La jornada laboral fue muy tranquila, poco trabajo y ningún percance. Esto aumentó el aburrimiento obligando a Isaac a irse 30 minutos antes del horario común a casa.
18:30 marcaba el reloj y justo al recoger sus cosas el teléfono alteró el silencio y quitandole la tranquilidad que tenía.
"¡Rin, rin, rin!
Isaac se desconcertó ya que solo sonaba cuando Susana o algún ejecutivo querían comunicarse con él para trabajo… esto arruinaría su plan de irse temprano.
Dudó en responderlo pero al final, su responsabilidad jugó a favor de hacerlo.
—¿Bueno?—respondió el teléfono lo más amable que pudo.—¿Qué sucede?, ¿bueno?
Pero nadie respondía, solo se escuchaba el vacío de la línea. Entonces colgó y decidió esperar un momento por si sonaba nuevamente. Mientras esperaba recargado en el escritorio, las luces momentáneamente se apagaron y se encendieron en tres ocasiones. Cuando se estabilizó, las cosas extrañas no se detuvieron pues un gran tronido en la ventana lo hizo brincar de temor.
"¡Chrush!
Con gran nerviosismo se acercó a la ventana y al corroborar que el vidrio no estaba roto, miró con horror el gran tráfico en la ciudad y sin más pausas a esperar que el teléfono sonara, se fue a casa.
Lo hizo sin prestar más atención a lo sucedido y como era costumbre, sin despedirse de nadie saliendo lo más sigiloso posible.
Al llegar a casa, entró rápidamente como si el tiempo se terminara y no alcanzara a concluir las múltiples actividades que él deseaba hacer o, simplemente la ansiedad del tráfico lo hacían reaccionar así.
El reloj que colgaba en la sala justo arriba del sillón marcaba 20:45. Isaac, dispuesto a relajarse, encendió el televisor mientras disfrutaba de un vaso con leche. Se entretuvo viendo las noticias, luego programas de comedia, algunos documentales, cambiando constantemente y sin permanecer en uno solo por más de 15 minutos.
El clima era frío en esa habitación lo que le hizo ponerse una cobija sobre las piernas y acurrucarse en el sillón, mientras comía un poco de pan.
El tiempo pasaba lentamente y sus ojos comenzaban a cerrarse viendo el noticiero de la noche. Solo escuchaba la voz del conductor ya sin ponerle atención y casi al quedarse dormido un ruido lo alteró siniestramente.
"¡Crash!
Un cristal se había roto. Se levantó rápidamente para intentar ver que cristal se rompió y el motivo.
Caminó por la sala sin encontrar nada hasta llegar a la cocina.
Al entrar, se mojó los pies con un charco de agua. Al mirar abajo contempló un vaso roto que había tenido el líquido dentro. Encendió la luz y miró por todos lados el motivo para que ese vaso se rompiera pero no encontró nada que le ayudara a deducir. Él nunca dejaba trastes en ese sector, era muy ordenado para eso.
Pero el sueño y el frío se apoderaba más y más de su mente y salió de ahí diciendo, para su tranquilidad, que un gato había podido entrar y hacer la travesura. Se fue a dormir, esta vez a su habitación ubicada en la parte de arriba de la casa. Se lavó los dientes, se puso su pijama gris con estampado de rayas y animales pues era la más caliente que tenía y se acostó para dormir toda la noche.
A la mañana siguiente se levantó muy descansado y con otro semblante.
Esta vez, un poco más motivado para ir a trabajar. Parecía ser un día tranquilo y el fin de semana se acercaba.
Se bañó rápidamente con agua tibia que era su preferencia desde unos meses antes cuando que leyó que el agua caliente por las mañanas era dañina para el cuerpo.
Se cambió de ropa eligiendo una camisa rosa con rayas blancas, un pantalón café claro, sus zapatos más cómodos, eran tipo deportivo y complementó con su corbata lisa.
Terminó y se dirigió a la cocina para desayunar. Al llegar ahi recordó el percance de la noche anterior y se sorprendió al ver que no había rastro de aquello, ningún cristal y el piso completamente seco. Isaac solo pudo tranquilizarse al decirse que estaba tan cansado que quizá imaginó el suceso y sin mayor problema continuó en el desayuno y con su día.
Isaac era un hombre muy solitario y demasiado estudioso, el tiempo que pasaba en su casa lo dedicaba a leer de todo tipo de libros; historia, matemáticas, ciencias y hasta cocina. También se dedicaba a perfeccionar y ordenar su propia casa, cualquier detalle era digno de solucionarse. Por supuesto también veía la televisión, donde destacaba ver en ella noticias y documentales.
Se hizo de estas costumbres desde que salió de casa de sus padres para enfrentar el mundo por si solo, al tiempo que terminó su carrera y consiguió su primer empleo.
Llevaba viviendo de esta forma 7 años desde que se recibió como licenciado. En este tiempo tuvo múltiples crecimientos y adquirió experiencias.
En su casa actual llevaba habitando por un año, mismo tiempo que en su empleo actual y que lo eligió por la cercanía.
Todos los días se desplazaba en su Jetta color blanco muy cómodo e ideal para una persona con buenos gustos. Manejaba con bastante precaución y siempre con tiempo suficiente para llegar puntual a todos lados.
Al llegar a su trabajo, en este nuevo día, encontró a su secretaria limpiando su escritorio muy tenazmente. De inmediato observó en el sofá el escrito que le había dado el día anterior. Con gran velocidad lo recogió y sostuvo en sus manos como si hubiera llegado con él. Susana, al verlo en la puerta terminó de limpiar y soltando lo que tenía en las manos, lo saludó muy normalmente como todos los días. Se acercó a él y con una voz suave le preguntó
—¿Pudo leee mi historia?, ¿qué le pareció?
—Aún no la termino.—Intentó improvisar un poco—tuve mucho trabajo por la tarde y no pude terminarlo.
Observó a Susana y entendió que el pretexto no fue correcto ya que ella le agendaba el trabajo.
—Pero me está gustando mucho, hoy mismo lo termino.
-¡Gracias!—Exclamó contenta y dió la vuelta para salir.—Estaré afuera si necesita algo.
Al verla salir y que la puerta se cerraba, suspiró. Entró, caminó al fondo y se sentó en la silla de su escritorio.
Se recargó en el respaldo, cruzó las piernas y reposó un momento mientras meditaba la situación. A los pocos segundos abrió el escrito que llevaba en sus manos y se disponía a leer la primera página cuando el teléfono sonó.
—¿Bueno?, ¿bueno?, ¿quién habla? Pero a pesar de la insistencia nadie respondía y esto empezó a desconectarlo.
"Quizá haya interferencia o un empleado esté haciendo la broma. Decía en voz baja para consolarse.
Colgó el teléfono aún con estas preguntas pero no le dió más importancia. Recordó que en un par de horas era el desayuno con su cliente favorito y decidió irse inmediatamente para no llegar tarde por el tráfico que tiene sometida constantemente a esta ciudad, y por supuesto, para salirse de su oficina lo antes posible.
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Editado: 25.03.2025