Jenica Sans
1310, Londres, Inglaterra.
La eternidad es hermosa ¿Saben? Pero se vuelve un completo infierno cuando no tienes con quién compartirla. Para mí mi Alma es algo así como una salvación a las tinieblas que asechan cada año con hundirme por completo en una depresión.
¡Que me prendan fuego en la hoguera si es que estoy loca! Que por cierto sí lo estoy ¡Pero poco me importa! he pasado más de treinta años buscando a mi Alma y no desistiré hasta encontrarlo.
De todas formas me parece extraño que nosotros también tengamos la oportunidad de enamorarnos y no solo de eso, sino que también de estar con esa persona para siempre y cuando digo para siempre es literalmente para siempre. Ya saben, soy vampiro, la inmortalidad es mi mejor cualidad…la única de hecho, pero ese es otro tema, no les voy a contar cómo son mis pies al bailar o como es mi equilibrio al caminar, no, ese es otro tema aparte. Volviendo al tema, nosotros somos malos, no hay ni una pizca en nuestro organismo de bondad, al menos hacia los que no son de nuestra especie. Fue tan extraño cómo empezó nuestra especie, al parecer todo empezó con dos familias ladronas, le robaban a todos, al rey, a la nobleza, a los plebeyos, inclusive, robaban hasta lo poco y nada que tenían los pobres. A Dios, todo poderoso, creador del cielo y de la tierra y blah, blah, blah, no le gustó que esas familias hicieran de las suyas así como así, por ende las condenó, literalmente, a la vida una vida en la oscuridad, lo que de hecho para ellos no era tan malo, les daba la oportunidad perfecta para salir a seguir robando, sin embargo poco a poco se dieron cuenta de que la comida que solían comer ya no les proporcionaba la energía suficiente para pararse al otro día. No fue hasta dentro de unos años que descubrieron que la sed que tanto tenían no se quitaba con agua, si no con sangre.
Al final lo que terminó empezando como un castigo, para ellos terminó siendo una oportunidad de la que el dichoso demonio se aprovechó. Pacto por aquí, pacto por allá y finalmente conseguimos la inmortalidad, la fuerza, la posibilidad de salir en plena luz del día y la velocidad. ¿Él qué gano? almas gratis.
Quizás sea porque venimos de ladrones por lo que siento que es algo extremadamente raro que tengamos Almas y que sepamos lo que es amar, porque ¡Vamos! No creo que el demonio que nos dio las herramientas necesarias para poder matar nos diera ese obsequio también. Y tampoco creo que Dios nos hubiera tenido compasión o quizás sí. Igualmente, el que nos dio la oportunidad de amar es un total misterio hasta ahora.
De todos modos, sentarme aquí, donde siempre lo he hecho, al interior del bosque que se extiende alrededor del reino, me hace sentir más tranquila, es casi como si pudiera hacer cualquier cosa que me propusiera, es lo que me da la fuerza para seguir buscando. Lamentablemente a unos muy cortos kilómetros comienza el territorio tan odiado por nosotros, el territorio enemigo y no me refiero a esos debiluchos humanos, si no a los ya tan conocidos chuchos, los licántropos.
Verán, hace al menos unos ocho años nosotros éramos los reyes y amos de todo el planeta, manejábamos a nuestro antojo a la comida, perdón, a los humanos. Hasta que un día, de repente, nadie sabe cómo, aparecieron estos lobos gigantes con la capacidad de matarnos de un solo mordisco, de igualarnos en velocidad, de incluso sobrepasarnos en fuerza. Desde ese día han eliminado a más de un cuarto de la población vampírica, se han multiplicado e incluso han construido sus hogares.
—Se han propagado por el mundo como una maldita plaga— susurré al viento.
—Auch, eso sí dolió— abrí los ojos como platos, me paré de un salto y me giré al ver al dueño de esa voz. Oh, mierda, es una broma ¿Cierto? Mi corazón palpitó—esto es raro ¿Es normal?— iba a responder, pero simplemente no pude, las malditas palabras no salen de mi boca— Un licántropo con una Mate vampira, no creo que haya pasado nunca.
— ¿No piensas matarme?— fue lo único que me salió de la boca. Él me miró y nuevamente mi corazón palpitó, se mantuvo mirándome a los ojos por unos segundos. A pesar de ser mi Alma no bajé la guarda, pero finalmente él sonrió, me sonrió y yo casi, casi pude sentir que me desmayaba.
— ¿Cómo podré hacer eso? Eres mi Mate, hermosa, no creo que lo pueda hacer aunque quisiera y…no quiero— involuntariamente mis brazos y mis puños se relajaron, el chico dio un paso hacia mí y yo me inmovilicé en mi puesto— Mi nombre es Roger Morrison, un placer— hizo una pequeña reverencia e inmediatamente se enderezó— ¿Y usted bella dama?
Desde pequeña siempre me han dicho que hablar con extraños está mal, sobre todo dar tu información personal, sin embargo ante él no me puedo negar. Al momento de estirarme la mano para que yo la tomara todo mi lado racional se apagó, así que lo hice.