“De momentos contradictorios salen confesiones de odios imposibles de sostener.
El querer siendo fuerte, y las ganas de salir adelante más arraigadas que antes.
Solo es cuestión de superar, de mirar de cara al futuro y desear que les sobrecoja.
Porque la paz hay que aprovecharse antes de que la calma cese.
Soló de esa manera podrá apreciar la persona clave en el conflicto, que se merece continuar así todo este en contra, indicándole que es el objetivo por eliminar.
Dejando su granito de arena cada alma que la rodea para que entienda que el punto es subsistir, no que se deje arrastrar a las garras del final fatal”.
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Las semanas más inusuales de su vida.
Así era la mejor manera en cómo podía definir su estancia en su nuevo hogar, mientras se adentraba a lo que sería el campo donde se oficiaría la batalla campal, que se hacía llamar celebración de vida de los mellizos Allard de Borja.
Sus hijos.
No siendo para nada un secreto que en ese salón se ubicaban lo mejor, y peor de los mundos que los rodeaban, entre tanto sentía como la persona a su lado la reconfortaba apresando su mano, tras salir de lo que resultó la primera inducción de su pequeño hombrecito.
Ese que ante sus ojos se estaba haciendo un hombre, y no había podido disfrutarlo como se debía a consecuencia de las rencillas que irremediablemente también los estaban sobrecogiendo.
Odiando tenerlos tan inmiscuidos sin poder apartarlos, porque su libre albedrío a la par de contundente destino era algo de los que no se librarían por más de que efectuasen sacrificios inimaginables.
Exhaló con fuerza mirando de reojo a Alex, quien le regalaba una sonrisa afable intentado tranquilizarle, poniéndola más nerviosa al recordar lo que segundos antes tuvo que negarle, al no poder sentirse a gusto con su entrega, cuando lo único que podía brindarle por el momento era su amistad.
Esa con la que irónicamente nunca lo había visto.
Prendiéndose de aquella cuando el pretendía avanzar, sin un resultado positivo llevándolos al punto inicial.
Quizás estaba haciendo mal con el rechazo inminente hacia su persona.
Mas cuando lo amaba de la forma en la que lo hacía.
Odiándose cada noche por no poder cruzar esa puerta que los conectaba, la cual permanecía sin seguro, siendo su mente el mayor enemigo entre ambos cuando seguía recordando cada página del libro de su amor.
Pero es que en realidad no sabía cómo derribar la barrera que los separaba, ni mucho menos si llegase a ocurrir la forma en como la cruzaría sin verse afectada a tal punto de morirse en vida.
Egoísta, pero no podía ser de otra forma cuando el sufrimiento era una constante entre ambos.
—Recuerda— llamo su atención intentando darle ánimos, pese a que aparentaba no necesitarlos—. Eres la dueña de todo, en especial de mí, y nada ni nadie podrá pasar por encima de ti si tienes esa seguridad— tragó grueso asintiendo lentamente, para darle paso a que el bullicio de la estancia los sobrecogiese siendo una maldición lo primero que capto.
—¡Tú! ¡Sucio gusano de los infiernos! — la voz colérica melodiosa amenazante la hizo sonreír, pese a su cuerpo visiblemente en tensión—. Deja de sobrepasarte con tus comentarios, o dejare sin herederos al Marquesado.
—El huracán amaneció con ánimos de convertirse en ciclón— espetó en tono burlón— ¿O es que Beaufort no ha cumplido con sus obligaciones maritales? — el nombrado le lanzó una mirada fulminante, mientras tomaba por la cintura a su mujer para calmar sus ímpetus de lucha.
—Por favor, Austin— esta vez una voz más dulce interfirió, intentando medirse mientras sostenía entre sus brazos a uno de los trillizos, que luchaba por salir corriendo tras sus otros hermanitos—. Hay damas, y niños presentes— lo reprendió, pero aquel en vez de refrenar su lengua le guiño un ojo sonriendo de medio lado, dándole a entender que eso solo era el inicio.
—Decir la verdad no es algo con lo que podamos competir mi queridísima prima— se encogió de hombros siguiendo con su insinuación—. Así como tampoco que, si no le prestas las atenciones requeridas a nuestra extrovertida francesa— volvió a Adler—, puede que cambie de opinión y se tire a los brazos del hermano tirano, que tiene apodo siniestro— el silencio reino— ¿Demasiado pronto para una pequeña broma grupal? — preguntó en tono jocoso cuando la mirada de Sebastien quiso aniquilarle, mientras permanecía cruzado de brazos en un rincón sin musitar palabra.
Solo analizando su alrededor.
Sigilosamente se soltó del agarre de su marido, que la observo sin decir nada y dejándola rezagada se internó de lleno llamando la atención de todos.
» Hasta que por fin aparece el padre del año— definitivamente su lengua no paraba—. Pensé que tu amaba ya te había matado, como es en esta historia la villana.
—También es un gusto verte fraterno amigo— a un costado apreció como de forma nada amigable palmeaba su espalda, sacándole un quejido al lengua larga del escoses, que nadie hasta el momento lo podía parar.
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Editado: 17.02.2023