Capitulo 21

Beatriz, su nombre lo recordaba perfectamente y pertenecía a una chica que estudió con él en la secundaria. En la clase de física le tocaba siempre sentarse con ella pero un día en especial, terminando el experimento, Beatriz notó que él tenía un pequeño gato en su mochila, lo distrajo y aprovechó la oportunidad para tomarlo.
—¡Que bonito!—Decía mientras lo acariciaba.—Regálamelo, este gatito tan bonito no puede estar con alguien tan feo como tú.
Juan rechazó la oferta, se lo quitó, dió media vuelta y se fue.
Beatriz encaprichada y enojada por la respuesta tomó un químico y con engaños le dió de tomar a Juan dejándolo drogado y desmayado. Al despertar vió a su gato muerto debido a que accidentalmente bebió de la misma botella mientras Beatriz jugaba.
Juan acariciaba a su payaso mientras recordaba cómo mató a Beatriz 15 años después de esa época.
La encontró justamente por las calles de su colonia. Una noche tras haberla seguido un tiempo encontró la forma de raptarla llevándola a su casa. Ahí empezó a drogarla constantemente hasta la dosis final baseando 5 litros de thinner por su boca provocando convulsiones y malestares horribles que solo Juan, con sangre fría, resistió ver.

"Ando con 2 hadas madrinas volando por encima
Cargando jeringas repletas de morfina
Hasta que las venas se inunden de alegría
Me rio demasiado porque ayer murió mi gato
Jugué un rato y me botaron del trabajo
Debo 6 meses de renta y en mi cartera ni un centavo
Tengo mi cuerpo todo cicatrizado
Con cortaduras profundas y quemaduras de primer grado
Pero nunca me doy cuenta porque me la paso anestesiado.

Juan no mostró remordimiento alguno por tener los cuerpos ahí. En su rostro podía mostrarse satisfacción que se multiplicó al tomar a Marisela, la mujer que conoció en su primer empleo y con la que tuvo sus primeros problemas laborales.
Era astuta y enganchaba en sus malos manejos al inexperto Juan. Lograba quitarle su dinero al grado de enviarlo de regreso a casa caminando. Era tanto su placer por estafarlo que lo embarcó en un robo quedando él como responsable. El jefe no lo tolero y lo despidió no antes de quitarle los muebles de la casa como abono por el robo y no meterlo a la cárcel.
Con Marisela jugó matemáticamente después de llevarla a su casa, la raptó dándole un fuerte golpe en la cabeza para que no pensara más. Cuando despertó, le envolvió con unos trapos todo el rostro hasta verla patalear por aire. Asfixiada como él se sintió desde que la conoció.

"Me gusta caminar solo hablando con el viento
Sin sexo como monja en convento
Puedo explotar de manera repentina como una mina
Soy un chico maniático antisocial
Luego de saludarte me lavo con gel anti bacterial
Un paciente mental que teme a la oscuridad

Observaba los cadáveres coleccionados con gran alivio desde su cama. Se levantó para contemplar el último de ellos, sin duda la más bonita de todas pero también la que lo marcaría más. Isabel, la que fue su primer amor.
La conoció cerca de donde vivía y él se enamoró aunque ella no mostrara señales de aceptarlo. Juan adoraba conversar con ella, acompañarla, mirarla, simplemente estaba encantado.
En una ocasión ella le jugó una broma aconsejada por sus amigos, aceptó ser su novia para ilusionarlo. En su primera cita lo llevó a un cuarto abandonado donde el inocente Juan fue sin dudarlo. Entraron y ella lo sentó y le dijo que no se moviera. Tocó sus labios lo que provocó gran felicidad en Juan. Tomó sus manos y lo invitó a acostarse. Ella lo seguía acariciando mientras él cerraba los ojos. Se detuvieron las caricias y escucho su voz.
"Espera un momento.
Se levantó y tomó unos lazos, se inclinó sobre él al momento que lo acariciaba y besaba muy lentamente. Juan seguía emocionado y se dejó llevar por el momento perdiéndose en esos besos hasta que dejó de sentirlos al igual que las caricias.
Se quedó a la expectativa creyendo que su amada haría algo más y nuevamente sintió algo en sus brazos pero era algo diferente a sus caricias, se sentían como rasguños. Entonces abrió los ojos y vió que eran ratas en su cuerpo y que su amada no estaba ahí.
Se quiso levantar pero estaba amarrado. Con desesperación logró sacudírselas del cuerpo y se salió de los débiles nudos, intentó salir de la casa pero la puerta estaba atorada y no podía hacerlo. Tres horas intentó desesperado salir de ahí hasta que lo consiguió.
En la actualidad, Juan dedicó gran parte de su tiempo en cazar a Isabel hasta que lo logró, la capturó y llevó a esa misma casa que aún existía, estaba abandonada y más tenebrosa que en aquel entonces.
Esperó que despertara amarrandola muy fuerte al grado de hacerla sangrar en sus extremidades. Cuando Isabel despertó, pudo reconocerlo y entre el inmenso dolor que sentía pidió piedad y perdón. Pero él no se inmutaba y no tenía planes de soltarla.
—Te amaré siempre desde hoy.—Decía Isabel en un intento desesperado.—Lo que te hice fue un error, los amantes deben perdonarse, acércate y dame un beso.
Juan accedió inclinándose enfrente de ella y acercó sus labios a su boca. Isabel cerró los ojos e intentó controlar el nerviosismo que tenía y lo besó lo más apasionada que pudo. Juan en cambio no mostró sentimientos en ese beso y se mantuvo sin cerrar los ojos. La mordió hasta que arrancó parte de su labio. Se levantó y dijo
—Espera un momento…
Se paró a lado de un gran tambo azul y lo tiró dejando salir una gran cantidad de ratas que caminaron hacia Isabel mordiéndola hasta cansarse provocando su muerte.
Juan el esquizofrénico, quien cantaba su canción a los cadáveres todas las noches, murió ese día después de la intervención de la policía en su casa.
Al intentar escapar, se golpeó en la cabeza después de recibir un balazo.
Al recogerlo pudieron observar que miraba fijamente el closet con una gran sonrisa y satisfacción.
Murió con la advertencia de que todo lo que haces en esta vida se paga y más que en la nuestra, influimos en la vida de los demás.
La canción era las últimas frases y palabras que escuchaban sus víctimas antes de morir, para ellas la canción del día del recuerdo rojo.