Abraäo sueña feo, sueña que vuelve a su casa y todos están felices, felices de que él no este, todo va bien hasta que vuelve, y todos lo desprecian, lo miran con rabia y le recuerdan todo lo mal que ha estado haciendo todos estos años. Como salía de la casa sin hacer los quehaceres y favores que le pedían, como tiraba su ropa en el piso y también basura, como fundas de papas fritas, como tomaba las cosas ajenas cuando le daba la gana y luego ni se molestaba en recordar donde las dejo, incluso cuando les robo dinero de sus ahorros solo para hacerse las rastas que se cortó hace tiempo; y aun así nunca lo corrieron, nunca le exigieron que se marchara, al menos Irasema y Nardo no lo hacían, porque había otros que tenían muchas ganas, nunca le falto comida aunque los mayores redujeran sus porciones o no comieran nada, a veces incluso no llegaba a comer solo por estar con sus amigotes en Vila Alborizada ¿Cómo se supone que vuelva ahora a verlos a los ojos con las manos vacías?
—¡Despierta negro! —Escucha mientras siente una leve sacudida, abre los ojos, pero no ve nada, esta oscuro, y hace frio, la fogata junto a la que se durmió esta apagada.
—¿Dónde carajo te metiste? —Exige saber.
—Baja la voz —Dice el gigante, susurrando, y encendiendo el amuleto de fuego en su mano —Y ven, necesito que me des haciendo un favor.
—¿No lo puedes pedir aquí mismo, y de paso enciendes otra vez el fuego?
—Has caso, miércoles.
De mala gana, se levanta, se pone precariamente los zapatos y sigue la luz del amuleto de fuego, se alejan unos veinte metros del campamento y de Sigrid.
—¿Qué mierda quieres? —Pregunta Abraäo cuando Urko para.
—Que te vayas, ya, de una vez antes de que la enana ojona despierte.
—¿Qué? —Abraäo tenía el cerebro medio dormido aun, pero entro en alerta cuando oyó lo que dijo el indio —¿Estás loco?
—Escúchame bien porque solo lo voy a decir una vez: ella no tiene a donde volver, su pueblo, San como se llame, están todos muertos, desde hace tiempo, la inquisición los mato a toditos, la misma noche que intentaron matarme a mí la primera vez, no hay vecinos, ni conocidos, ni padrinos, nada.
El cerebro de Abraäo continúa encendiéndose abruptamente mientras escucha eso, es una revelación horrible, como si no hubieran tenido suficientes ayer. No es broma, sin duda que no.
—¿Por qué mierda no se lo dijiste antes? —Cuestiona.
—Por cobardía.
—Bueno, pues vete acomodando los huevos y dile.
—Lo voy a hacer, pero primero necesito que te vayas.
—¿Por qué?
—Porque —Su habla se pone torpe, titubea y le salen gallos —Porque no quiero tener a nadie cerca cuando pase esto, va a ser super incomodo, y creo que vos también has de creer que esto tengo que decírselo cara a cara ¿O no?
—Y por eso quiero asegurarme de que lo haces, antes de irme.
—¡¿Y tú por qué?! —Urko se está desesperando —¿Qué miércoles te importa a ti esto?
—Pues porque no confió en ti, y seguramente le mientas o no le digas nada.
—Por dios, no te pongas mojigato ahora, años debiste tener para andarte preocupando por otros más cercanos a vos ¿Y ahora te preocupas por una conocida de hace unos meses a la que hace poco tiempo odiabas?
Ese es un golpe bastante bajo y doloroso, como si no cargara suficiente culpa por sí solo ya.
—No debería importarme —Responde firmemente —Pero me importa, y no voy a irme a ningún lado si ahora mismo no vas y le dices todo.
—Yo nunca te pedí nada —Dice sacando de debajo de su camisa la misma arma con la que asusto a Abraäo ayer, pero no lo apunta directamente, solo la deja ver y toma un tono de voz más grave y amenazante —Tu sigue recto por allá y llegas a una calle, luego, ve a donde…a donde sea, en cualquier sitio has de hallar un aeropuerto y algo de español has de poder leer, llévate la piedra de Babel si quieres, pero desaparécete ¡Ya!
—¿Puedo recoger mis cosas al menos? —Le tiembla la voz al hacer ese pedido.
—Si, ¿Ya qué? —Responde con calma.
Abraäo aun no quiere irse, así como así, no confía en Urko, pero tiene una casa y una familia con la que quiere volver, es mucho que perder. Sigrid tendrá que lidiar con esto sola.
—¡AH! —Grita Sigrid al ver el hocico de la kuartam tan cerca de su cara al abrir los ojos.
Su relación con esa bestia ha sido complicada desde el principio. La kuartam la miran con interés en muchas ocasiones, y en vista de esto, Sigrid ha intentado acercársele en su forma de jaguar y tratar de acariciarle, solo para recibir gruñidos y rechazo, es como un gato, pero de más de doscientos kilos, y aun así lo ha intentado varias veces, con el mismo resultado. En su forma de rana era más manejable, aunque simplemente se ponía pasiva y no reaccionaba cuando la niña la manipulaba, porque lo requería la situación, nada más, en cuanto tomaba su forma felina y estaba en una posición superior, guardaba las distancias.
De repente esta mañana le dio por acercar el hocico a su cara; nunca antes se había acercado tanto por su propia voluntad ¿Qué le ocurre? ¿La vio sensible y quiere consolarla? ¿O la ve como una presa en un momento de fragilidad que puede aprovechar?