Miércoles, 01 de noviembre, 2021.
Giuliana
Entrar en el territorio de Noche Blanca me trae recuerdos que prefiero olvidar, sacudo mi cabeza para sacarlos de mi mente y me concentro en la persona que está a mi lado. Aun caminando sonrío al verlo mirar al frente, con su mano entrelazada con la mía y el rostro serio. Sé perfectamente que no le gusta estar aquí, al igual que a mí le trae malos recuerdos, sin embargo aquí está, caminando a mi lado a paso firme, dándome en el gusto, apoyándome a pesar de que no le guste mucho la idea.
Puedo decir que soy afortunada por tenerlo a mi lado, Max ha sido desde que lo conozco un pilar en mi vida, el que no deja que el techo de mi mundo se desmorone encima de mí, el que me ha dado alegrías y penas. La sonrisa se me borra cunado recuerdo el tiempo en el que estuvimos tan mal que pensamos que todo se acabaría, pero henos aquí, uno al lado del otro, más fuertes que nunca y eso también se lo debo a mi hijo, el que sin duda ahora se parece mucho más a mí que a su propio padre, pero puedo decir que en un futuro será la copia de la personalidad de Max y sinceramente espero que así sea.
Max es un ejemplo de hombre, de persona, de padre y de muchas cosas más, me ha salvado de muchas, más de las que me gustaría aceptar. Admito que soy yo la complicada de los dos, Max puede actuar bajo presión sin exaltarse, sin embargo yo me complico sola pensando en cada posibilidad. Algo tan simple como destapar una cañería Max lo haría en un segundo, mientras yo me demoraría media hora en solo pensar cómo destaparlo de la mejor forma.
En resumen él es preciso, conciso y rápido. Yo soy calculadora, extremadamente complicada y lenta.
Lanzo una carcajada al darme cuenta de cómo funciona nuestra relación.
— ¿En qué piensas?— me pregunta el hombre a mi lado con una sonrisa ladeada y curiosa, lo miro divertida.
—En nada, solo me di cuenta de algo.
— ¿De qué?
—Oh, no nada— me hice la desentendida y miré al frente con una sonrisa inocente. Los brazos de Max detuvieron mi caminar cuando me levantaron del suelo— ¡Eh, bájame!— grité riendo.
—Antes dime en qué pensabas— miré por encima de mi hombro para verlo, tenía una sonrisa divertida y hasta casi inocente.
—No— contesté sacándole la lengua tal y como lo haría un niño.
—Dime— insistió.
— ¿O si no qué?— enarqué una ceja y puse mi mejor cara de seriedad y arrogancia. La sonrisa de gato que puso Max me advirtió de lo que estaba por hacer— Oh, ni te atrevas— alcancé a decir antes de que comenzara a girar como logo en el puesto— ¡Basta, no! — grite entre risas, las carcajadas de Max llegaban a mis oídos produciéndome una felicidad increíble, que solo él y Dracul tienen la capacidad de provocar— ¡Basta!— rogué, mi cuerpo inmediatamente dejó de girar, sin embargo mi vista giraba por todo el lugar, Max no hizo el amén de dejarme en el suelo cuando la tierra se me empezó a mover como si de un terremoto se tratase, inevitablemente me afirmé en él— Maldito, me las pagaras— él rio.
—Primero debes atraparme— inmediatamente se alejó de mí y camino en reversa sin dejar de mirarme divertido, traté de dar un paso pero caí inevitablemente de bruces al suelo. Max volvió a reír a carcajadas.
—Eres el peor— solté sentándome en el suelo y cerrando los ojos tratando de estabilizar mi cerebro que probablemente esté dando botes aún en mi cráneo.
— ¡Oigan ustedes dos!— abrí los ojos y miré a lo lejos a mi izquierda, Gabriela nos miraba con los brazos cruzados y con una pequeña sonrisa, negó con la cabeza y habló— ¡No es momento para jugar, tenemos que irnos!— nos regañó. Juro que traté de contestarle pero simplemente no pude, no sabía a cuál de las tres tenía que hablarle.
— ¡Ya vamos, lo sentimos!—respondió Max por los dos. La vi alejarse para luego ver a mi esposo frente a mí estirándome dos manos derechas. Al menos había pasado de ver tres a dos, algo es algo— venga vamos, yo te llevo.
—Es lo menos que puedes hacer, no puedo ni pararme— me quejé. Con una carcajada Max me levanta, se gira y yo me subo como puedo a su espalda, tratando de no equivocarme de espalda. Me aferré a sus hombros y apoyé la cabeza en su hombro derecho, él me mira y me da beso en la punta de la nariz obteniendo una sonrisa de mi parte.
Ya estando otra vez con el grupo, Gabriela me mira regañándome con la mirada, sin embargo sé que no está enojada, más bien alcanzo a ver un poco de melancolía antes de darse la vuelta y mirar al frente. No sé muy bien lo que pasó con ella y su Mate, pero sé que no termino nada bien. Debe ser horrible estar sin tu Mate, yo no me imagino estando sin Max, me muero de solo pensarlo. Es por eso que la admiro en cierto grado, a pesar de haberlo pasado horrible con Patrick y después lo que pasó con su Mate, ella sigue sonriendo como una verdadera luchadora. Pero al menos Gabriela tiene una segunda oportunidad y puedo decir que muy pronto ella se dará cuenta de ello, lo puedo decir por cómo se están tomando de la mano ahora.