Prólogo
En New York.
Luna está demasiado feliz, por fin está pasando unas buenas vacaciones, después de tantos estudios está dedicándose a visitar a su hermana y disfrutar de jugar con su sobrino Dante, que la vuelve loca, es un niño encantador y cariñoso. La tiene completamente derretida.
—No es buena idea, que manejes —comenta Bruce seriamente mirando a su primo Dylan, su primo se encuentra despechado desde que descubrió la infidelidad de su esposa Marina y entendió que siempre estuvo atrás de su hermano Derek, y que nunca le hizo caso.
—Yo quiero manejar —aclara serio Dylan subiéndose al auto.
—Vamos Bruce, no nos pasará nada —insiste Luna abriendo la puerta y subiéndose al coche, para ir en la parte de adelante con Dylan.
Bruce se subió atrás, sabe que no es una buena idea, no quiere dejar a Luna sola con su primo, está tan despechado que no sabría qué podría hacer.
Dylan está manejando tranquilamente y tratando de evitar manejar con exceso de velocidad, cuando vio que la carretera se veía vacía, acelero. Logrando preocupar a Bruce.
—Baja la velocidad —ordena Bruce seriamente.
—Es cierto, baja un poco —pidió Luna comenzando a asustarse un poco.
—Baja la velocidad Dylan —ordena molestándose con él.
Dylan le pareció gracioso verlos tan asustados, no bajo la velocidad, Bruce tiene un mal presentimiento y se quitó el cinturón de seguridad para presionarlo y que le dé el coche, lo que provocará una desgracia, cuando va hacia adelante, ve que viene un auto sin control, se dirigió hacia Luna y la abrazo fuertemente, sintió un fuerte golpe.
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En la clínica.
Luna despierta en compañía de su hermana Ayla.
—Hola —dijo Luna adolorida.
—Hermanita —dijo feliz y tocándole el rostro de emoción—. Ya despertaste.
—¿Y Dylan y Bruce? —pregunta angustiada y viniendo las imágenes a su mente—. Tuvimos un accidente.
—Dylan se encuentra estable —responde con suavidad y empieza a llorar—. Bruce, está en terapia intensiva, está muy grave, el impacto fue tan grande que salió disparado del auto.
Luna comienza a hiperventilar, no puede estar pasando, Bruce no se puede estar muriendo, si él no la hubiera protegido de seguro ella estuviera en su lugar, si Dylan no hubiera comportado de esa forma, no hubieran tenido el accidente.
—Tengo que verlo —dijo queriéndose levantar y su hermana no la deja—. Por mi culpa está en ese estado.
—Escúchame Luna Elizabeth —dijo tratando de tranquilizarse, no puede hacerlo, Bruce es uno de sus mejores amigos y lo adora—. Bruce lo hizo por amor, te ama desde hace años y él daría la vida por ti.
—Ayla —dijo sollozando desesperadamente.
—Sé que Bruce despertará y será el mismo de antes —dijo con calma y dándole un beso en la frente.
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Un mes después.
En la clínica.
Bruce despertó completamente desorientado y mira la habitación.
—¿En dónde estoy?
Mellea lo mira con emoción y besa sus mejillas.
—Mi hijo, sabía que te recuperarías y que despertarías antes de lo pensado —dijo realmente feliz, el diagnóstico de su hijo era muy delicado, agradece que Luna ha estado pendiente de él y ha dormido en la habitación cuidándolo—. Luna se pondrá como loca, ella ha estado pendiente de ti.
—Madre. ¿Qué pasó?
—Tuviste un accidente con Dylan y Luna, Dylan se encuentra recuperándose por los golpes que se llevó en las costillas y Luna fue la única que salió ilesa de ese accidente, ella nos contó que tú la salvaste. Eres un ángel hijo, no sabes lo feliz que soy de tenerte a ti y tus hermanos —dice realmente feliz de haber criado a un buen hombre.
—Madre, no siento las piernas —dijo queriéndose mover y no puede—. No siento las piernas.
Mellea lo mira con angustia.
—Hijo, el golpe que sufriste en la columna fue muy grande, no te quisieron operar por lo delicado que estabas, existe una posibilidad que puedas volver a caminar —dice con suavidad y ve su mirada perdida—. Eres un hombre fuerte Bruce, sé que cuando estés bien te podrás operar y ser el mismo de antes.
Bruce sintió la puerta abrirse y es su amada Luna, con ese precioso cabello rubio, esos ojos azules cielo, es tan preciosa y esa piel tan suave y blanca.
—Luna.
—Estoy tan feliz de que estés vivo —dijo agradecida y acercándose a él—. Sé que te recuperaras.
Bruce se siente muy mal, no quiere que Luna lo vea en ese estado y lo peor que debe de saber que es un paralítico para siempre, no la quiere cerca y mucho menos que lo vea en esa situación.
—Luna, por favor, no quiero que vengas más y no te sientas comprometida con lo que paso, todo esto es mi culpa y tendré que convivir con ello.
—Pero Bruce —dice sorprendida.
—No quiero ver a nadie. Madre, cuando me den de alta, me iré con el abuelo a Alemania.
—Hijo —dijo Mellea atónita por lo frío que está comportándose con Luna.
Luna salió de la habitación completamente dolida y molesta, porque Bruce la está tratando de esa forma, si nunca la había tratado así.