Contando con el diablo

Capitulo 34

El tiempo siguió su curso y los caminos continuaron para ambos. Habían pasado 3 meses en que Óscar deja herido a su amigo robándole todo el trabajo. Durante este tiempo había estado moviéndose por varios lugares del país, todo parte de su plan.
Actualmente se encontraba en la hermosa ciudad de México, hospedandose en el Hotel "The Rais" ubicado a unas cuadras del centro histórico.
Lo que para muchos parecía un paseo nocturno para el era una caminata de reconocimiento, se mezclaba con las personas para buscar algún candidato para ser juzgado. Observaba las calles para buscar puntos estratégicos pensando en cómo suministrar la ahora arma homicida que habían creado.
Evaluaba la temperatura, registraba notas de algunos puntos pendientes ya que él no pudo hacer la parte experimental final por el acontecimiento de su pequeño hijo.
Pero no deseaban experimentar constantemente, lo dejaba todo a sus cálculos e hipótesis de posibles reacciones. Pues no tenía tiempo para más, necesitaba hacer solo un movimiento clave que respondiera todas sus dudas para poder así ejecutar su trabajo final.
Había elegido esa ciudad por su inmensa población y por ser una de las más conflictivas y con mayor índice de delitos. Además había vivido ahi un tiempo, tenía noción de algunas cosas y lugares que ayudarían a brincarse gran parte de la fase experimental
Durante su caminar, observó a alguien que reunía sus características. Vió varios puestos de reparación de celulares y se enfocó en uno y en el vendedor que lo atendía. Una mujer de 70 años acudió a él para atender una falla en su celular.
—Lleva días sin sonar, no me doy cuando me llaman, se descompuso del sonido. ¿Tiene arreglo?
—Déjeme revisar jefa.
Óscar se quedó parado cerca para escuchar el desenlace de la historia.
—Es una falla en el sistema señora, muy tardado y también muy costoso.
—¿Cuánto joven? La verdad lo traigo tanto dinero.
—Cinco mil pesos y le quedará ya como nuevo, el audio volverá.
—No tengo tanto, déjeme conseguir y regreso.
La señora se fue al siguiente puesto. Mientras Osacar se acercó y escuchó al vendedor decir enojado.
—Casi me chingo a la viejita, si nadamas era activar el audio en los ajustes.
—¿Te parece bien burlarte así de la necesidad de alguien?—Preguntaba Óscar al vendedor.
—¿A ti que te importa? Si vienes con ella pagale y ya.
—Gente como tú desequilibra el mundo a la maldad, pronto serás castigado.
—¡Mejor lárgate de aquí si no quieres problemas!
Óscar solo lo miró y se mantuvo prudente, avanzó para alcanzar a la señora al siguiente puesto.
—Bueno joven gracias.—Dijo ella despidiéndose.
—Espere señora…—Le hablaba Óscar mientras la alcanzaba.
—Dígame joven ¿En qué le puedo ayudar?
—Escuche que su teléfono está fallando.
—Si, tuve la mala fortuna que se descompusiera, ahora no escucho cuando me llaman mis hijos y no puedo estar al pendiente todo el día.—Hablaba muy triste mientras bajaba la mirada.—Pero es algo muy caro en este puesto decían $6,000 y en el anterior $5,000, todos deben estar igual. No se como lo descompuse y no me alcanza, el poco dinero que tengo lo uso para mis medicinas.
—La entiendo señora y le voy ayudar.
—¿De verdad? —Se puso muy emocionada.
—Claro que si, permítame su teléfono.
La señora se lo dió un poco desconfiada pero al final accedió.
Óscar fue al menú de ajustes, para activar el sonido en llamadas, así de sencillo.
—Aquí tiene señora, solo necesitaba activar el sonido de esta forma.—Le mostró el teléfono.
—¡Ay joven yo no sé de estas cosas!
—Entiendo, pero era así de sencillo, las otras personas querían abusar de su ignorancia.
—Que malos, abusan de una viejecita con problemas, pero ni siquiera tengo dinero. Y como le dije lo poco que tengo se me va en medicinas.—Miró con gusto su celular.—Pero usted es tan bueno, compensa a la gente mala de aquí.
—Solo son abusivos señora, pero por algo estuve aquí.—Miró a los puestos.—Aunque no se preocupe, lo pagarán.
—Dios lo bendiga joven, ¿Cuánto le debo?
—Nada señora, esto fue gratis.
—Es un angel, acepteme invitarlo a comer aunque sea otro día señor.
—No se preocupe aunque la ayudaré un poco más, esta es mi tarjeta.—La puso en sus manos.—Le ayudaré a su salud también, llámeme en unos días y le haré su tratamiento también gratis, personas como usted no necesitan sufrir así.
La señora tomó la tarjeta mientras veía dar vuelta a su nuevo héroe y seguir caminando.
Era un hombre alto como de 1.80m. Fornido, cabello oscuro corto, espalda ancha, rostro difícil de recordar, extremidades largas. Vestía una camisa blanca y un largo abrigo color café claro, como la tierra seca en verano. Unos botines negros y maletín del mismo color completaban el vestuario. Lo vió irse hasta perderse de vista en las calles de la ciudad.
Para ella era un héroe, una persona que se cruzó en su destino para ayudarle en una necesidad. Una persona muy valiente que se arriesgó a ser agredido por los vendedores por su causa.
Sin embargo, Óscar no era aquel buen hombre que ella creía, al menos no para el resto de la sociedad de la que planeaba vengarse.
Aquel noble hombre con el que se había cruzado tenía en mente un plan tan macabro que podría destruir todo lo que ella conocía. un poder al cual se había sido acreedor recientemente y que por falta de tiempo no pudo concluir el tiempo final. Simplemente estaba haciendo sus últimas anotaciones para lanzarlo.
Óscar era un científico tan astuto y precavido que deseaba tener todo listo antes de darse a conocer con su proyecto. Aquel que podía salvar vidas pero que también podría quitarlas en un instante.




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