El desayuno con su cliente fue en un restaurante cerca de la av insurgentes sur. Se reunían ahí porque a ambos les gustaba la comida que se preparaba en ese lugar. La carne tenía un excelente sabor mientras que las bebidas eran refrescantes y exclusivas de ahí.
La plática fue amena y raramente divertida, aún así, Isaac disfrutaba mucho desayunar con el señor Rubén. Un hombre de 55 años amante de la cultura y la historia. Muy culto, siempre buscaba impresionar con sus pláticas pero lejos de caer mal lograba captar la atención de todos e Isaac no era la excepción.
Había aprendido algunas cosas de él en el tiempo que llevaba de conocerlo. Cosas que podía aplicar en el trabajo pero también en su vida en el día a día.
Las relaciones fueron bien como siempre, llegaron a un acuerdo como vendedor y comprador pronto y sin disputas. El resto de la mañana la pasaron conversando de otros temas. Al finalizar, ambos se despidieron de la mano y tomaron sus rumbos.
Esto fue lo más entretenido para Isaac en su jornada laboral. Regresó y salió un par de veces más a su oficina en el día, llevándose el guión consigo pero sin tocarlo siquiera para leerlo, solo para pasarlo de un lugar a otro.
***
Al dar las 19:30 llegó a su casa y notó que era un poco más temprano de lo normal. Decidió encender el televisor mientras preparaba su cena. Alimentos ligeros y bien preparados como era su gusto para ese horario.
Al terminar se sentó en la sala y pasó horas entretenido viendo documentales y la sección de noticias hasta que decidió ir a su habitación a dormir.
La noche era algo fría lo que obligaba a tener dos cobijas y a no querer moverse de su posición encogida.
Poco a poco logró adaptarse al punto de quedarse dormido. Pero como si fuera broma, alguien tocó su puerta muy fuerte, tanto que lo despertó inmediatamente.
Intentó ignorar por un momento pero los toquidos eran insistentes y convencidos. Se colocó una cobija en la espalda, se puso sus sandalias y con gran molestia se dirigió a ver quien tocaba tan insistente.
Al abrir, miró a un hombre de su altura pero más robusto, facciones engreídas, cabello corto de color café y con un abrigo gris que lo mantenía muy caliente.
Al verlo, y ver su abrigadora ropa, le recordó la molestia de haberse levantado con ese frío.
—Buenas noches señor, mi nombre es Héctor Martínez.—Dijo el hombre sin dejar de verlo a los ojos.—Soy policía y vengo por parte del ministerio.
Mientras hablaba, mostraba su placa con su mano derecha.
—Buenas noches.—Respondió el anfitrión también mirándolo a los ojos.—¿Qué puedo hacer por usted? Trataba de ser rápido para retomar su descanso.
—Vengo a hacer una revisión y unas preguntas para usted.—Dió un paso adelante.—Estamos investigando debido a que hay 10 reportes por el mismo motivo.
—¿Cuál es ese motivo?—Preguntó frunciendo el seño.
—Si usted me invita a pasar… se lo diré con calma.
Respondió el policía que deseaba entrar por dos motivos. Uno de ellos era parte de la investigación observar el lugar. El segundo, era para calentarse un poco.
Los dos entraron, uno más molesto y el otro sintiendo alivio por el intenso frío de afuera.
—Sucede señor.—Decía Héctor mientras se sentaba en el sillón favorito de Isaac.—Tenemos varios reportes de los vecinos, han estado recibiendo llamadas molestas donde les agreden verbalmente e incluso los extorsionan. Estas llamadas se registraron en la última semana y lo más inquietante es que les dieron datos verídicos, como si alguien los siguiera o supiera donde viven.—Se tomó las manos en señal de seriedad.—Al interceptar las últimas dos llamadas después de sus denuncias, nos dimos cuenta que coincide el número de teléfono y al investigar…—Lo miró a los ojos. —Todas las llamadas han salido del teléfono de esta casa.
—¿Cómo dice?—Respondió más estresado y enojado que nunca.—¿Cómo se atreve a venir a mi casa tan tarde y decir que los vecinos se quejan de mi porque hago llamadas tontas? Yo estoy fuera todo el día, no tengo tiempo para eso.
—Sus palabras las puedo confirmar con las declaraciones de los vecinos. Ellos dijeron que usted vive solo y llega entre 21:00-21:30 diariamente.—Se levantó bruscamente.—¿Quién puede estar usando su teléfono?, ¿quién tiene acceso a su casa?
—Señor Héctor, le pido que se retire de mi casa.—Se levantó muy molesto.—¡No seguiré este juego tonto!
Héctor se vio forzado a retirase pues no podía invadir por la fuerza un hogar sin una orden, pero al irse insistió en que avisara si veía algo raro y que lo más sencillo era colaborar.
También le advirtió que regresaría y vigilaría la casa.
Luego de azotar la puerta tras la salida del policía, Isaac regresó a su cama mientras gritaba consigo mismo.
"¡Resulta que hago llamadas tontas!, ¡Policías ineptos!
Y con el coraje se fue a dormir nuevamente, esta vez sin ser molestado.
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Editado: 25.03.2025