Martes, 15 de marzo, 2022.
Los días posteriores al ataque las cosas sorpresivamente se calmaron, no hubo más ataques, más advertencias, más visitas de Alex. No hubo absolutamente nada y, al contrario de lo que todos creían, eso ponía aún más nerviosa a Gabriela, tanta calma no es buena, no cuando te han amenazado tres veces en menos de dos meses.
Trevor la miró desde la puerta del cuarto donde ambos dormían, Gabriela observaba por la ventana de brazos cruzados mientras Spencer dormía plácidamente en su cuna a un lado de la cama. El chico la miró por al menos cinco minutos en silencio, esperando a que la chica se volteara a verlo, pero simplemente no lo hizo, se mantuvo ahí, quieta, mirando por la ventana sin siquiera percatarse de la presencia de su Mate. Estaba tan enfrascada en sus pensamientos, en estar atenta a cualquier movimiento que se vea afuera.
—Sabes que esto no te hace nada bien ¿Cierto?— le preguntó Trevor llegando a su lado e interrumpiendo el silencio casi sepulcral. Gabriela dio un pequeño salto en su puesto, por un momento su corazón se había acelerado de miedo puro, pero inmediatamente la imagen y el aroma de su Mate le llegó al cuerpo relajándola.
—No lo puedo evitar, Trev.
—Gabi— su mano derecha voló a la cintura de la chica acercándola a él mientras que la otra se posa en su majilla— no has dormido más de dos horas por noche en días, apenas tocas tu comida, no sales de esta habitación por nada del mundo y ya me estoy preocupando, esto no está bien y a ti no te hace ningún bien tampoco—Gabriela suspiró agachando la cabeza.
— ¿Qué propones que haga? La última vez que me separé de mi hijo por unos minutos ese idiota de Alexandrum incendió la torre y casi mata a ambos niños— levantó la cabeza y lo miró directamente a los ojos— tengo miedo, Trev, no quiero perder a mi hijo— le tembló la voz a medida que el pulgar del chico se movía acariciando su mejilla. Se había estado aguantando las lágrimas de terror puro desde lo que había pasado la última vez, pero simplemente no podía aguantarse sus sentimientos con Trevor a su lado, dándole una caricia de aliento.
—Yo tampoco quiero perderlo, Gabi, y tampoco te quiero perder a ti, porque si sigues de esta forma algo malo va a pasar y desgraciadamente no va a ser culpa de Alexandrum, si no tuya— suspira— salgamos ¿Qué te parece? Los tres, salgamos a dar una vuelta por ahí, necesitas salir de aquí antes de que tu tormento se agrande.
—Supongo que…—se detuvo, le echó un vistazo a su hijo que había abierto sus ojitos hace al menos unos cinco minutos, se menea de derecha a izquierda, casi como si quisiera tomar algo. Trev inmediatamente le acerca su dedo índice, Spencer lo toma entre sus dedos y aprieta de él al tiempo que lo sacude. Gabriela lanza una pequeña sonrisa antes de volver a mirar a Trevor quien no le ha quitado la vista de encima más que para estirar el dedo índice a Spencer— está bien, vamos a dar una vuelta, necesitamos aire fresco.
—Bien— sonrió completamente iluminado y feliz— vamos a ir al parque, daremos una vuelta, iremos al centro comercial, comeremos algo y luego volveremos ¿Te parece? Conozco esta ciudad como la palma de mi mano, te daré un tour donde Spencer no pueda interrumpir ¿Bien?
—Te notas emocionado, Trev— le sonrió divertida.
—Lo estoy, he estado tratando de sacarte de aquí desde hace dos meses, me alegro por fin de haberlo logrado— admitió con alegría. Se giró a la cuna del pequeño, lo tomó en brazos y sonrió— ¿Qué te parece Spens? ¿Te gusta la idea de salir por fin de esta habitación?— inmediatamente, provocando la risa de ambos adultos, el pequeño sonríe— ¿Ves? Él también estaba completamente aburrido.
—Bien, bien, ya entendí, he captado la indirecta— dijo Gabriela. Se acercó a su hijo y le dio un beso en su mejilla regordeta—traidor.
—Muy bien, tú vete a cambiar ropa porque, amor, lo siento pero estas hecha un desastre— bromeó. Gabriela lo miró mal y le pegó en el brazo antes dirigirse hacia el armario. Sabía que lo que dijo Trevor no es del todo mentira, de verdad era un desastre, no se había cambiado de ropa por ende aún seguía en pijama y su cabello está enmarañado y desordenado— mientras tanto yo te cambiaré a ti, mi pequeño amigo.
[…]
—No has parado de sonreír desde que viste a Trevor— le dice Gabriela a su hijo una vez ya instalados en el auto. Ella va atrás con Spens en su silla mientras que Trevor conduce por las calles de Brasov.
—Es inevitable, soy encantador— dice Trevor echándoles un pequeño vistazo antes de volver a concentrar su vista en la calle.