Sábado, 18 de diciembre, 2021.
En tan solo dos semanas las cosas han cambiado bastante y a todos les alegra decir que ha sido para bien. La manada Noche Blanca cada vez está en mejor estado, al menos ya la comida y el agua no faltan, y eso no es decir poco. Poco a poco la manada se ha ido restaurando y aunque aún falte mucho para la estabilidad total todos están felices de que por primera vez podrán pasar una navidad tranquila.
Por su parte la ciudad aún está reacia a dejar atrás todo lo que han creído por años, sin embargo es bueno saber que uno a uno los vampiros han ido aceptando la integración de los lobos, al menos en lo que a laborar, educación y salud se refiere.
Sin embargo, contrastando con toda la felicidad provenida de una manada resurgente y de las próximas festividades, Gabriela se ha sentido más melancólica que nunca y nadie la culpa. Es la primera navidad que pasará sin su familia y amigos.
Ahí está, sentada en su cama, mirando por la ventana y perdida en los recuerdos. No le gustaba decirlo, ni siquiera pensarlo, pero lo que más le dolía era no tener a Jason a su lado para estas fechas.
“¿Qué estará haciendo?”, se preguntó antes de suspirar y dejar ir esa pregunta.
Una mano en su hombro la hizo girar a ver. Trevor le sonreía dándole apoyo y fue así, casi como por arte de magia, que los malos sentimientos de la chica se esfumaron. Le sonrió de vuelta.
—Hola Trev— el mencionado se sentó a su lado sin separar su mano del hombro de Gabriela.
— ¿Estás bien?— preguntó.
—Ahora sí—admitió apoyando su cabeza en el hombro del vampiro, provocando que la mano en su hombro pasara al otro y así abrazándola— es solo que es raro no estar con todos.
—Lo sé, pero al menos nos tienes a nosotros, peor es nada.
—Supongo que en eso tienes razón— sonrió— me alegra tenerlos a todos a mi lado, sobre todo a ti, Trev, me alegra de estés aquí.
—Siempre lo estuve y siempre lo estaré— contestó con una sonrisa
Gabriela lo miró en silencio. Le fue literalmente inevitable darse cuenta en que estaba tan agradecida de que estuviera ahí para ella y sobre todo en cuanto había crecido su aprecio hacia al vampiro.
Ella no lo había notado, pero los hechos le dieron de frente, fue casi como si su vista hubiera enfocado la imagen de Trevor tal y como lo haría una cámara. De repente Jason había desaparecido por completo de su mente y, aunque le supo raro, aparentemente también de su corazón y había sido reemplazado por el príncipe vampiro que está a su lado mirándola con esos hermosos y brillantes ojos dorados.
— ¿Pasa algo?— preguntó Trevor después de tragar duro y en seco, aguantando las ganas de arrebatarle ese beso tan deseado a los labios de Gabriela. La chica negó en silencio y lentamente con la cabeza, perdida aún en sus pensamientos que cada vez se le hacían más y más raros.
“¿Qué me está pasando?”, se preguntó, primero sentimientos de relajación con solo tocarle la mano, de alegría con solo verlo, después cosquilleos al verlo sonreír y ahora este sentimiento de quererlo y amarlo con todo su corazón, y también…de querer besarlo.
Por su parte, Trevor se le quedó mirando, tratando de descifrar la mirada de Gabriela, se le había quedado mirando ya un buen tiempo, se preguntaba en qué estaría pensando la chica. Sin embargo sus intentos por saber los pensamientos de Gabriela quedaron en el olvido cuando su corazón palpitó al darse cuenta de la cercanía entre los dos.
¿Cuándo es que habían cortado esa distancia?
“Bésalo, bésalo” susurraba una y otra vez el subconsciente de Gabriela, mientras ella luchaba una y otra vez contra el impulso de tirarse a sus labios. Sin embargo el hecho de que sin pensarlo Trevor se acercará más a ella con la misma intención no hizo más que vacilar al auto control de la futura madre.
—Tre…—carraspeó nerviosa— Trevor…este…— susurró sin dejar de mirarlo.
— ¿Sí?— preguntó de vuelta el chico sin dejar de acercarse y perdido en la fabulosa vista de los labios de la chica. Gabriela no contestó, desconectó su mente y se dejó influenciar por el exquisito aroma que de repente había brotado de Trevor, un aroma dulce como a chocolate caliente.
Estaba por suceder, lo que tanto había esperado Trevor estaba por suceder, estaba a punto de probar por fin esos labios que había estado esperando por probar desde hace mucho tiempo, los tiene ahí, justo frente a él, a unos pocos centímetros que es poco se convertirán en milímetros.