Arcelia sonreía mientras veía a Ingrid junto a su hija corriendo de un lado a otro. Ambas trataban de atrapar al adolescente que tenía en las manos un plato de frutas. Ingrid se veía cansada, y Arcelia admiró más que nunca la fortaleza que poseía. Los últimos días no habían sido tan buenos.
Después de que Ingrid se desmayara el día en que supo la verdad, el sufrimiento culminante llegó a la cúspide en los días siguientes.
Darío no tuvo tiempo de preguntar qué hacían Arcelia y Renzo en su casa, solo se dejó llevar por el enojo y los celos y tomó a Renzo por las espaldas, obligándolo a ponerse en pie mientras sujetaba su camisa. Después empuñó la mano y golpeó a Renzo en el ojo izquierdo antes de que Renzo pudiera reaccionar. Renzo cayó sobre su costado, golpeándose el brazo al caer. Darío no dudó en acercarse a él y darle otro puñetazo en la cara.
Arcelia comenzó a gritar de espanto, pidiéndole a Darío que se detuviera. Hablando incluso del estado en que estaba Ingrid, pero Darío se había vuelto sordo.
Renzo le tomó el brazo a Darío cuando lo golpeó la tercera vez, y luego lo jaló hacia él para hacerlo caer al piso. Renzo se levantó y sostuvo a Darío del cuello de su camisa mientras le golpeaba las costillas. Darío se encolerizó aún más y tomó a Renzo de una pierna hasta hacerlo caer sobre sus espaldas. Renzo se golpeó la cabeza, y quedó adolorido por unos segundos. Darío aprovechó para patearlo en las piernas en repetidas ocasiones. Luego lo tomó por el cuello y comenzó a ahorcarlo.
Renzo lo golpeó en los ojos varias veces, pero Darío estaba implacable. Entonces Renzo recurrió a golpearlo en el cuello y luego en la cabeza. Darío cedió, y Renzo se puso en pie. Luego lo levantó y lo empujó contra la pared. Después lo siguió golpeado en las costillas y en un arranque lo volteó y lo pateó para que cayera de bruces.
Los gritos de Arcelia despertaron a Ingrid. Arcelia quiso ayudarla a salir de la casa, pero Ingrid se detuvo un momento a observar con temor lo que sucedía.
Renzo golpeaba a Darío una y otra vez en la cara. Darío sangraba al tiempo que ya no podía defenderse. Ingrid no pudo contenerse y aún estando débil, se levantó y caminó rápidamente hacia Renzo. Se puso frente a él, y en un reflejo de amor hacia Darío, golpeó a Renzo en la cara para que lo dejara en paz. Renzo se dio cuenta que era ella, y aunque todavía quería seguir golpeando a Darío, se quebrantó al notar que Ingrid prefería a aquel tipo a pesar de todo.
Ingrid se arrodilló y le sostuvo la cara a Darío mientras le hablaba como si él mereciera su compasión. Acto seguido comenzó a llorar al ver que no reaccionaba.
Renzo por primera vez sintió la necesidad de llorar. No podía creer que Ingrid defendiera al mismo hombre que le había hecho tanto daño. Pero algo que Renzo no entendía, era que amar, a veces, es quitarse la vida para darle un aliento al ser amado. Ingrid amaba a Darío más que a nada, a pesar de todo, a pesar de él. Pero no se puede decidir dejar de amar a alguien; el infierno está repleto de ángeles que amaron incondicionalmente.
Renzo se puso de pie. Entendiendo que no debía estar ahí. Pero él amaba a Ingrid, quizá no de la forma en que Ingrid amaba a Darío, pero ella era para él nada más que la mujer de su vida. Renzo entendió su derrota, e hizo un esfuerzo por reprimir su dolor antes de salir de la casa. Quería ver a Ingrid a la cara y decirle que él cuidaría de ella, pero en su lugar se alejó.
Arcelia no entendió lo que sucedió, hasta que vio la tristeza en los ojos de Renzo al ver a Ingrid junto a Darío. Cuando Renzo salió, Arcelia fue tras él.
—¡Oye! —Exclamó para detenerlo.
Renzo volteó a verla con una profunda miseria en su interior.
Arcelia se quedó sin palabras al ver a aquel hombre hecho pedazos.
—¿Estás bien? —Preguntó Arcelia al no saber qué más decir.
—Avíseme si ella necesita ayuda. —Dijo Renzo antes de partir.
Arcelia regresó a casa de Ingrid cuando perdió a Renzo de vista.
Darío ya estaba consciente. Ingrid intentó ayudarlo a levantarse, entonces Arcelia la ayudó a recostarlo sobre el sofá. Ingrid fue a buscar lo necesario para curarle las heridas, y cuando volvió, Arcelia ya no estaba ahí. Ingrid no se preocupó por ella, y de inmediato comenzó a curar a Darío.
Darío la veía con incredulidad. Su genuina preocupación por él lo alarmó; no creía que Ingrid estuviera ahí con él después de lo que le hizo.
—¿Tanto me amas? —Preguntó en voz baja.
Ingrid lo miró a la cara, y después lo besó.
—Te amo y te amaré por siempre.
Darío notó que Ingrid hablaba con la verdad. Unos momentos pensó en cómo habría sido su matrimonio si él no la hubiera dejado de amar, después de todo no cualquiera te sigue amando después de mostrar cuánto daño puedes provocar.
Darío buscó en lo más profundo de su corazón destruido, pero no encontró ningún rastro del amor que alguna vez sintió por ella. No importaba cuántas veces Ingrid intentara ser la mujer perfecta para él, pues él amaba a Kathya.
Entonces Darío se sintió culpable por sus acciones, incluso intentó disculparse en aquel momento, pero las palabras simplemente no salieron a la superficie.
Entonces la tomó del brazo, y le besó la mano en señal de agradecimiento. Ingrid se sentó junto a él y lo abrazó como si él fuera un niño pequeño que necesitaba cariño. Y si le hubieran preguntado, habría dicho que Darío era el mismo hombre que conoció en su primera cita y el mismo del que se enamoró.
Darío se refugió por un momento en sus brazos, dejando salir todo el dolor que llevaba desde la muerte de su madre.
—Aquí estoy. —Dijo Ingrid con amor mientras le acariciaba el cabello.
***
Renzo llegó a casa sin poder dejar de pensar en Ingrid. No sabía porqué ella había defendido a Darío de esa forma, tan instintiva como sorpresiva.