Continente de Gigantes

Soy mi propio dios

L

a inquisición hallo una cruz, en la isla llamada simplemente “El Fin del Mundo” en Tierra del fuego, Chile, el punto más al sur de Sudamérica y el más cercano a la fría Antártida.

Cuando tuvieron la placa metálica la enviaron a Argentina con unos socios que supieran del tema y reconocieran los hechos y criaturas representadas en ellas, gracias a ellos, ya tienen al menos unas ideas de donde buscarlas. Como unos de los puntos reconocidos era el Fin del Mundo, que quedaba cerca de la residencia de sus socios, pues no tuvieron problema en ayudar, había algunas criaturas problemáticas ahí con las que ayudaron. Solo les tomo una semana y la directiva de la inquisición está celebrando.

Hicieron una fiesta en casa de Donato, donde presentaron la cruz en una vitrina de cristal muy elegante, como si fuera la pieza de un museo. Brindaron, comieron un banquete, siguieron soñando sobre qué hacer después y todo iba bien y todos parecían amigos. Pero solo lo parecían.

Los días siguientes, el arzobispo Alonzo visito varias veces a Soraya para decirle que sospecha de sus compañeros. Ahora que tienen una nueva cruz, es algo muy valioso y no sería raro que intenten adueñarse de ella, aunque realmente no les servirá de nada mientras Alonzo aún tenga la cruz única, y por eso está preocupado. Pueden tratar de matarlo para quedarse con la cruz o pueden ir a buscar a sus socios expertos en magia para crear alguna nueva, cosa difícil si el conocimiento que se perdió hace siglos, Soraya nunca tuvo ese conocimiento, así que no pueden preguntarle. A partir de ese momento, cada día trae una nueva sospecha de alguien más o de lo que están haciendo, de gente en la que confiaba y de la que desconfiaba desde hace tiempo, y solo se lo cuenta a Soraya; no es que confié en ella, es que sabe que ella no puede decir nada a nadie más.

Soraya tiene casi mil años, ya ha visto esto antes; los juegos de poder, las traiciones, la desconfianza; el día a día de la política. La tiene aburrida, ella forma parte activa de esos juegos de poder, solo se queda en un costado escuchando chismes de una sola persona, solo puede conformarse con películas y series que traten sobre el tema.

Sea como sea, está casi segura de que Alonzo tiene algo de razón en desconfiar, quizás no todas sus sospechas sean ciertas, pero sin duda habrá gente tramando a sus espaldas. Todo esto solo terminará con una o dos muertes como de costumbre, luego habrá algunos cambios de puestos de poder, para la inquisición será un cambio radical, pero para Soraya no será la gran cosa, mientras le sigan dando un cuarto con internet y televisión por cable, todo lo demás le da igual.

¿Ya amaneció? No es posible, Sigrid nunca se despierta con el sol tan en lo alto, además, la ventana de su cuarto no da directo al amanecer, no debería estar recibiendo la luz directo en la cara. Un momento, ella no está en su cuarto, ni en su casa, ni en su pueblo; desde hace más de una semana que no vive en San Deucalión. Abre los ojos esperando ver donde se encuentra, y lo primero que ve es un felino enorme, similar a un leopardo, con el hocico bien abierto y exponiendo sus enormes dientes.

La niña entra en pánico al ver los dientes y recordar algo: una mordida; algo la mordió anoche. Grita guiada por ese pánico, el felino reacciona agitado y todo alrededor parece sacudirse, por un momento pareciera que el mundo entero da una vuelta y cae al agua fría.

Ella sabe nadar perfectamente, pero el pánico aún la domina unos momentos, lo único que consigue es aferrarse a una pieza de madera que flota cerca suyo. Esta en medio de un rio, y el rio en medio de la selva ¿Cómo llegó ahí? Lo último que recuerda es que Urko le quemo su herida en la pierna y luego todo se volvió negro. ¡La pierna! ¡¿Qué pasa con su herida?! Tiene que sacarla del agua.

—¡Sigrid! —Escucha que alguien la llama, es Trea, que está encima de la cosa de madera, empapada, pero extendiéndole la mano para ayudarla a subir. Una vez arriba trata de revisar la herida en su pierna ¿En cuál pierna era? No siente dolor ni ve ninguna herida en ninguna, está perfectamente.

—¡¿Qué diablos ha pasao?! —Pregunta, tratando de sacudirse y secarse el pelo y la ropa.

—Sobre tu pierna, no se —Explica —Sobre lo de anoche…es largo, y creo que Urko lo sabe mejor ¿Dónde…?

—¡Ahí!

Urko está saliendo del agua, en la orilla cercana, con el jaguar al lado, pero parece que ni el felino tiene intención de atacarlo, ni Urko se preocupa por ello, simplemente se aleja mientras la bestia se sacude el agua del cuerpo.

—¡Achachay! —Exclama el gigante —¡Que frio!

—¿Ese no es…? —Pregunta Sigrid apuntando hacia el felino.

—Era la rana que rescataste hace días, se llama kuartam, pero desde anoche parece que se le curo la pata.

—¿Y qué hace aquí?

—Pues…

De repente la cosa de madera se sacude, Abraäo estaba desesperado por no ahogarse, se agarró con fuerza y brusquedad a ella y la agito un poco, por suerte ellas solo se llevan un pequeño susto, él sigue alterado por casi ahogarse. Trea lo ayuda a subir al bote volteado, el pobre chico se agarra a él como un gato en pánico que clava sus garras en un punto seguro.

—¡VENGAN PARA ACA! —Les grita Urko desde la orilla.

Reman con las manos y pies hasta la orilla, donde Urko está escurriéndose la camisa y la kuartam se está estirando cual gato. Llegan a la orilla y ya con los pies en la tierra tratan de escurrirse la ropa y el cabello.



#1448 en Fantasía

En el texto hay: aventura, magia, violencia

Editado: 13.01.2025

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