Contando con el diablo

Capitulo 2

—Déjame en paz!—Seguía gritando ahora con mayor intensidad.—¡Largo de aquí, no me iré contigo!

—Lo repetiré una vez más.—Respondió esa voz penetrante mientras bebía un trago. Lo hizo sentándose ahora en el aire, como si levitara o como si la gravedad no le afectara.—Tu tiempo ha terminado en este mundo y vengo a reclamar lo prometido en el pacto.

—Ese pacto debe ser inválido.—El nivel de fuerza en sus respuestas no bajaba.—Mi vida sigue siendo igual de miserable que aquel día.

—Haré un resumen de ese pacto mientras disfruto de este trago antes de llevarte.

El imponente ser sacó una hoja de color rojo con un brillo plateado muy deslumbrante, lo sacó de su elegante saco negro. La tomó con ambas manos mientras lo desdoblaba calmadamente y al hacerlo se dispuso a dar lectura.

"Contrato del pacto con el diablo:
El día 3 de enero del 2021 Sandra Esquivel Herrera solicita una audiencia con el diablo invocándolo a través del ritual "Factoría" Prestando su habitación para el encuentro dado a las 3 a.m.
En la reunión pide ayuda para convertirse en una mujer reconocida por sus talentos y obtener mucho dinero de ello, ofreciendo en garantía su alma.
Dicho acuerdo constituye que, al momento de morir, pasará su alma a ser totalmente propiedad del ser que se lo consedió…(osea yo).—Hizo una pausa para señalar la hoja en una sección específica.—Y aquí tenemos tu firma hecha con sangre, lo cual lo hace totalmente legal.
El abominable ser disfrutaba con el sufrimiento que provocaba al leer los contratos y cómo engañaba a las personas para que los firmaran.

—Cabe mencionar que yo no interfiero en la vida ni me meto con el destino de la muerte. Yo solo espero el día y voy a reclamar lo mío.—Disfrutaba realmente de su bebida, le causaba placer pasarla por su garganta.—Puedo curar enfermedades, dar dinero, hacer parejas, cambios de identidad, dar información, elevar su nivel de humanos, darles control de muchas cosas en este mundo, aunque casi siempre piden las primeras 3. Son tan predecibles los humanos.—Hizo otra pausa para disfrutar de su trago mientras se movía en el aire, un grado más aún de lo visto la primera vez.—Yo no puedo dar más días de vida ni meterme en ese proceso, es tu hora de partir y yo soy el único que debe venir por ti ya que abandonaste toda opción que otro espíritu lo hiciera y te lleve al lugar de descanso, todo por haber firmado este contrato.

—¡Espera!—Dijo razonando un poco más.—Si, tengo dinero y fama. Eso es verdad, pero no como yo lo esperaba.—Juntó sus manos para tomar valor y enfrentar al ser.—¡Eso es trampa!

—Las palabras son poderosas herramientas, una escritora como tú debería comprenderlo, ¿No?
El diablo seguía mofándose de ella mientras terminaba su trago. Al parecer solo Sandra podía verlo y oírlo. A él no le importaba pasearse y disfrutar del plano de los vivos a su antojo.

