Domingo 17 de junio del 2012, es día de misa; que inicia a las doce. Normalmente la iglesia se llena, son pocos los que no suelen asistir. En el pueblo la rutina empieza temprano, generalmente a las ocho, aunque otros llegan a levantarse a las siete de la madrugada. De lunes a viernes las clases iniciarían a las doce y acaban a las tres, usan ese horario porque se ajusta mejor al estilo de vida de la mayoría, casi todos son granjeros y ocupan las primeras horas de la mañana para trabajar en sus corrales y huertos, así que sus rutinas se aplican en casi cualquier día.
Íngrid Garza despierta a sus tres hijos a las ocho, la noche anterior siempre preparan un tentempié pequeño, para tener algo en el estómago nada más levantarse; el desayuno viene después de los quehaceres básicos. Todos se despiertan cuando los llama uno a uno, aunque a Brais le cuesta un poco, hace un mes cumplió los seis años, está listo para formar parte de los trabajos de la granja, por lo que aún tiene que acostumbrase al nuevo horario.
Hoy es turno de Sigrid levantarlo y ayudarlo a cambiarse, aunque primero se cambia ella y batalla un rato con su ondulado cabello, que en las mañanas pareciera aumentar su volumen al doble, pero termina venciendo y domando a la bestia rojiza que tiene en la sabeza; luego intenta apurar a su hermano lo más que puede, no quiere perder el tiempo, mientras tanto su madre está en la cocina calentando los aperitivos y su hermana mayor, Gadea y su padre están viendo las herramientas para sus respectivos trabajos que tienen repartidos; comen unos sándwiches, beben jugo, y luego cada cual a sus trabajos.
Tienen un huerto mediano y una decena de ovejas, por las mañanas lo que hacen es llevar a las ovejas a pastar en los prados frescos de los alrededores, y mientras están fuera también aprovechan para limpiar el pequeño granero en el que pasan la noche, eso lo hacen a diario, no las tratan mal. Gadea y su padre se encargan de limpiar, Íngrid y Brais tienen un trabajo más simple, revisan el huerto, les ponen fertilizante y se deshacen de la hierba y los insectos dañinos, parece simple, pero para gente que no usa salidas fáciles como pesticidas industriales y maquinaria, es algo que requiere mucha práctica, concentración y atención. Sigrid por su parte es la pastora, es quien se encarga de llevar a pastar a las ovejas, no le desagrada, le gusta salir a caminar y hay lugares que tiene por rutina frecuentar.
Antes de salir, hace una oración pidiendo seguridad, ora unas tres veces en la mañana, al despertar, al comer y al salir; y aunque es una pastora y tiene que salir a caminar sobre la tierra y el barro, siempre insiste en llevar falda, es la prenda que nunca falta en sus conjuntos, aunque siempre las usa largas, por cosas de decencia.
El pueblo está rodeado de considerable espacio, muchos granjeros llevan su ganado a pastar alrededor, Sigrid no va lejos en la mañana, pero a estas horas hay una especie de distancia límite, aun así, tiene tiempo para pasear, le gusta frecuentar ciertos sitios, como la laguna que conecta con unos de los ríos del pueblo, le gusta acercarse a ver y escuchar las ranas en la mañana. Son adorables, pero parece que ella es la única que piensa así.
Eso sí, igual que hay lugares donde le gusta pasar o estar, hay otros que evita a roda costa, especialmente el bosque embrujado del noreste del pueblo. Dicen que una bruja que se hablaba con el diablo en forma de urraca durante el siglo XVIII, cuando la descubrieron, la quemaron, pero se convirtió en una urraca y huyo al bosque. Muchos dicen haberla visto, pero es una leyenda local que solo la gente del pueblo conoce; Sigrid se acercó una vez por curiosidad cuando era más pequeña, y un par de urracas enfurecidas casi le sacan los ojos. Gracias a esa experiencia no puede ver un ave de ese tipo ni en fotografía, y cuando tiene que acercarse demasiado al lugar aprieta con fuerza el crucifijo de su cuello y reza todo lo que sabe.
Una mañana fresca y sin nubes. Sigrid lleva las ovejas a beber al riachuelo, es más sano que darles agua en un bebedero sucio donde se acumulan bacterias, el agua del rio es muy limpia. Las guía con un canto agudo; es una pequeña tradición que quedó de sus ancestros venidos del norte, se lo enseño su madre, pero le da vergüenza que la oiga alguien más aparte de las ovejas, o que la vean mientras canta; por el mismo motivo tampoco se ha unido nunca a un coro escolar o de la iglesia, prefiere cantar para las ovejas y para sí misma. Aunque es cierto que no sabe nada sobre teoría del canto, no distingue notas, ni nada relacionado, podría decirse que no sabe lo que hace, pero lo hace bien.
Sigrid disfruta pasar la mañana paseando por los alrededores de su hogar, respirando buen aire, en contacto con la creación del señor, sí no fuera demasiado temprano, se alejaría más y se iría a recostar sobre el pasto de alguna colina, con el pelo suelto y pies descalzos. ¿Qué más puede pedir ella? Pues que no se acabe, poder estar aquí toda la vida, pero no es posible. La familia entera va a mudarse cuando acaben las clases y celebren por última vez el día de San Deucalión.
Sus padres lo decidieron y no hay nada que hacer al respecto, lo han discutido ya y está decidido como una ley. Ella dejo de decir nada al respecto hace tiempo, pero por lo menos podrían decirles con más exactitud a dónde, lo único que saben es que es al otro lado del mar; no dan demasiados detalles y eso la frustra. Únicamente dicen que no es un lugar muy diferente a su hogar actual, pero eso no le da consuelo, si quisiera un lugar parecido a su hogar, se quedaría en su hogar.
Los últimos meses han estado vendiendo y deshaciéndose de lo que no podrán llevarse: su camioneta, sus muebles; incluso se han deshecho de gran parte de su ganado, lo que ella vigila ahora es menos de la mitad de lo que fue a inicios de año, incluso dieron en adopción a Hugo; su perro pastor, el pensar en eso le recuerda la cercanía de lo inevitable.