Contienda De Amor (lord Vengativo) || Trilogia Prohibido #3

XVI

“Actuaciones inesperadas.

Esas que en un principio ni siquiera pasaron por la mente de ninguno de los involucrados.

Porque no debieron pensar con las sensaciones a tope por las sorpresivas acciones, cuando desde un inicio las artimañas fueron parte del tablero.

Hay un rey declarado, y como ficha principal del juego sabe cómo moverse para sorprender, y derribar contendientes sin dejar de lado el factor sorpresa.

Porque la reina puede tener una mente suprema, pero su cualidad en el juego que le permite moverse a su amaño para sortear los inconvenientes sin arriesgar a lo más amado no le deja ver, que desde un inicio la ficha clave es esa que trabaja en las sombras.

Que con su reputación puede esconder su verdadero accionar.

Porque al final de la historia no importa cómo te vean, más bien lo que interesa es que cada objetivo trazado se haya llevado a cabo.

Ya que la finalidad de triunfar no es alzarte como vencedor de la contienda.

Mas bien, es que lo que te propusiste sea lo que a la larga reine.

Ganar sin parecerlo.

Ese es el mejor de los incentivos”.

 

✧♚✧

 

El cantar de los grillos era lo único que se escuchaba en la madrugada.

Hace un par de horas los tambores habían dejado de resonar, y ahora la quietud era lo único que acompañaba los pensamientos del hombre mayor que surcaba la sesentena. Que fuera de la vivienda que le asignaron estaba mirando a la nada.

A un punto en específico, que no le ayudaba con los pensamientos turbios que lo invadían cuando la soledad lo sobrecogía.

Sentía pisadas de animal grande.

Porque claramente él no estaba ahí para ser el apoyo de su hija.

Por lo menos no como ella creía.

No estaba en esa zona para servirle como lacayo.

Era su juego el que estaba terminando, y por obvias razones no cambiaría de táctica a último momento para crear una distracción que ya había considerado.

Lo único claro en todo el asunto, es que no la arriesgaría.

Ya bastante la había utilizado como para ahora continuar poniéndola de carnada, por lo menos no de manera en la que pueda arriesgar su cabeza sin tener la seguridad de recuperarla.

Se metió las manos a los bolsillos del pantalón, absorbiendo el aire cargado de dolor, el mismo que el de alguna manera había ayudado a fomentar.

Sabiendo perfectamente que debería estar exhibido en la entrada, siendo su cabeza un trofeo. Al igual., que era consciente de su alma nulamente dadivosa como para entregar sin luchar.

Todavía portaba un par de cuentas pendiente antes de abandonar ese mundo.

No sería tan sencillo exterminarlo.

Bien lo aseguraba cuando el mismo en el pasado intentó autodestruirse, y ahí tenía en frente el resultado.

Continuaba respirando.

Apreció como una sombra se ciñó casi a su costado, demostrándole que no estaba solo.

Que se había dejado de rodeos, y asistió a su encuentro cuando ser apreciada por esos linderos era algo difícil de sopesar.

—Sarki koli «Rey supremo» —se arrodilló cuando le regaló una mirada de reconocimiento para besar una de sus manos en señal de respeto —. Uzuri da jinkiri «Pido disculpas por la demora» —solo asintió en respuesta haciendo una ceña para que se pusiera en pie.

No se hallaba de humor para tales deferencias.

—Has hecho un buen trabajo —reconoció conforme con lo que veía, no por nada ese territorio era un punto medio en su negocio.

—Si vino hasta aquí es porque algo «Mai girma» grande se avecina —no fue una pregunta, porque se estaba autocontestando.

El no daría la cara a menos de que aquello resultase determinante.

—En efecto Uwa —le extendió una misiva que sacó de uno de los bolsillos del pantalón con indicaciones contundentes para una persona en específico —. Mañana partimos y antes de que lleguemos con el Cacique de Dagomba, espero que esto esté en su destino —no tenía que hacerle más recomendaciones.

La mujer comprendía que si la misiva la llevaba el mismo era porque se avecinaban lo que tanto estaban temiendo.

Quería preguntarle al hombre blanco, a ese Rey supremo de tierras lejanas que pasaba por su mente en esos momentos, pero era consciente que vivía lo suficientemente atormentando como para alentarlo a que expresase sus ideas.

Se veía agotado.

Cansado de esa lucha sin cuartel.

Todo el mundo pensando que el villano era el que más se beneficiaba de aquello, cuando nunca sabían interpretar las señales.

Leer el «Ruhu» espíritu de la persona.




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