Vaughn, con su habitual compostura imperturbable, dejó una carpeta sobre la mesa.
—Este hombre puede ser la clave para desentrañar los nexos entre Alaric Thorn y Lady Seraphine —dijo Vaughn mientras deslizaba la carpeta hacia Dahlia.
Ella tomó el documento con curiosidad, hojeando rápidamente las páginas que detallaban a Silas Karev, el Jefe Ingeniero Adjunto del Ducado. Su conexión con los proyectos tecnológicos más avanzados y su implicación en el desarrollo de los Centinelas lo hacían una figura clave.
—¿Por qué compartir esto conmigo? —preguntó Dahlia, alzando la vista para encontrarse con los ojos serenos de Vaughn.
—Porque la verdad necesita ser expuesta, incluso si implica riesgos —respondió Vaughn con un tono que no admitía replicás. —Karev acepta reunirse contigo, pero ten cuidado. Está caminando sobre una cuerda muy fina entre la lealtad y la traición.
El café en el Ala Nexus era modesto pero acogedor, un lugar neutral donde las conversaciones importantes podían pasar desapercibidas. Dahlia llegó temprano, eligiendo una mesa junto a una ventana que daba a una calle transitada. Estaba revisando sus notas cuando Silas Karev entró, vistiendo un abrigo oscuro que lo hacía parecer aún más cansado de lo que ya se veía.
—¡Señorita Fogel? —dijo Karev al acercarse, su voz contenida pero educada.
Dahlia asintió, indicándole que tomara asiento. Lo observó con atención: sus manos tenían ligeros temblores, y sus ojos reflejaban una mezcla de culpa y fatiga acumulada. Antes de que pudieran intercambiar más palabras, una figura emergió de las sombras del café. Scarlet Mist, imponente y silencioso, apareció en la mesa sin previo aviso.
—Esto es más que una simple reunión, Karev —dijo Scarlet Mist, su voz grave resonando como un eco. —Sabes algo que podría cambiarlo todo.
Karev retrocedió ligeramente en su silla, sorprendido por la presencia del vigilante.
—¿Quién demonios…?
—Un aliado temporal —interrumpió Dahlia, intentando calmar la situación. —Escucha, Karev, no estamos aquí para juzgarte. Pero necesitamos saber lo que sabes.
Karev tomó una respiración profunda, mirando a Dahlia primero y luego a Scarlet Mist.
—Trabajé para Alaric Thorn —comenzó con un tono que mezclaba arrepentimiento y resignación. —No por convicción, sino porque creí que podía controlar a Lady Seraphine a través de él. Pero todo se salió de control.
Scarlet Mist inclinó ligeramente la cabeza, evaluando cada palabra. Dahlia se inclinó hacia adelante, su mirada penetrante.
—¿Y cómo esperabas que eso funcionara? —preguntó Dahlia. —¿Creías que podrías manejar a dos de las personas más peligrosas de Obsidian Heights al mismo tiempo?
Karev apretó los labios antes de responder.
—Sabía que era un riesgo. Pero Thorn me prometió que si le proporcionaba información sobre los proyectos del Consejo, mantendría a Seraphine bajo control. Pensé que podría equilibrar la balanza.
—Pero no lo hiciste —replicó Scarlet Mist, su voz firme pero no acusatoria. —Y ahora estás aquí, atrapado entre dos fuerzas que podrían aplastarte.
Karev asintó lentamente, sus hombros hundiéndose bajo el peso de su confesón.
—Thorn ya sospecha de mi lealtad, y Seraphine nunca confío completamente en mí. Pero puedo darles algo que los ayude a detenerlos.
—Habla —dijo Dahlia, con una mezcla de urgencia y paciencia medida.
Karev respiró profundamente antes de continuar.
—Thorn planea atacar el sistema energético del Ala Lumen. Quiere sumir a la ciudad en la oscuridad, tanto literal como figurativamente. Pero necesita acceso a ciertos códigos y planos que yo ayudé a diseñar. Aún no los tiene, pero está cerca.
Scarlet Mist se cruzó de brazos, reflexionando. La información era valiosa, pero también los ponía en una posición comprometida.
—Esto no es solo un problema de seguridad —dijo Scarlet Mist finalmente. —Es una declaración de guerra contra toda la ciudad.
Dahlia asintió, su mente ya trabajando en cómo usar esta revelación para exponer a Thorn.
—Protege a mi familia —dijo Karev abruptamente, rompiendo el silencio. Su voz temblaba, pero su determinación era clara. —Si algo me pasa, quiero saber que ellos estarán a salvo. Hagan lo que necesiten conmigo, pero prométanme eso.
Scarlet Mist y Dahlia intercambiaron una mirada. Finalmente, Scarlet Mist asintió.
—Tu familia estará a salvo. Pero necesitaré toda la información que tengas. No podemos permitirnos más errores. Ante cualquier eventualidad, acude al Jefe Ingeniero, Aiden Falken. Deberías haber hecho eso en primer lugar, pero confíemos en que el podrá darte una protección más abierta de la que nosotros podremos darte.
Karev asintó lentamente, sabiendo que había cruzado un punto de no retorno.
Mientras Karev salía del café bajo la lluvia que había comenzado a caer, Dahlia y Scarlet Mist se quedaron atrás, contemplando el próximo paso.
—¿Crees que podemos confiar en él? —preguntó Dahlia, su voz llena de duda.
Scarlet Mist observó las gotas de lluvia deslizarse por la ventana, como si reflejaran sus propios pensamientos.
—No confío en él —dijo finalmente. —Pero confío en lo que teme. Y ese miedo es lo que usaremos para detener a Thorn.
Dahlia asintió, aunque las sombras de la incertidumbre seguían presentes en su mirada. La lucha por Obsidian Heights había llegado a un punto donde las alianzas eran tan frágiles como necesarias, y las traiciones eran inevitables.