La noche era densa y pesada sobre el Ala Aether, el sector de la intelectualidad y la innovación en Obsidian Heights. Los callejones, usualmente rebosantes de actividad diurna, estaban ahora cubiertos por un manto de silencio interrumpido solo por el leve zumbido de generadores de vapor.
Eris Vex, envuelta en la servoarmadura mejorada diseñada por Aiden Falken, ajustó la capa escarlata que ahora ondeaba tras ella como un símbolo renovado. Cada movimiento de la capa le recordaba el peso del legado que había aceptado.
Era su primera salida como Scarlet Mist, y cada paso estaba cargado de una mezcla de determinación y dudas. “¿Puedo realmente llevar esta máscara?” se preguntaba mientras avanzaba sigilosamente entre las sombras. Aiden había trabajado incansablemente para perfeccionar la servoarmadura, integrando mejoras que permitieran movimientos más fluidos y protección adicional, pero ningún ajuste técnico podía eliminar el peso simbólico de la identidad que ahora portaba.
Su objetivo era claro: interceptar un cargamento ilícito en el Ala Aether, donde traficantes intentaban sacar prototipos robados de tecnología experimental del Ducado. El contacto de Aiden había señalado una ubicación específica, un taller aparentemente abandonado en el límite del distrito.
Desde las alturas, Eris observó el movimiento de los contrabandistas. Había cuatro hombres, todos armados, y dos carromatos cargados con cajas metálicas. Recordó las palabras de Aiden antes de salir: "No se trata solo de fuerza, Eris. Scarlet Mist es más que eso. Es estrategia, es mensaje, es esperanza."
Eris descendía con la precisión de un relojero, cayendo entre las sombras con un ruido casi imperceptible. Los engranajes de la servoarmadura emitieron un leve silbido, pero no lo suficiente como para alertar a los hombres. Con movimientos calculados, utilizó las habilidades ampliadas del traje para desarmar al primer guardia antes de que pudiera reaccionar. Sin embargo, uno de los hombres más alejados alcanzó a gritar, alertando al resto.
El enfrentamiento se tornó caótico. Eris esquivaba disparos y contraatacaba con una precisión que la servoarmadura facilitaba, pero cada golpe le recordaba que este no era solo un combate físico; era una prueba para demostrar que estaba a la altura del legado. Cuando el último contrabandista cayó, inconsciente, Eris observó las cajas confiscadas y activó un pequeño dispositivo de rastreo en una de ellas, asegurando que el Ducado recuperara su tecnología.
Con el éxito de su intervención, Eris salió del taller antes de que llegaran refuerzos, sintiendo que había pasado su primera prueba. Pero la sensación de triunfo era efímera; sabía que la ciudad la observaría con escepticismo.
Dahlia Fogel, quien había recibido información de antemano sobre la operación, publicó un artículo en tiempo real desde las oficinas de La Voz del Vapor. La pieza narraba con detalle la intervención, destacando la habilidad de la nueva Scarlet Mist para desarticular la operación sin bajas mortales. Sin embargo, las reacciones en la ciudad fueron mixtas. Mientras algunos celebraban el regreso del vigilante como un símbolo de resistencia, otros cuestionaban si realmente podía ser la misma figura que habían llegado a admirar.
Gregor, leyendo los comentarios del público, comentó con Dahlia: —El escepticismo no es malo. Significa que aún nos observan, aún nos exigen. Y eso mantiene a Scarlet Mist relevante.
Dahlia asintió. —Tal vez, pero también significa que Scarlet Mist tendrá que trabajar el doble para mantener la confianza que construyó durante tanto tiempo.
Al regresar al Taller Escarlata, Eris se quitó la máscara y dejó escapar un largo suspiro. Aiden la esperaba, revisando los datos de la misión desde una consola en el rincón del taller.
—Hiciste bien —dijo, sin apartar la vista de los informes.
Eris lo miró fijamente, buscando en sus palabras algún rastro de duda. —¿Crees que esto fue suficiente? La gente se percata que no es el Scarlet Mist de siempre, que no eres tú bajo esta máscara.
Aiden levantó la mirada, sus ojos reflejando una mezcla de orgullo y melancolía. —No se trata de mí, Eris. Scarlet Mist no es una persona, es una idea. Y tú estás demostrando que esa idea puede ser más fuerte que cualquier rostro.
Eris asintió lentamente, aunque las palabras no disiparon por completo sus dudas. Mientras se sentaba en una de las bancas del taller, recordó las enseñanzas de Aiden y los valores que había comenzado a adoptar desde que decidió tomar la capa.
Su mente se llenó de pensamientos sobre lo que implicaba realmente ser Scarlet Mist. "Cargar con este peso no es solo combatir el crimen, es inspirar un cambio que parece inalcanzable."
Aiden, como si leyera su mente, se acercó y colocó una mano en su hombro. —Nadie dijo que sería fácil. Pero hoy diste tu primer vuelo. Y por lo que vi, la ciudad tiene mucho de qué esperar de ti.
Eris miró la máscara escarlata en sus manos y, por primera vez, sintió una leve chispa de confianza. Sabía que el camino sería largo y lleno de desafíos, pero también sabía que, mientras tuviera el apoyo de Aiden y Dahlia, podía enfrentar lo que viniera.