La masacre de San Deucalión fue noticia de interesa nacional e internacional durante toda una semana y varios días más, solamente quien haya estado aislado del mundo civilizado todo ese tiempo no se enteraría, porque hizo mucho ruido mediático por lo extraño y terrorífico que resulta.
La mañana del 25 de junio, en el pueblo de San Deucalión, todos sus habitantes estaban muertos. Hombres, mujeres, niños, ancianos y algunos perros y gatos, todos habían sido devorados y su carne arrancada, quedando apenas un poco de ella en los huesos. Fue una masacre para la que no hay explicación, no hay huellas ni rastros de ningún tipo que revelen a la criatura culpable, porque no es algo que haya hecho el hombre.
No hubo sobrevivientes, solo algunas personas que abandonaron el lugar antes de que se desatara la masacre y que no vieron nada inusual. Turistas y gente que iba de viaje y que lidian ahora con sus propios problemas.
Ingrid Garza lleva desde hace una semana viviendo en un hotel en Barcelona, esperando a que la policía le diga algo, ya sea sobre San Deucalión o sobre Sigrid, y también la acompaña la pareja Laszlo, que está en su misma situación. Esa noche, cuando iban a abordar el avión y ella no apareció, no creyó que sería tan grave, creyó que simplemente su hija se habría perdido en un lugar tan grande y salió a buscarla mientras su esposo y sus otros hijos abordaban el avión. Al principio se molestó por perder el avión y consideraba regañarla cuando la encontrara, pero cuando pasaron horas y no supo nada de ella se preocupó, informo a la policía y no sirvió de nada, al día siguiente vio en un noticiero lo que ocurrió el pueblo y la policía la interrogo al respecto. No había nada que pudiera decirles, ella no sabía nada y tenía sus propios problemas.
Es raro, hasta solo hace unos días daba muchas cosas por sentadas, tenía una familia e hijos, y creía que los seguiría teniendo al día siguiente y por un buen tiempo, podía darse el lujo de enojarse con ellos, ahora, si de repente Sigrid apareciera, no podría hacer otra cosa que abrazarla y darle regalos. En los momentos en los que imagina el peor escenario, también le vienen a la mente recuerdos del pasado, del buen pasado, cuando Sigrid nacido, cuando aprendió a caminar, cuando aprendió a hablar, cuando aprendió a cantar, un montón de cosas que la ponen sentimental.
Orco, el indio, él parece ser el centro de sus problemas ahora mismo, cuando revisaron las cámaras de seguridad del aeropuerto, lo vieron hablando con Sigrid y con Trea antes de abordar un avión hacia Brasil. Es raro, por la forma como se comportan, parece ser que son ellas las que decidieron seguirlo a él y no él quien has orillo a eso. Aun así, él parece ser alguien peligroso, las cámaras lo vieron entrar al mismo baño donde se encontró un cadáver y se acaba de destapar un entramado de corrupción y trafico bastante serio en el aeropuerto gracias a sus acciones, no es alguien que Ingrid quiera cerca de su hija. Si se atrevió a hacerle algo, incluso muerta va a volver del más allá a buscarlo y hacerle pagar.
Sigrid también extraña a su madre, y a su padre, a sus hermanos y a todos los que conoció en su hogar, ojalá pudieran devolver el tiempo atrás para salvarse a sí misma de meterse en el lio en el que está ahora. Pero tiene que volver a poner los pies en la tierra.
No entran a Flores Vermehlas de inmediato, se quedan en el límite entre la selva y la ciudad, descansando antes de entrar en un nuevo terreno. Quizás deberían darse un baño en el rio antes, ahora mismo tanto Sigrid, Abraäo y Trea, parecen pordioseros ¿Cómo hace Urko para verse tan pulcro? Lo único que pueden criticarle es tener un olor corporal fuerte, pero no a sudor y mugre, sino a humedad y selva, y algo de sangre quizás.
—Bien, hagamos esto —Dice el susodicho gigante —Tengo que salir a ganarme la vida, ustedes…
—¿Qué? —Trea.
—¿Yo que se? Vayan a…a pedir limosna o algo, aprovechando que parecen pordioseros, y para servir de algo, gánense la vida; yo voy y vuelvo en la tarde aquí mismo, pero antes ¡Kuartam!
La palabra, junto con un chasquido de dedos hace que la jaguara se encoja, pierda el pelaje manchado y la cola, se convierte en una rana amarillenta de diez centímetros.
—Oh —Dice Sigrid, sintiendo algo de ternura por la criatura, había olvidado que fuera tan pequeña.
—Eres rara —Dice Urko mientras recoge a la criatura con cuidado —Pero como parece que te gustan mucho los batracios, ten.
Sin ninguna anticipación, deposita la pequeña bestia sobre la cabeza de la enana. Sigrid se queda quieta, un poco porque no quiere que la rana se caiga y otro poco porque no quiere alterarla y que se convierta en un jaguar que le saque la cabeza.
—¡¿Qué haces?! —Le reclama.
—Te la encargo.
Antes de poder hacerle cualquier reclamo cruza la calle que separaba la ciudad de la selva y se empieza a alejar. Sigrid le hubiera alcanzado y devuelto la kuartam, pero no quiere hacer movimientos bruscos, ahora mismo siente como si llevara una bomba super sensible en la cabeza que puede explotar en cualquier momento.
—Sera infeliz —Dice.
Ni Abraäo ni Trea pueden ayudarla, incluso si fuera una rana común, les daría asco agarrarla, es la propia Sigrid quien tiene que quitársela de encima con todo el cuidado posible; al principio lo hace con las dos manos agarrándola de los lados, pero eso parece molestarlo así que, a la primera oportunidad, pone sus manos debajo de ella, para agarrarla por abajo, y así deja de sacudirse tanto.