Martín
Al regresar al hotel, me preparo para ir al desfile de Lia. A decir verdad, preferiría quedarme con Erika. Esa chica me ha cautivado. Es diferente a las demás. Al menos eso espero. Además, no me ha reconocido, eso fue evidente por su reacción.
Me pongo el traje y salgo de la habitación. Esta vez no oculto mi rostro y, al aparecer en el vestíbulo del hotel, todos comienzan a señalarme y a tomar fotos. Nada nuevo.
El conductor ya me espera junto al coche. Abre la puerta y me subo.
- ¿Qué tal tu paseo por la ciudad? ¿Ningún problema? - pregunta mientras avanzamos.
- Rasqué un poco el coche. Me hago cargo de los gastos de reparación - digo.
- Espero que no hayas resultado herido - palidece el hombre.
- Estoy bien. ¿Cómo está tu niño?
- Lo dejé con mi madre. Parece que la fiebre bajó.
- Me alegro.
Me llevan al complejo donde se llevará a cabo el desfile. Espero a que aparezca la seguridad junto al coche antes de salir a la calle.
Los gritos de las fanáticas, los destellos de las cámaras y mi sonrisa para todos los presentes. Nada nuevo. Los guardias impiden que las más osadas se acerquen, pero igual firmo algunos autógrafos.
Dentro es más tranquilo, sin fanáticos. Camino hacia la mesa de bebidas mientras noto las miradas interesadas de los invitados. Todos son la élite y estrellas del espectáculo. No conozco a ninguno y, francamente, no tengo interés en hacerlo.
Antes del comienzo tomo una copa de champán. Algunos invitados se acercan para presentarse y sacarse una foto conmigo, que seguramente presumirán en internet.
Cuando empieza el desfile, bebo el champán a pequeños sorbos y observo las modelos de reojo. Me resulta algo aburrido... Surgen ganas de escapar...
Lia aparece al final en la pasarela y recibe una ovación del público. Actúa como la reina del evento, y probablemente lo sea. No tengo idea de cuánto dinero han pagado los organizadores para que desfile por esa pasarela.
La chica me encuentra con la mirada y sonríe. ¿Acaso no creía que asistiría?
Cuando el desfile termina, una amiga viene rápidamente hacia mí y me abraza fuerte. Nos toman fotos y probablemente mañana hablarán de un romance entre nosotros. Tendré que desmentir esa información otra vez.
- ¡Viniste! Estoy tan feliz - exclama con una voz alegre. - ¿Qué te pareció el desfile?
- ¿Qué desfile? Solo tenía ojos para ti - sonrío.
Luego Lia comienza a presentarme a sus amigos, cuyos nombres ni intento recordar.
- Martín, ¿vamos al club? Me han invitado los organizadores - pregunta Lia mientras todos comienzan a abandonar la sala.
- No quiero - digo. - Prefiero volver al hotel. Me duele la cabeza.
Dejo a Lia allí y me dirijo a la salida. Las fanáticas siguen ahí. Todavía esperan conseguir una foto conmigo o un autógrafo. Hoy estoy generoso - dejo algunos más y me subo al coche.
- ¿Vamos al hotel? - pregunta el conductor mientras se prepara para dejar el estacionamiento.
- Detente en la esquina. Yo conduciré.
- ¿Para qué? - se tensa.
- Quiero dar una vuelta por la ciudad de noche. Llama un taxi para ti - respondo.
- ¿Estás seguro de que es una buena idea? - Parece que después del accidente, el conductor no quiere dejarme solo.
- Seguro. Detente.
El coche frena en una esquina donde nadie nos ve. Me siento al volante y le doy al conductor algo de dinero para que regrese a casa.
Programo la dirección de Erika en el navegador y me dirijo directamente allí. No sé por qué. Simplemente quiero verla. Primero pienso llamarla y avisarle de mi llegada, luego decido hacerlo cuando llegue.
Al detener el coche en el patio de su edificio, trato de recordar cuál es su entrada. No vi a qué entrada entró Erika, así que lo único que me queda es llamarla.
Saco el teléfono del bolsillo, pero antes de marcar, la veo justo frente al coche. Lleva en sus manos dos bolsas bastante pesadas y mira al suelo.
Salgo rápidamente del coche y la sigo. Cuando la alcanzo, tomo una de las bolsas de sus manos.
Erika se gira alarmada y dice algo en ucraniano, luego me ve y su boca se abre de forma cómica.
- ¿Qué haces aquí?
- Decidí sorprenderte - sonrío y le quito la otra bolsa.
- Lo lograste - se ríe. - ¿Tan guapo y escapando de una boda?
- Algo así - sonrío. La miro de arriba abajo y sonrío. Erika no se parece en nada a la chica que vi durante el día. Una coleta en la cabeza, una camiseta ancha y pantalones deportivos. Pero tengo que admitir que se ve muy dulce. - ¿Vas a casa? Permíteme ayudarte a llevar las bolsas.
- ¿A mi casa? - pregunta nerviosa. - Pero... no está ordenado.
- No pasa nada. Lo superaré - sonrío.