Construcciones Paralelas - Libro I - Obsidian Heights

Afterword: Miradas Hacia el Horizonte

La bruma matinal de Obsidian Heights se alzaba con una serenidad engañosa, como si la ciudad misma intentara ocultar las cicatrices que había acumulado en los últimos meses. Desde la ventana de su despacho en el Ala Zenith, Aiden Falken observaba cómo los primeros rayos del sol iluminaban los techos de cobre y las chimeneas que expulsaban vapor constante, marcando el latido de una urbe que nunca descansaba.

Obsidian Heights había sobrevivido a una tormenta de corrupción, conspiraciones y traiciones que habían puesto a prueba su corazón tecnocrático. Pero aunque la ciudad parecía más estable en la superficie, Aiden sabía que las verdaderas batallas apenas comenzaban. Las reformas políticas impulsadas por Caelan y Alistair habían traído un cambio genuino, pero también habían generado resistencia. Los líderes más conservadores del Consejo de Lores no habían desaparecido; simplemente habían aprendido a operar en las sombras, esperando el momento oportuno para recuperar el poder que habían perdido.

Aiden también reflexionaba sobre los remanentes del Filo del Ébano. Aunque Alaric Thorn había desmantelado su estructura central, las ideas que habían alimentado a la organización seguían presentes, como un veneno latente en las calles de la ciudad. El Corsario, como ahora se hacía llamar Thorn, había asumido un rol de antihéroe, combatiendo la corrupción con métodos que muchas veces rozaban la brutalidad. Aiden no podía evitar preguntarse si esa lucha terminaría por devorar lo poco de humanidad que quedaba en Thorn.

Para Aiden, el legado de Scarlet Mist también pesaba profundamente. Había entregado esa identidad a Eris Vex, confiando en su determinación y habilidades, pero también entendía el peso emocional que conllevaba portar la máscara. Scarlet Mist no era solo un vigilante; era un símbolo de esperanza para una ciudad que había aprendido a sobrevivir en las sombras. Eris estaba aprendiendo a llenar ese vacío, pero cada noche que salía con la capa escarlata, Aiden sentía una mezcla de orgullo y preocupación.

Eris, por su parte, había comenzado a encontrar su propio ritmo como Scarlet Mist. Aunque los ciudadanos la aceptaban cada vez más, sabía que muchos todavía la veían como una sombra del original. Cada misión, cada enfrentamiento, era una batalla no solo contra el crimen, sino también contra las expectativas que pesaban sobre ella. Aiden había diseñado la nueva servoarmadura para adaptarse a su estilo, dándole herramientas para sobresalir, pero sabía que el verdadero desafío no estaba en la tecnología, sino en la determinación de Eris para redefinir lo que significaba ser Scarlet Mist.

“El futuro de Scarlet Mist no está en mis manos”, pensó Aiden mientras revisaba los diseños de una nueva mejora para la servoarmadura. “Pero puedo asegurarme de que Eris tenga todo lo que necesita para forjar su propio camino.”

Dahlia Fogel también tenía su propio camino que recorrer. Como editora en jefe de La Voz del Vapor, había transformado el periódico en un pilar de transparencia y resistencia. Gregor Stannard, aunque ya no podía trabajar con la misma intensidad que antes, seguía siendo su mentor y guía, recordándole constantemente que la verdad siempre tenía un costo, pero que ese costo valía la pena pagar.

Las becas de periodismo en honor a Silas Karev eran un paso hacia la inclusión y la justicia social que tanto habían defendido. Dahlia había supervisado personalmente la selección de los primeros beneficiarios, asegurándose de que provinieran de los sectores más desfavorecidos de la ciudad. “La educación es el arma más poderosa que tenemos”, escribió en un editorial que fue ampliamente compartido en toda la ciudad. Pero también sabía que con cada paso hacia adelante, surgirían nuevos desafíos.

Dahlia y Aiden habían encontrado un equilibrio precario entre sus roles públicos y su relación personal. Aunque el amor que compartían era una fuente constante de fortaleza, también era un recordatorio de lo frágiles que eran las conexiones humanas en una ciudad como Obsidian Heights. Ambos sabían que sus responsabilidades podían separarlos en cualquier momento, pero habían elegido abrazar ese riesgo.

Mientras Aiden observaba la ciudad desde su despacho, no podía evitar pensar en lo que venía después. Las reformas habían comenzado, pero las grietas en la estructura del Ducado seguían siendo evidentes. Los sectores más empobrecidos, como el Ala Umbra, necesitaban más que promesas; necesitaban acción concreta. Los Centinelas, aunque habían sido desactivados temporalmente, seguían siendo un recordatorio de cómo la tecnología podía ser utilizada tanto para proteger como para oprimir.

Y luego estaba la pregunta más importante: ¿Qué nuevas amenazas surgirían para desafiar la frágil estabilidad que habían construido? Aiden sabía que el poder nunca permanecía en un solo lugar por mucho tiempo. Los remanentes del Filo del Ébano podían reorganizarse, o quizá surgiría una nueva fuerza, una que desafiaría no solo al Consejo, sino también a los ideales que Scarlet Mist representaba.

Pero no todo era incertidumbre. Aiden también veía esperanza en los rostros de los ciudadanos que comenzaban a creer nuevamente en un futuro mejor. Veía esperanza en Dahlia, en Eris, en Caelan y Alistair. Incluso en El Corsario, cuya lucha interna podía ser la clave para redimir no solo su pasado, sino también el futuro de Obsidian Heights.

Aiden cerró los planos y se giró hacia la ventana, donde las luces de vapor brillaban como estrellas artificiales en la penumbra. Sabía que el camino por delante sería arduo, pero también sabía que no estaba solo. La lucha por un Obsidian Heights más justo y equitativo continuaba, y aunque ya no era Scarlet Mist, seguía siendo El Ingeniero, el cerebro detrás de una revolución en las sombras.

Mientras las campanas de una torre cercana marcaban la medianoche, Aiden se permitió un último pensamiento antes de volver al trabajo: “Las sombras pueden ser densas, pero siempre hay una luz en la niebla que las atraviesa. Y mientras esa luz permanezca, hay esperanza.”




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