—El contrato nunca especificó fechas y detalles de lo que harías con tu dinero o fama. Seis meses después ha llegado tu muerte y vengo a llevarte conmigo para usar tu alma. No es mi culpa que con dinero siguiera tu vida triste y miserable como hace meses, yo cumplí mi parte.
—¡Pero eso debía entenderse!—Respondió gritando mientras jalaba su cabello.—Si alguien da su alma es para ser feliz en esta vida, no para tener una miserable como la mía. ¿Qué más infierno merezco que esto?
—No tienes idea del dolor en el infierno…—Contestó tan seriamente mientras mostraba una sonrisa macabra apenas visible de perfil.
Un aura de color negro se asomó de su cuerpo como anunciando la obscuridad del lugar donde venía.
Los gritos no cesaron durante varios momentos y el cantinero se acercó por fin a Sandra para ver que estuviera bien. Sus gritos y conversación ya era tan perturbadora que los demás clientes se estaban inquietando.
—Señorita, ¿Se siente bien?—Preguntó tomando sus precauciones de espacio pues no quería ser agredido.
Sandra escuchó al cantinero y se percató de las miradas de los demás y le hicieron reaccionar inmediatamente. Se calmó un poco creyendo que estaba imaginándose todo y que seguía en el bar al que había llegado horas antes para intentar distraerse.
—Si, todo bien gracias, solo estaba sacando el estrés en una llamada telefónica con mis manos libres. —Intentó mostrar una sonrisa para oírse creíble.—Pero como hay mucho ruido alcé la voz un poco.
—Entiendo señorita.—Aún seguía desconcertado.—¿Gusta cambiarse de lugar? Tenemos una zona específica para las llamadas lejos del ruido, puede ir ahí.
—Estoy bien gracias, la llamada terminó hace un momento.—Sandra intentaba verse un poco más calmada e hizo una petición.—¿Puede servirme otro trago y seguir conversando conmigo?
El cantinero, ahora más desconcertado pero encantado por la invitación de tal mujer, no se pudo negar a la petición.
Descuidó un poco a los demás clientes para centrarse en la hermosa mujer.
Él lo estaba disfrutando demasiado aunque era evidente que no era alguien muy entretenido.
Aprovechó el tiempo para conversar del trabajo y cosas sin importancia. Aún con esos temas sin interés, Sandra no se alejó ni interrumpió en ningún momento, solo se concentraba en su voz para evitar pensar en el oscuro ser que estaba a un lado de ella.
Seguía escuchando la conversación deseando que al mirar nuevamente, el ser del infierno ya no estuviera ahí.
—Sigo aquí Sandra.—Volteó para la silla de al lado y corroboró que no se estaba imaginando nada…el escalofriante ser seguía ahí.—No me iré sin ti.
Al escucharlo, se llenó de temor nuevamente y sin importarle más el cantinero y su conversación, corrió hasta el otro extremo del bar para intentar no ver a ese ser.
Llegó a una sección donde personas bailaban. Se mezcló con los que ahí estaban, pensando que el grupo la escondería.
—Nadie puede escapar de mi vista, puedo ver a todo el mundo. Cada persona aquí. Sus sufrimientos y ambiciones, ese es mi pasatiempo.
Sin voltear, Sandra caminaba entre las personas que bailaban música electrónica. Se colocó en el centro mientras los demás seguían en lo suyo. No les importaba compartir la pista con ella, aunque desconocían que trataba de esconderse.
El diablo estaba atrás de ella siguiendo cada paso que daba.
Esta vez y con poca luz en esa zona, se veía más tenebroso que en la barra. Su rostro no eran tan visible, las luces de colores en pocos momentos atinaban a partes de este ser. La ropa negra que llevaba lo hacía imperceptible. Lo único reconocible era el cabello y el resto del cuerpo que no estaba cubierto con el traje. Su figura mostraba un brillo rojo momentáneo y unas escamas grises en algunas partes visibles que lo hacían ver muy extraño y escalofriante.
Se vestía con un traje negro como un humano bastante elegante, pero esas partes de su cuerpo mostraban lo que en verdad era.
—Por ejemplo, puedo ver a ese novio tuyo por el que hiciste todo esto.—Habló con una voz tan penetrante que opacaba a la misma música del lugar.—Quisiste ser rica y famosa para apoyarlo por esa mala situación económica y… ¿Cómo te lo pagó?... Dejándote por tu compañera sin dudarlo. Tu corazón fue traicionado y esa nobleza ¿De qué te sirvió?—Caminaba lentamente por el aire provocando una energía extraña mientras lo hacía.—Él seguirá vivo mucho tiempo, disfrutando con ella gracias a lo que hiciste. Mientras que tú hoy partirás sin llevarte nada y quedarás sumida en el olvido.
Sandra trataba de tapar sus oídos pues la intensa voz venía acompañada de recuerdos dolorosos que en ese momento le hacían sufrir demasiado.
Se movía constantemente por el grupo de personas que estaban ahí, lo cual empezaba a desconcertarlos ya que lejos de bailar solo se metía entre ellos cada vez con más desesperación.
El estrés que sentía era tanto y se acumulaba al grado que nuevamente no pudo más y gritó.
—¡Déjame en paz!
Corrió nuevamente al otro extremo del bar, sin comprender aún la obstinación de ese ser por adquirir lo prometido y la oscuridad a la que Sandra se había hecho acreedora por sus acciones.




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