Capítulo # 5
En la mansión Catalano.
Bruce espera una respuesta de Luna, él la ama desde hace años y saber que lleva su hijo en su vientre, es lo más precioso que le puede pasar, quiere hacerla feliz a pesar de su carácter tan peculiar.
Luna no puede articular palabra, porque Bruce quiere complicarse la vida con ella, para qué quiere hacerla su esposa si ella es feliz a su manera, tiene un trabajo estable, un departamento propio y tendrá su bebé, el bebé de ambos y tendrá que compartirlo con él, porque así que quiere hacerse la fuerte, no tendrá el valor de abandonarlo del todo, podrían llegar a un acuerdo para que ella pueda visitarlo.
—Luna, no te sientes presionada —habla Bruce completamente derrotado y sintiéndose realmente mal, nunca Luna podrá amarlo como él la ama a ella, será mejor que Luna viva como siempre ha vivido y que cada uno siga con su camino. Amará profundamente a su bebé, será la unión de algo que veía imposible y lo atesora siempre a su pequeño o pequeña.
—Bruce, vamos con calma, sí, no quiero decir algo que después me pueda arrepentir —dijo con suavidad, le duele ver su tristeza, es muy duro darle esperanza en algo que nunca podrá suceder—. Voy a irme a preparar mis cosas y mudarme de una vez.
—Le diré a mi abuelo que te acompañe, no me sentiré tranquilo si vas sola.
—Perfecto, ya me siento mejor y dile al señor Ellis que venga —dijo levantándose del sofá.
—Abuelo —lo llama fuertemente.
Ellis aparece y mira a los jóvenes.
—¿Para qué soy bueno?
—Necesito que acompañes a Luna, no puede estar sola —pidió, su abuelo hace un gesto que no entiende nada.
—Señor Ellis, lo que sucede es que Bruce anda un poco paranoico, porque cree que le pasara algo a su hijo —dice alegre, ve como el señor Ellis la mira con mucha emoción—. Entonces, es tu hijo Bruce.
—Así es abuelo, será tu primer bisnieto —expresa Bruce con orgullo y emoción.
—Vamos, hija, necesito que me cuentes todo.
—En el camino le cuento todo.
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En la mansión Milano Vitale.
Ayla está disfrutando de su desayuno, cuando ve venir a su esposo con una cara.
—¿Qué pasa amor? —pregunta preocupada, observando como su esposo se siente a su lado—. ¿Y por qué esa cara?
—Lo que pasa es que, Bruce se enteró de que el bebé de Luna es suyo —soltó olvidándose que está en compañía de sus suegros y cuñados.
—¡Que acabas de decir! —exclama Axel, enfurecido, levantándose de la silla—. Ese se casa con mi hija, se hizo ayer el inocente, ese desgraciado.
—No es así, señor Axel —dijo antes de que pase una desgracia.
—Ella se inseminó de él —comenta Gaia disfrutando de su desayuno y agarra la mano de su esposo para que se siente—. Tu hija sigue siendo virgen, así que nadie la deshonró.
Axel con la boca abierta e intenta asimilar la información, acaso Luna hizo lo impensable, es que su hija piensa y actúa de una manera extraña.
—Pobre chico —soltó él comenzando a comer.
—Ya sabemos que mi hermana es virgen y embarazada —soltó Emilio—. Esto parece de película.
—No te burles —le exige Marco.
—Por lo que me dijo Bruce, por un audio ella le contó todo y parece que Luna no quiere entregarle el bebé cuando nazca —cuenta seriamente.
—Luna, firmo algún documento —pregunta Axel Armando.
—No.
—Ahora compadezco a Bruce —comenta Ayla disfrutando del desayuno y deja de comer—. Odio las náuseas de mañana.
—¿No estarás embarazada? —le pregunta Derek fascinado que tengan un segundo hijo, su esposa se niega a tener otro hijo.
—No, olvídate de eso, yo me quedo con Dante Gabriel.
—Te apoyo hermanita —dice Axel y ve venir a su hijo Azael, tiene tres años y es su mundo, es moreno como él, es una pequeña copia de él. Su esposa no hizo nada—. Aquí viene mi heredero.
Azael fue directo a los brazos de su abuelo Axel, se aferró a su abrazo.
—Los hijos de unos son unos traidores —comenta Axel Armando.
—Azael, sabe que su abuelito lo ama más —dijo su padre para hacerlo enojar.
—Desayunemos, para que visitemos a Luna —dijo Gaia a su esposo.
—Me parece bien, así nos explica mejor esa niña —disfrutando del desayuno y dándole de comer a su nieto Azael.
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En la mansión Mancini Morgan.
Isabella está disfrutando del desayuno, su primita Melia no ha querido separarse de ella, al punto que se puso a llorar cuando ella se iba a dormir a la casa de sus padres, se puso muy nostálgica, no se le despega la pequeña de su lado.
—Te ganaste el premio —dijo Liam sonriendo y disfrutando como su hija no quiere separarse de su prima—. Estás preciosa Isabella, de verdad, heredaste el cuerpo de tu abuela Daniella.
—Así me dicen y la verdad, comienzo a crecerlo, mi abuela no deja de alardear que soy muy parecida a ella —dice avergonzada.
—Ese cabello negro y esos preciosos ojos azules como Axel —dijo orgulloso—. Eres el bombón de la familia.
—Que no te escuche Leticia, porque se pondría como loca —suelta, divertida, que su primo sea tan detallista y es así, porque su esposa Delia es una belleza.
—Mi hermana, es pura delantera —riéndose a carcajadas.
Isabella sabe que es verdad, aún no entiende que le vio su primo Axel porque Leticia es preciosa, con ese cabello rojizo y esos preciosos ojos verdes como su tía, no tiene casi trasero, en cambio, las Milano, tienen buen cuerpo, como dice su abuela Daniella, heredaros el buen físico de las abuelas paternas y maternas con sus primas Ayla y Luna.
—Buenos días —habla Dylan soltando un bostezo, le dio un beso en la mejilla a Melia—. Te la ganaste.
—Sí.
—Dylan, podrías acompañar a Isabella a encontrar un departamento, es que se quedará por un tiempo y no quiere vivir con sus padres —pidió Liam a su cuñado.