Sandra, un poco desconcertada pero a la vez motivada, se calmó y se puso cómoda en la silla donde recién había llegado.
Sin duda esta era la prueba de su vida y en estos meses de fama por sus libros e historias jamás había tenido un espectador así. Alguien que había escuchado, vivido y visto grandes historias a lo largo de su existencia. Un ser que podía hacer comparaciones con los mejores, incluso desconocidos hoy en día. El mayor juez y crítico que hubiese conocido en este tiempo.
Y por si esto fuera poco, su vida dependía de que tan buena fuera estas historias. Era el momento ideal para ponerse a prueba ella misma y su talento, sin trampas ni ayuda, simplemente su creatividad.
—Te contaré una de mis favoritas, pertenece al género de suspenso.
Sandra comenzó su primer historia con gran nerviosismo.
EL GUIÓN
Bastante calor hacía en aquel elevador que pertenecía a la torre latino ubicada en la hermosa ciudad de México. Él lo abordaba de lunes a viernes y algunos sábados para llegar a su oficina.
Se detuvo en el piso 35 para dejar a la última persona que lo abordaba; Isaac Hernández quien era el licenciado que trabajaba como representante para la empresa “Golden” en esta ciudad.
Un gran puesto y de mucha responsabilidad pero a su vez de mucho fastidio y cansancio.
Descendió del elevador y dió el saludo cotidiano a Don José que era el encargado de la seguridad en ese piso.
La jornada laboral apenas iniciaba para Isaac y ya tenía facciones de fastidio, era evidente que no disfrutaba pasar su tiempo ahí ni tampoco el trabajo que hacía, pero la vida lo llevó por ese sendero en el que planeaba quedarse un largo tiempo.
No era de su agrado pero cumplir con su obligación era muy importante para él.
—¡Hola Licenciado!—Lo saludaba su secretaria muy contenta y con la hermosa sonrisa que la caracterizaba.—Muy buen día, bienvenido.
Isaac solo respondió por cortesía tratando de ser lo más apático posible. Preguntó si había algún pendiente.
—No señor.—Decía ella igual de amable.—Solo la reunión ya programada con los proovedores a las 4 pm.—Continuaba hablando sin dejar su sonrisa.—Le ayudé a desglosar los informes, ordené los pedidos y capturé todo el trabajo del mes por completo.
Isaac la miró con un poco más de atención ya que esas palabras le aligeraba el estrés y admiró la gran eficacia de su secretaria.
—Si usted necesita algo más, por favor no dude en pedírmelo.
Era una secretaria como muy pocas se veían ya, siempre sonriente, ordenada, trabajadora, yendo más allá de su trabajo en múltiples ocasiones. No pedía permisos, no faltaba y no se metía en problemas. Siempre muy bien alineada, vistiendo con orgullo y limpieza su uniforme. Un saco color azul marino, una falda larga de este mismo color, medias color café, zapatos bajos, un peinado de chongo que permitía ver limpio su rostro haciéndole resaltar sus ojos color café, su frente ancha y sus mejillas delgadas. Su cabello color negro perfectamente cepillado y acomodado siempre oliendo tan bien, con su aroma a naranja característico ya en ella.
Después de dar los informes a su jefe, esperó una respuesta de agradecimiento pero solo escuchó lo de siempre.
—Estaré en mi oficina hasta que sea la hora de la reunión.
Isaac, como de costumbre se disponía a entrar a su oficina y apartarse de todos durante el día, pero se vió interrumpido nuevamente por ella que se adelantó para cruzarse en su camino.
—Me gustaría pedirle un favor. -Dijo un poco más seria y con una mirada penetrante.—Tomó sus manos, lo que provocó un ligero nerviosismo en Isaac. Le colocó un conjunto de hojas perfectamente ordenadas.—Esto es algo fuera del trabajo, espero no le moleste—Comentaba mientras le daba las hojas.—Es algo que escribí yo misma. Me siento atraída por la literatura y esta historia la escribí recientemente y si usted tiene tiempo libre, me gustaría que la leyera y me diera su opinión.
Isaac la miró desconcertado, no sabía porque se lo pedía a él y ella supo leer esa pregunta en su mirada.
—Se lo pido a usted porque se que es una persona preparada e inteligente, seguro me podrá dar una crítica respetable.
El licenciado se quedó sorprendido y ojeó la primera página, dedujo que era la portada porque había un dibujo, el nombre del autor y un título que podía leerse como “El guion”
—Aún no decido el título bien y no se si sea un buen escrito pero decidí intentarlo.
Isaac la miró aun más desconcertado y le dijo.
—Yo no sé nada de literatura.
—Pero usted debe haber leído varias novelas, libros e historias en sus estudios.—Apretó fuerte sus manos para decir con ese tono coqueto que suelen usar las mujeres para conseguir algo.—¡Por favor, ayúdeme!
Isaac aún con dudas tomó los escritos pues aunque no tenía interés en leerlo, su rectitud y educación le hicieron aceptarlo aunque no ganara nada en hacerlo. —Lo leeré y te daré mi opinión al terminar.—Usaba el sarcasmo del cual los hombres hacen uso cuando quieren halagar a una mujer aunque no sepan del tema.—Aunque debe ser muy bueno si lo has escrito tú.
Su secretaria, que llevaba por nombre Susana sonrió aun más. Había logrado su objetivo en ese pequeño acercamiento con su jefe. Al hacerlo dió la media vuelta diciendo gracias tres veces.
Isaac retomó su camino a la oficina, abrió la puerta, entró y arrojó el escrito a un sofá que decoraba la oficina para no volverlo a ver en el resto del día.
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Editado: 25.03.2025