¡HOLA A TODES! TUVE UN POCO DE TIEMPO LIBRE ASI QUE AQUI LES DEJO DOS CAPÍTULOS :3 ESPERO QUE LOS DISFRUNTEN Y GRACIAS POR LA PACIENCIA Y POR LEER.
BESOS, I.
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Son las siete de la mañana en Rumania y como buena masoquista que es una persona después de terminar con alguien que ama, Gabriela se encuentra pegada a su celular viendo las fotos que tiene en él, deteniéndose por unos dos minutos bien largos en las que aparecían Jason.
Pasó foto tras fotos hasta que llegó a la última que se habían tomado los dos juntos. Ahí estaba ella mirándolo sonriente, embelesada por la mirada verde azulosa del chico. Éste, al igual que ella, la miraba con una sonrisa amplia que desborda amor.
Gabriela se acordaba de ese día, dos días antes del fatídico día. Habían decidido salir a un restaurante italiano en la ciudad, la comida estuvo deliciosa, “La mejor de todas”, había dicho Jason antes de pedirle al camarero que les sacara una foto.
La imagen es perfecta, el fondo rojo de las paredes combinado con el color dorado y plateado de la mesa, más los hermosos y coloridos platos de comida, el vino, las velas de centro y finalmente la pareja de enamorados mirándose uno a uno con cariño. Suspiró.
—Sabes que solo te haces daño ¿No es así?— asintió en respuesta.
—Me es inevitable, lo extraño, Trevor— el chico caminó a la cama de Gabriela y se acostó a su lado mirando al techo.
—Si lo extrañas tanto, ¿Por qué no vuelves?
—No puedo, Trev.
— ¿Por?
—Me engañó y simplemente ya no puedo volver con él— se quedaron en silencio por unos segundos. Gabriela dejó el celular a un lado y se giró a ver el techo como lo hace Trevor— ¿Cómo lo haces, Trev? ¿Cómo puedes ver a tu Alma con otra persona?
—Supongo que me conformo con verla.
—No lo entiendo— Trevor sonrió.
—Lo sé, pero uno no lo entiende hasta que lo vive.
— ¿Alguna recomendación para comenzar a olvidar?
—Bueno, no soy un experto en esto pero en mi opinión— se sentó en la cama, pasó su brazo por sobre el cuerpo de Gabriela e ignorando sus instintos sexuales y sus hormonas, toma el celular de la chica y vuelve a su lugar— no creo que quedarse desvelada mirando fotos del pasado sea una buena idea, al menos por ahora— Gabriela suspiró y se sentó con expresión de rendición, poco le falta para lazar la bandera blanca a la vida.
—Tienes razón, pero no puedo borrarlas, no quiero de hecho.
—No lo hagas, hagamos esto, saldremos a comprar una memoria externa de un terabit para que coloquemos todas las fotos que tiene ahí y así puedas eliminarlas del celular.
— ¿Saldremos? Quieres decir ¿Salir del castillo?—pregunta insegura.
—Aquí dentro no la encontraras— respondió con clara obviedad.
— ¿Estás seguro? Quiero decir, solo hace algunas horas acaban de enterarse que soy intocable, no creo que sea buena idea.
—Si hay algo que he aprendido con los siglos de cómo guiar a una población es que te tienes que ganar la confianza de ellos— respondió parándose de la cama de un salto.
—Sí, pero a comparación de ti, yo no los voy a dirigir y soy licántropo.
—Venga— estiró su mano en su dirección y le sonrió— levanta ese pesado trasero embarazado y cámbiate ropa, iremos a comprar esa memoria.
—Pero…
—Demostrémosles a todos que las cosas ya no son como antes— Gabriela lo miró con una sonrisa ladeada y con gracia— nadie te tocara un pelo, te lo prometo— finalmente la chica suspiró rendida y tomó la mano de Trevor.
Un déjà vu vino a la mente de la loba. Recordó haberle dado la mano a Trevor por primera vez cuando aceptó entrar al territorio del vampiro porque la curiosidad la mataba, pero algo era diferente. En ese entonces no había sentido absolutamente nada más que curiosidad, sin embargo ahora el sentimiento es más bien uno de confianza y seguridad.
El cosquilleo en la mano de Trevor se sintió tan bien para él y se hubiera sentido mejor si hubiera sabido que no fue el único en sentirlo. Gabriela por su parte miró su mano entrelazada con la de Trevor algo confundida.
“¿Qué es este cosquilleo?”, se preguntó a sí misma, pero no tuvo respuesta.