Continente de Gigantes

Es más difícil de lo que imagine

Es de noche, muy de noche, aun así, la ciudad está activa ¿Cómo no va a estarlo? Es Rio de Janeiro, una metrópolis, mucha gente disfruta salir de noche, pero en esta ocasión no es algo disfrutable. Abraäo casi no ha dormido en todo su viaje de regreso, incluso extraña las camas de metal y tablas de su casa, con todo lo que le costó llegar y el cansancio que tiene encima se podría dormir sobre un colchón de ladrillo. Aún no llega a casa y la siente su mirada juzgadora sobre él. Volver con las manos vacías, como si todos estos años no hubiera causado ya suficientes problemas; podría ir directamente a casa caminando por una calle u otra, pero los nervios le hacen pensar, y tomar un camino diferente para dar una vuelta grande y demorarse más. Solo retrasa lo inevitable.

—¿Abraäo? —Oye que alguien pregunta; en su afán por retrasar su llegada había ido a parar a los barrios embrujados de Vila Alborizada y para peor frente a la casa de Lainer, el viejo rey brujo, que aún lo reconoce a través de las cataratas de sus ojos —¿Y ese milagro? Hasta que apareces cabrón, tanto tiempo de no verte que se empezó a decir por ahí que te echaron de la casa ¿Qué paso?

—Me fui de viaje —Responde firme, Abraäo no le teme —Y he vuelto.

—Se ve que volviste y parece que viaje estuvo culero, creo que bajaste un par de kilos, estas como un muerto.

—Bueno, sí, fue una mierda, pero ya volví ¿Me extrañaron?

—Cómo los perros a las pulgas —Dice riendo —Los brujos bastante, las niñas de doña Larissa tuvieron otros con quien consolarse, tu manada no sé, desde que te desapareciste como que andan más calmados y alegres, y hasta parece que ganan más plata.

—Son una basura —Dice molesto.

—¿De qué te quejas? Si están mejor sin ti a lo mejor que tú eras la basura.

—Si, a lo mejor si —Responde sin ánimos luego de reflexionarlo.

—A ver ¿Qué te pasa? —Pregunta con aire un tanto consolador.

—Me pasaron unas cosas en este viaje y como que…

—Espera, estas cosas se cuentan con una buena botella y un cigarro, pasa.

—Mejor que sea afuera ¿Sí?

—Bueno.

El anciano entra a su casa y saca un par de botellas de cerveza y una caja de cigarros. Abraäo nunca ha sido muy viciado al alcohol, pero aun así se lo acepta, por otro lado, el cigarro aun le tienta, así que le acepta un par. El anciano se sienta junto a él en la acera y enfría sus botellas solo con el toque de su bastón.

Conversan, el anciano le cuenta las novedades de los alrededores durante su ausencia, nada importante, mientras no se involucre a la herrería Ferreira. Abraäo por su parte le cuenta un resumen de como lo paso, especialmente cuando casi muere y como ahora le dio por replantearse sus decisiones de vida, aunque omite ciertos detalles.

—¡JA! —Se ríe el anciano —Fumas desde los once y desde esa época te dedicabas a subirle la falda a las niñas de doña Larissa ¿Ahora te dio por jugar a la buena gente?

Abraäo queda fastidiado por la respuesta, aunque no se podría esperar menos de alguien que vive de maldecir y causar sufrimiento.

—Bueno, yo aún tengo mucha vida por delante —Comenta el muchacho —Quiero hacer las cosas bien.

—Aja ¿Sabes? Si me muriera mañana, me moriría contento, no viví mal, viví todo lo bien que puede vivir un brujo por aquí, o a lo mejor todo lo bien que puede vivir cualquier persona por aquí, pero no conseguí eso tocándome el corazón a cada rato.

—Bueno, yo no soy como tú.

—El consejo está dado; por el otro lado, sigue contando lo que paso.

—Nada, que luego de que el indio me echara, estuve varios días dando vueltas alrededor de un aeropuerto hasta conseguir quien me ayudara a colarme en uno.

—¿Tanto tardaste?

—Es que, pues, no tenía plata, así que debía de amenazarle y hacerme el malo y pues, como que ya no.

—Ah, maricón, pero final lo hiciste ¿O no?

—Toco.

—Bueno, al menos ¿Y qué fue de los otros? El indio y la enana.

—Ellos siguieron su camino, y siguen buscando.

—Buscando ¿Qué?

—¿No te dije? La inquisición está buscando unas cosas mágicas.

—¿La inquisición?

—Si, es como una… agencia secreta de la iglesia que…

—Yo sé lo que es la inquisición, y eso ya no existe desde hace ya siglos ¿Qué tiene que ver con lo que paso ahora?

—Ah, pues, te dije que las dos niñas estaban escondiéndose porque sabían cosas sucias de gente importante.

—Si, pero creí que te referirías algún mafioso o a lo mucho de algún político.

—No, hablaba de la inquisición, lo que ellas sabían, y que también sabia el indio, era que la inquisición todavía existe y es la que intento matarlos, y además también buscan unas cosas mágicas raras escondidas por un lado y otro y el indio las quiere encontrar primero, ya saco una del Caipora.

—Háblame de esas cosas ¿Qué son y dónde están?

—Ah, pues, no lo sé bien, parece que son unas cruces mágicas cristianas que si las tienes cerca te da como superpoderes.



#1448 en Fantasía

En el texto hay: aventura, magia, violencia

Editado: 13.01.2025

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