¿contigo? ¡al infierno!

Capítulo 4

La fiesta de compromiso dentro del enorme hotel continuaba con tranquilidad. Ambos novios recibieron con amabilidad las palabras de buenos deseos.

 

De reojo Andrés mira la lluvia que golpeaba las ventanas, solo para endurecer la mirada. De solo recordar el atrevimiento de Ailén le hierve la sangre. Aun le duele que haya jugado de esa manera con él. No es más que otra de esos que solo se le han acercado buscando beneficiarse con ello. Pero ella es peor porque lo hizo haciéndole creer por años que solo quería su amistad. Pensaba que era distinta, creyó en su pureza, en esa indiferencia a cuál familia él pertenecía, al final todo fue una mentira, no se acercó solo por amistad.

 

Le duele más aún porque sintió por ella algo que nunca antes había sentido por otra mujer e incluso estaba dispuesto a ir contra todos si Ailén aceptaba sus sentimientos. Pero al final solo quería sacar beneficio de su amistad, jugarle sucio, ensuciar su reputación seguramente a cambio por dinero o negocios, como todos quienes le han rodeado.

 

Su rostro se tensó tanto que Laura tuvo que preguntarle al oído si estaba bien o no antes de ir a saludar a unas amigas. Andrés no habló, solo sonrió a la fuerza para luego beber licor de un solo trago.  

 

—¡Andrés! Necesitas ver esto —dijo Martin haciéndose espacio hasta avanzar frente a su amigo—. Encontraron la grabación, Ailén no fue quien te drogó, ni ella fue a meterse a tu habitación por voluntad...

 

Respiró agitado esperando no haber llegado tarde. Pero no alcanzó a descansar cuando Andrés lo tomó del cuello de la camisa, impaciente. No había reaccionado de inmediato en sus palabras porque el peso de estas pareció detener su corazón por unos segundos ¿Ailén es inocente? Y la imagen de aquella cojeando y alejándose de él pasó de inmediato por su cabeza.

 

—¡¿Qué quieres decir con eso?! —preguntó casi fuera de sí, como sosteniendo su cordura por un hilo.

 

Martin lo contempló confundido. Luego reaccionó para agregar:

 

—Deja te enseño.

 

Conectó la cámara al monitor principal dejando que todos los invitados pudieran ver lo que había averiguado. Quería que todos vieran la verdad y se dieran cuenta lo cruel que es llegar y acusar a alguien sin pruebas, por eso por unos segundos su mirada se dirigió a Laura, que no parecía entender nada de lo que pasaba. En la imagen proyectada se ve a una persona que los drogó a ambos y luego aquella misma mandar a su gente a tomar a Ailén y a Andrés para llevarlos a una misma habitación. 

 

—No solo los drogó, les dio suficientes afrodisiacos para que pasara lo que pasó…. —masculló Martin arrugando el ceño.

 

Y cuando la cámara se enfocó en el rostro del culpable pudieron ver que no era nada más y menos que la misma Laura, su prometida.

 

El semblante de Andrés se descolocó mientras su prometida abría la boca sin saber que decir ante las miradas acusadoras. Retrocedió viendo a su padre que no parece creer lo que acababa de ver, y a su tío que cae en cuenta que había castigado y expulsado a Ailén por las mentiras de una supuesta joven leal y correcta que resultó ser una falsa. Su corazón se retorció de la peor forma y dejando su copa en la mesa salió a buscarla para intentan remediar su error. 

 

—Te dije que Ailén no sería capaz de algo como eso, tú y yo la conocemos lo suficiente para saber que ella jamás haría algo así, pero aun así la juzgaste sin esperar —agregó Martin con claras intenciones de hacer que Andrés se sintiera mal—. Tanto que decías que era especial para ti, y fuiste también uno de los que dudaron de ella sin pruebas, acusándola, humillándola…

 

Pero Andrés no parece escucharlo, su mirada sigue fija en la imagen detenida del monitor. Tragó saliva recordando su último trato hacia Ailén que desesperada buscó su ayuda ¿Por qué la necesitaba? ¿Por qué vestía tan pobremente?

 

—Señor Villanueva… ¿Dónde esta Ailén? —balbuceó preguntándole al padre de Ailén, sin aun caer en el peso de lo que había pasado.

 

Notó la mirada de culpabilidad del hombre mayor.

 

—No lo sé, la eche de casa hace meses —respondió desviando la mirada sin ser capaz de sostener la expresión de incredulidad de Andrés que recién viene a entender que la situación de Ailén, que se acercara a él incluso tal vez sabiendo que la humillaría, era porque estaba viviendo en la calle.

 

Es decir que Ailén lleva meses viviendo sola en las calles, y vino a recurrir a él, sabiendo que la trataría mal solo porque ya estaba desesperada de su situación. Tal vez cuantos días no había comido, tal vez estaba enferma, por eso lucía tan pálida y ojerosa, e incluso estaba más delgada de lo habitual. Su corazón se apretujó dolorosamente.

 

Alzó su mirada hacia los ventanales viendo la fuerte lluvia golpear los vidrios. Debe ir a buscarla, disculparse, aunque deba arrastrarse ante ella, debe hacerlo. Como Martin le dijo muchas veces, “no la señales sin pruebas, la conoces más que yo, sé que nunca Ailén haría algo como eso, no te dejes llevar por lo que dicen los otros” pero aun así fue un imbécil, el peor de todos. ¿Cómo dice que la amaba en secreto si cuando realmente lo necesitó a su lado no hizo nada por protegerla? En cambio, se unió al grupo que la despreció, que la culpó, que la humilló. Ailén no tiene por qué estar sufriendo de esa forma, es una victima como él ¡¿Cómo pudo ser tan injusto?! Tan idiota, tan estúpido. Debe ir por ella, enmendar todo el daño que le ha hecho, aunque deba rogarle por años así lo hará solo por recuperarla. Pero no logró dar un paso cuando Laura lo detuvo.

 

—¿Cómo... ? ¡¿Cómo pudiste hacer eso?! —le gritó Andrés a Laura, con el corazón ahogado en los latidos de culpabilidad. Creyendo que Ailén le mentía la había tratado de la peor forma, la había acusado de mentirosa cuando ella siempre dijo la verdad, la empujó contra el piso, le dijo lo más doloroso que alguien podría escuchar.




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