Contienda De Amor (lord Vengativo) || Trilogia Prohibido #3

XXIII PARTE 2

HAY UN CAP ANTES...

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“Las sorpresas nunca terminan.

La mente maestra resulta ser la que menos se espera.

Y es tan retorcido, que el amo del averno se inclina quitándosele el sombrero.

Sin embargo, al ser destapada la verdadera podredumbre, los luchadores aparentemente tomados con la guardia baja, no se rendirán y dejaran todo en la arena.

Con nada más que perder, y mucho por ganar, dejando el alma expuesta que libera toda la maldad.

Y de esa manera se pondría punto final a la partida.

Con el jaque mate.

Ese que está en la punta de la lengua, y al fin será cantado.

¿Quién caerá?

Lo único seguro, es que solo uno reirá de ultimo”.

 

✧♚✧

 

El bonachón.

El que debía ser protegido.

El chiquillo con el alma suficiente para que su hermano se arriesgase a que tuviese un destino mejor.

El ingenuo que se dejó manipular por una alimaña como Eloísa de Borja para cometer semejante aberración.

El hombre recto, que sacaba la cara por la estirpe.

Y no era mentira. No obstante, solo era la capa superficial, cuando desde que recordaba lo único que había querido era hacerse con el poder de los negocios de su padre.

Ser el amo y señor de un todo, pero con el camino despejado.

Y Francisco se puso en bandeja de plata, haciéndole el recorrido como si fuese un paseo de niños.

No era difícil, cuando su mayor virtud fue parecer un damnificado.

El dañado.

El alma limpia que no tenía nada corrompido en su ser, y que Eloísa había sido lo único podrido.

Y eso ultimo no era mentira, porque había sido algo poco premeditado, que sencillamente se le salió de las manos y lo asustó como la mierda cuando era un chiquillo inexperto con ansias de poder fácil.

Sin embargo, le cayó como anillo al dedo.

Dejando que se apartara, y pudiese maquinar lo suficiente para estar en ese momento y lugar indicado.

Y ese, al parecer, era el instante idóneo.

En donde aparentaba que estaba en contra de los malos, dándole una mano a su sobrino cuando lo cierto, es que, esperaba el momento indicando para revelar cada pieza de su juego.

Solo unos momentos más, y saborearía ser el mas astuto de la partida que ninguno sabia que estaba jugando, porque el era uno de los reyes del tablero.

No Adrien Allard, pues, como el resto, resultó ser un simple peón que se movía según su convicción.

Unos aplausos cargados de irónica diversión resonaron en la estancia, llamando la atención de los que estaban combatiendo, logrando que con ese segundo de distracción Javier pudiese dar un golpe certero al matón experto que le estaba complicando la existencia.

Pierre estaba ciego de odio, y en cualquier momento los golpes cansados y prodigados a la ligera le pasarían factura.

Porque era bueno, pero Javier resultaba estupendo en el combate cuerpo a cuerpo.

Odiaba reconocerlo, pero Francisco los había criado estupendamente bien.

—Déjate de juego, y acaba con el de una buena vez, que tenemos algo más importante que atender —soltó Francisco, consiguiendo que Alejandro notase que era el único, aparte de ellos, que continuaba en la estancia.

Tan desprotegido como peligroso.

Pues, que estuviese solo y desarmado no lo hacia inofensivo, cuando solo con una ojeada se tornaba letal.

Y lo envidiaba por eso, puesto que, tenían el mismo porte, pero nunca expidió la misma supremacía.

¿Cómo fue que su padre nunca lo notó, relegando al primogénito al puesto de segundón?

Por eso, se tuvo que hacer camino por si solo, y eso lo hacia respetarlo en sobremanera, pero no por eso dejaba de odiarlo.

» Y tú, hermano —soltó con cierto tono de repulsión —. Deja tu pose de ser correcto e iluminado, y enfréntame de una buena vez —se tensó —¿O es que sigues pensando que sigo ignorante de tus instintos sádicos, ventrílocuo macabro? —eso ultimo lo dijo como si lo estuviera saboreando.

No era un imbécil, pero por un momento creyó que lo tenía controlado.

Que tendría el factor sorpresa, y eso lo enervaba.

Nunca había podido salir adelante.

Siempre estaba un paso atrás, consiguiendo que se sintiera un imbécil que nunca lo superaría.

Algo oscuramente tétrico pasó por su rostro cuando un sonido lastimero resonó por la estancia, acompañado de un crac mortífero.




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