Yo convencí a mi hermano de jugarla, estaba pasando por problemas económicos muy fuertes y quise salir de ellos utilizando esos métodos. Porque lo escuche de un conocido que pasó por una situación similar y me convenció que así era posible salir de esa mala racha.
El demonio hizo un trato conmigo, me dió dinero y un estatus social muy bueno incluido mi puesto de director a cambio de poseer a mi hermano hasta que yo mismo en 2 años le diera mi sangre con la que finalizaría el tiempo que él me dió para disfrutar de todo eso.
Acepté al ser una oportunidad única de darle aunque fuera por poco tiempo a mi familia y poder superar a mi hermano al cual siempre envidié en silencio porque él lograba lo que yo nunca podía. Tenía la familia perfecta, empleo perfecto, excelente carácter, era todo lo que yo deseaba.
Después de esa noche y quince días más, oculté a mi hermano poseído en una lugar donde nadie lo encontraría, bajo niveles deshumanizados de los cuales me arrepiento. Lo oculte durante 15 días que fue el lapso en que me llegó lo prometido. En ese tiempo ya ejercía como director y tomé posesión de todo. Pero también esos 15 días fueron el lapso en que me arrepentí por mis acciones.
Quise deshacer el trato pero fue en vano y el demonio no regresó el cuerpo de mi hermano. Entonces lo traje aquí y lo escondí en el subterráneo para que nadie lo viera y prometí que haría lo posible por sanarlo. Recurrí a la ciencia para buscar la cura, extraje su sangre y con ayuda de Raúl comenzamos a estudiarla, priorizamos en ver los efectos en los seres vivos y comenzamos a experimentar en las ratas pero con el tiempo comprendimos que se necesitaban cuerpos similares al de mi hermano. Empezamos a buscar en los alumnos para hacer pruebas, yo no planeaba que murieran simplemente quería observar para encontrar la cura.
Los dos años que el demonio me dio para cumplir mi pago pasaron pero yo me rehusé a hacerlo abogando por mi hermano. Ese ser se molestó mucho y dijo que tomaría mi sangre a través de mi hijo. Con sus poderes logró llevarlo ante él y ante mis ojos lo hirió en el brazo y bebió de su sangre. Mi hijo cayó desmayado y no pude acercarme debido a un conjuro que me inmovilizaba, pero si podía ver a mi hijo como sufría una transformación, su rostro se deformaba, cambió de voz y disminuyó su tamaño. Desde ese día él huyó estando sin control, buscando recuperar su vida, una vida que yo le arrebate.
Los alumnos en el colegio en ocasiones afirman haber visto un duende con la cara deformada cerca de los baños, es mi hijo quien sube todas las noches y algunos días para intentar jugar con alguien pero se asustan y él tiene que huir nuevamente.—Comenzó a caminar hacia una puerta que conducía a un laboratorio aún más abajo de ese nivel.—Hoy he entendido que la única solución es darle lo prometido para que mi hijo y hermano vuelvan a estar bien.
—¿Qué pasará con las criaturas de allá afuera?—Interrumpió César.—¿No escucha como golpean la puerta para entrar?
—Ellos no entrarán.—Aseguró el director.—Por mucho tiempo les hice creer a todos que yo tenia poderes y que manipulaba a estos seres, ellos sentían temor y gracias a las cámaras lograba ver y saber todo. Pero quien en verdad los manipula es el demonio que habita en el cuerpo de mi hermano y él dio la orden de cuidar ese pasillo para que nadie más entrara y pudieran verlo, por eso les garantizo que no entraran.—Se dio la vuelta.—Pero ustedes tampoco podrán regresar, esa es la única salida y si cruzan los mataran.
El director bajó lentamente las escaleras mientras el grupo allí reunido analizaba la situación, todas las preguntas habían sido resueltas pero estaban obligados a ver ese terror.
Bajaron las escaleras y observaron una inmensa cueva que solo era iluminada por la antorcha del director. Lo siguieron hasta el punto donde lograron ver una cama y a un hombre muy herido sobre ella. Estaba esposado y con su cuerpo destrozado, rasguños, golpes y cortaduras por todo su ser incluso en su boca había síntomas de haberse arrancado los dientes.
—Es hora de acabar con nuestro acuerdo.—Escucharon gritar al director.—Toma mi sangre y deja sus cuerpos en paz.
—Dame tu sangre—Decía el hombre de la cama mientras luchaba por incorporarse.—Tu sangre y tu vida son mías.
—Tómalas, pero primero deja a ir hermano y a mi hijo.—Se acercó a él y un grito salió de su boca —¡Auuuu!—Exclamó con dolor mientras tocaba su hombro.—¿Por qué haces esto?—preguntó dirigiéndose al demonio.
Todos observaron con atención que un duende había aparecido y cortó el hombro del director con un cuchillo.
—Hijo ven, acércate a tu padre.—Papá, nadie quiso jugar conmigo.—Decía el pequeño con voz muy grave para su aparente edad.
—Hijo te prometo que desde hoy otros niños jugarán contigo y tendrás una vida normal.
—Papá mi cuerpo se mueve solo.—Déjalo en paz.—Gritó Francisco.—Toma mi vida de una vez y desaparece.
—Tu hijo es mi herramienta…
Daniela agarró su crucifijo y empezó a rezar mientras los demás lanzaban el agua al cuerpo del demonio.
—No interfieran.—gritó Francisco.—Esto lo haré yo.
—Molestias, no me gusta el agua, no quiero purificarme.
El niño se dispuso a atacarlos manipulado por el demonio lo que provocó que el director perforara su propio corazón con una navaja que llevaba guardada,
Tomó su sangre y la ofreció al demonio. De inmediato el niño se tranquilizó así como el cuerpo del hermano del director y Francisco agonizaba por la herida que se ocasionó. Pronunció estas palabras —Hijo vive feliz.—Y cerró los ojos perdiéndose en el sueño eterno.
Carlos, Daniela, César y Roberto tomaron el cuerpo del niño y decidieron salir de ahí. Al hermano lo dejaron después de comprobar que estaba muerto y segundos después de salir, la cueva se derrumbó quedando sólo el segundo nivel por recorrer para salir de ese lugar. Llegaron a la puerta que tenían que cruzar para enfrentarse a las criaturas pero estas estaban teniendo el mismo efecto, deteriorándose y muriendo. Caminaban rápido mientras recordaban cómo salir de ahí.
—Si giran aquí, encontrarán unas escaleras que los llevará al baño del edificio P.—Informaba el pequeño mientras abría sus ojos.
Siguieron las indicaciones pero fueron primero a recoger el cuerpo de Abram quien parecía seguir respirando y el efecto había desaparecido. Subieron por las escaleras hasta llegar a los baños.
—De aquí diríjanse al estacionamiento.—Nuevamente habló el niño.—Ahí encontrarán una puerta por la cual será fácil salir.
Corrieron en esa dirección y al final, sin ningún otro percance lograron cruzar para encontrarse con las hermosas calles de la avenida de la ciudad. Se detuvieron unos momentos para sentarse, se miraron unos a otros y contemplaron al sol salir por el oriente.
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Editado: 25.03.2025