Contra Todo

Capítulo 26 "Previa: Parte tres"

Lamentos

 

Sábado, 23 de abril, 2022.

20:30 PM

El día avanza más rápido que nunca. La tarde ya está acabando, dentro de poco la noche llegará a la ciudad y con ella una masacre. Sin embargo nadie se encuentra triste al momento de entrar al castillo después de una merecida salida en familia al campo.

La ignorancia es muchas veces la causa de la felicidad misma, es por eso que todos en este momento son felices como hace tiempo no lo fueron, porque son ignorantes de la situación que está por venir. Ionel, el único que sabe, es cada vez más infeliz.

— ¿No entras?— le pregunta Nandru a su hermano mayor al ver que este se había quedad estático en la entrada. Ion le sonrió a la fuerza y negó con la cabeza.

—Me temo que tengo cosas que hacer ahora— contestó. Nandru enarcó una ceja.

— ¿No puedes esperar a otro momento? Estamos pasando un lindo día juntos, vamos quédate.

—Me gustaría, pero no puedo ahora— se acercó a él— no te preocupes, volveré— le dijo. Mentira no era, él sí volvería, pero no de la forma que su hermano esperaba.

—Está bien— suspiró— solo te lo acepto porque estos días has estado de mejor humor, de hecho, me sorprende que no hayas inventado alguna excusa para escabullirte de la salida al campo— bromeó. Ion rio y asintió.

—Sí, yo mismo me sorprendo de cuánto aguanté— bromeó de vuelta.

—Ahora hasta dices chistes, el mundo se debe estar acabando para que tal milagro esté ocurriendo.

—No sigas o me tentarás a volver al que era antes.

—De acuerdo, pararé, todo para que te mantengas tan simpático como hasta ahora— sonrió. Se giró para entrar.

—Nan— lo llamó Ionel. El mencionado se paró en seco, abrió los ojos sorprendido y se giró lentamente hasta quedar frente a su hermano. “Nan” le había dicho. Ese apodo que solo conocían él, Ion y su hermana no lo había escuchado desde ese trágico día que cambió a Ionel para siempre.

— ¿Si?— preguntó tratando de sonar normal, pero es muy evidente que tal apodo le había tomado por sorpresa. Ion sonrió levemente. Respiró profundamente.

—Perdóname— dijo. Quería que lo perdonara por todo lo que había hecho, por todo lo que había dicho y por todo lo que iba a hacer. Era consciente de que no podría decírselo más adelante. Esa era la última vez que vería a su hermano menor, el único que le quedaba, tenía que decirle todo lo que se había mantenido guardado por siglos.

— ¿Qué?—le preguntó anonadado.

—Sé que desde que perdimos a Jénica no he sido el mejor hermano mayor del mundo— rio sin gracia— de hecho no alcanzo ni para catalogar como hermano— bajó la cabeza. Nandru se mantuvo en silencio, algo aturdido por lo que está pasando frente a sus ojos. Nunca, en toda su vida, había visto a Ionel disculparse de esa forma y mucho menos agachar la cabeza ante nadie. Jamás— lamento haberte dejado solo con todo eso. Yo simplemente me perdí en mi cabeza y me alejé de ti y de todos. Te dejé a cargo de la familia, del funeral de Jenica, de darle la notica a todos de que estaba muerta, te dejé con todo ese peso encima solo y no debí haberlo hecho—tragó saliva— lamento tanto todo el tiempo desperdiciado que pudimos haber pasado los dos apoyándonos para salir adelante— respiró hondo y levantó la cabeza para mirar a su hermano de frente, quien arrugaba la frente escuchándolo con atención— perdóname por todo lo que hice y por todo lo que no hice— “y por todo lo que haré”, agregó internamente.

Nandru se le acercó en silencio, cuando estuvo a un paso de distancia le propino un golpe fuerte en el brazo derecho, sonrió y lo abrazó con fuerza.

—Eres un imbécil.

—El más grande— le respondió al momento que lo abrazaba de vuelta. Diez segundos después Ionel lo separó de él de un empujón— ¡Muy bien! Mucho sentimentalismo por los próximos tres siglos— bromeó. Nandru negó con la cabeza divertido— no te atrevas a decirle esto a nadie, tengo una reputación que cuidar.

—Créeme hermano, no podría manchar más tu reputación aunque quisiera.

—Muy gracioso.

—Bien, nos vemos entonces— fue lo último que dijo antes de entrar por la puerta. Ion se le quedó mirando hasta que las puertas cerradas le impidieron poder verlo.




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