«“El filósofo, político y científico griego Aristóteles nació en Estagira, una ciudad en el norte de la antigua Grecia. Es considerado el padre de la filosofía occidental, junto a Platón. Sus puntos de vista han tenido un impacto significativo en la historia intelectual occidental durante más de dos milenios.”»
Recibí la noticia de mi jefe, de que investigue el reciente caso ocurrido en Najab, no la ciudad tan temida por algunos, sino aquella isla venida a menos por el gobierno Japonés, de un misterioso caso del boticario Aristóteles.
Se dice que residía en una pequeña casa en las costas de Atenas, en Grecia, o eso se pudo saber por sus allegados. Su carácter, para algunos conflictivo, para otros peculiar, resultaban teorías extrañas sobre él si realmente estaba consciente de sus investigaciones o si tan solo una voz del más allá lo guiaba en sus hallazgos. Sea cual sea el caso, sus descubrimientos dieron un gran avance a la ciencia farmacológica gracias a sus exclusivos elixires a base de hierbas medicinales, de procedencia remota para algunos, pero dudosas para la gran parte de sus colegas debido a la gran paleta de colores que estás experimentaban a la exposición de la luz del día y la noche. Se dice que éste concurría en largas travesías a costas cercanas de Japón, más precisamente a sus islas artificiales que poco a poco se convirtieron en ciudades, que se abandonaron con el tiempo de formas poco comprobables por las autoridades de aquel distrito. Una de estas era la llamada Najab, o también llamada la isla de las almas perdidas. Se cuenta que él pasaba gran cantidad de tiempo en aquellas costas, para luego regresar con los ingredientes necesarios para sus preparaciones.
Pero, cuenta su expediente que un 13 de julio del año vigente, con 20 años de edad, fue dado por desaparecido o muerto en esta misma isla. Los reportes no llegan más allá de esto, a excepción de un misterioso archivo de un tal Connor, de quién se desconoce, y por ende su credibilidad es nula.
Por órdenes de mis superiores me tocó rastrear aquel documento para encontrar todo indicio que diera con el paradero de este tal Aristóteles.
Revisando el archivo detenidamente, resulta que no hay muchas pruebas sobre investigaciones que este llevaba a cabo en la Isla, pero en su última anotación, del mismo trece de Julio, decía que "iba a realizar el mayor hallazgo para la humanidad" y repetía "estoy seguro que será un gran hallazgo" y finaliza diciendo que, "sea cual sea mi destino espero encontrar lo que busco antes de desaparecer en el viento como el vapor de mis elixires, todo lo que descubra a partir de este momento promete mucho y solo espero que llegue a ver la luz el fruto del esfuerzo de tantos años".
Si bien anticipa su propia desaparición, no dejaba en claro de qué trataba aquello que lo hizo borrar su rastro. Sea cual sea el final de esta historia, cualquier indicio de su persona deberá estar en esa isla.
Dudo que alguna persona esté lo suficientemente fuera de sí como para llegar hasta ese lugar, pero decidí ir al puerto y tomar el primer barco rumbo a Najab. Cómo era de esperarse, una vez llegado al allí, todo capitán me negaba la visita a hacia este lugar, con la excusa de que, preferirían perderse en mar, con la posibilidad de volverse a ubicar, antes que llegar a la Isla en dónde, se decía, las almas perdían su rumbo.
Todos me señalaban que solo una persona podría llevarme si lo quisiera, pero que no sabía en dónde encontrarlo, y si bien era conocido por muchos, solo su nombre generaba una atmósfera incómoda. Aquel nombre entre los documentos desestimados por mi persona, resonó en la boca de cada uno de los marineros, Connor.
Si bien quería resolver este caso, no podría fiarme solo de un nombre en una lista, tan solo por el hecho de que muchas de estas personas me llevarán a su presencia.
La resolución de esta circunstancia concluyó en un viaje a ciegas con un bote prestado de mi jefe. No había rumbo fijo, ni caminos en dónde frenar, solo la inmensidad del océano junto a la espesa bruma que rodeaba el ambiente. Perderse era lo más prometedor, pero según palabras de muchos, este era el camino para encontrar este lugar.
Las horas transcurrieron sin detenerse, y el sol se ocultaba poco a poco ¿Qué quedaba ahora más que guiarse por las estrellas? La respuesta era sencilla, una vez llegada la noche, una isla a lo lejos brillaba entre la neblina. Ya sea por efecto de químicos tóxicos, o la artificialidad de las construcciones del hombre que llegó habitar ese lugar, Najab se presentaba ante mis ojos.
El lugar se encontraba desolado, a lo que el puerto se refería. El resto de la ciudad, no muy lejos de los mismos. Pareciera que la era de nuestros ancestros había recaído una vez más en este lugar. Aquellos rascacielos que fueron construidos alguna vez fueron demolidos y en su lugar, un espeso bosque cubría gran parte del lugar. El hecho de que esté lugar haya sido el sitio preferido de un loco es entendible, no muchos se atreverían a pasar tiempo en este lugar.
El silencio era abrumador ¿Realmente quedaba alguien con vida en este lugar? Si bien no tuve pronta respuesta a mis dudas, pronto encontré algunas pistas que me llevarían a averiguarlo.
Cerca de la orilla, había una cabaña venida a menos, pero de gran tamaño. Era lo suficientemente espaciada como para una familia completa, aunque la realidad era distinta. Halle la base del boticario Aristóteles.
Sin pensarlo me acerqué, con el sigilo necesario para no ser detectado por quién habita ese lugar en ese momento. Cuando estuve lo suficientemente cerca, espié por la ventana, para cerciorarme de mis sospechas. En el interior solo había un joven, con aspecto de deshidratación tendido en una cama, el resto del lugar solo tenía miles de papeles, tubos de ensayo, y muchas muestras tomadas seguramente del inmenso bosque de esta gran isla.
Editado: 17.04.2025