Ninguno de los días siguientes Sigrid pudo dormir bien. Aunque Urko le hace ver que a fin de cuentas la culpa es de la inquisición, una parte del subconsciente aún se culpa a sí misma por la masacre de San Deucalión, y eso se manifiesta en pesadillas que la despiertan varias veces en la noche; eso, si es que se consigue dormir, que realmente pasa gran parte de la noche despierta. De vez en cuando tiene sueños más agradables, que son más bien recuerdos; recuerda un cumpleaños, suyo o de alguien más al que fue invitada, el año nuevo, la navidad, o simplemente un desayuno en familia y un paseo al rio en un día de verano. Los sueños alegres solo ofrecen un consuelo momentáneo, en cuanto despierta y ve que realmente todo eso se ha perdido, se desploma.
Gran parte de las noches se le van mientras llora, pero durante el día, está más enojada e irritable que triste, poniendo mala cara y refunfuñando al responder cuando Urko le habla. La kuartam aun parece que trata de acercarse a ella y observarla mientras duerme, o mientras esta distraída, pero gruñe y se repliega en cuanto la niña estira la mano; eso también la irrita: que la bestia sea tan poco clara con lo que quiere comunicar, pero obviamente no le va a reclamar ni responder sus gruñidos, el miedo que le tiene aún es mayor que el fastidio que le provoca.
El joven gigante, por su parte, soporta. No espera que supere las cosas de la noche a la mañana, solo puede mantenerla activa y darle algo en lo que concentrarse. Le estuvo impartiendo unas clases improvisadas de supervivencia callejera, principalmente sobre defensa; le dio su propia navaja afilada y le indico los puntos donde atacar a alguien si lo necesita. Herir las extremidades sirve para soltarse de algún agarre, apuñalar el estómago evita que el rival grite, la ingle sirve para deja inmovilizado de dolor a alguien (Especialmente si es hombre) y si se quiere asegurar una muerte, lo mejor es el cuello, o la cabeza; aunque esta última es complicada, ya que hay un cráneo de por medio para llegar al cerebro, además, con la cruz es más sencillo simplemente romper un cuello, es rápido y no hay sangre. No tiene consejos sobre cómo lidiar con peleas prolongadas, ya que realmente no sabe pelear, su estilo es atacar por la espalda y hacer todo el daño posible antes de cualquier reacción.
También tomo cartas en el asunto en el tema del robo. Se alivio al saber que prefería robarle a gente ricachona, que vista elegante y lleve bolsos Gucci. Regla de Robin Hood: roba al que parece rico y gasta entre la clase media, también trata de convencerla de robarle a policías, cosa a la que se niega.
Con el tema del dinero parcialmente solucionado, lo siguiente en planear su siguiente paso. Una tarde, luego par de días de que pasara “Eso” se colaron en la biblioteca de un colegio, donde por suerte también había un par de computadoras específicamente con fines académicos, lo que no evito que hubiera una carpeta con GTA San Andreas, Halo y Minecraft.
“Tesoro de los incas” Escribe Urko en YouTube, y se pone a ver unos videos del tema.
—¿Buscaremos El Dorado? —Pregunta Sigrid.
—No existe el dorado —Contesta, pausando el video—Lo que existe es el tesoro de los Incas y ese fue el que inspiro la historia de El Dorado.
—¿Y dónde está el tesoro?
—Eso estoy revisando, solo se tiene la leyenda, pero nunca se ha encontrado.
—¿Seguro que existe?
—La biblioteca de hierro que escondían debajo de la iglesia del pueblo dice que sí, creo.
—¿Crees?
—El cuaderno donde anoté todo se mojó, cuando alguien le pego un susto a la jaguara y volteo el bote, ya lo único que me queda es lo que pude memorizar, y lo que recuerdo es un guerrero inca dejando la cruz entre un tesoro, y pues, solo se me viene a la mente este tesoro.
—¿Y cómo va esto? ¿De qué va la leyenda?
—Los españoles lo lograron capturar al emperador inca, Atahualpa, y pidieron un rescate por él, un cuarto entero lleno de oro y plata, y luego aún más, pero lo mataron antes de recibir todo el pago y los incas escondieron lo que falto en algún lugar que todavía no se encuentra, eran varias toneladas de oro y plata, no se sabe bien cuanto, pero los incas eran famosos por su oro, lo usaban hasta para construir sus templos y para adornar al inca, así que imagínate, podridos en plata.
—¿El inca? ¿Ahora inca es uno solo?
—Bueno, inca, era en realidad el título del que gobernaba el reino, como un emperador, el emperador del Tahuantinsuyo.
—Ta-guan-ti-suyo.
—Ta-huan-tin-suyo, con “h” y con “n” así se llamaba el reino inca.
—Ta-huan-tin-suyo, Tanhuan-tinsuyo, Tahuantinsuyo, lo pillo ¿Cómo haces para pronunciar eso?
—Es la costumbre, aquí hay lugares con nombres como Tungurahua, Guayaquil, Rumiñahui etc. La lengua se ejercita.
—Vale, oye ¿Y por qué no usaron el oro para hacer sus armas? Para plantarle cara a las armas de los españoles.
—Porque era sagrado, un regalo del sol, y la plata de la luna, eran sus dioses.
—Que envidia, al menos ellos veían a sus dioses a la cara.
—Sacrificios humanos, que no se te olvide.
—Vale, vale, ya entendí, aunque ahora que lo pienso ¿Podría ser que esos dioses estuviesen ahí de verdad y de verdad pidiesen sacrificios?