Capítulo 14

Apago la alarma tres veces cuando empieza a irritarme, y a la cuarta, finalmente abro los ojos. Todavía es de noche afuera, pero tengo que levantarme. Oigo cómo corre el agua en el baño; por lo tanto, Olga se debe haber levantado más temprano. Mientras no está, preparo café para nosotras dos, esperando que realmente me ayude a despertar.

A las cinco y media nos subimos al coche y bostezamos fuerte al mismo tiempo. Nunca me había despertado tan temprano, pero algo me dice que pronto se convertirá en una costumbre.

— ¿Recuerdas lo que acordamos? — pregunta Olga a mitad del camino al estudio. — Ignora a Martín, pero Noé es guapo. Podrías fijarte en él.

— Como digas — respondo sonriendo.

A pesar de que el reloj apenas marca las seis de la mañana, en el estudio ya hay mucho movimiento. Están preparando los decorados para diferentes escenas, y hoy también hay que filmar en exteriores. Estoy muy curiosa de ver cómo va a suceder todo, así que, conteniendo la respiración, me quedo observando el espectáculo.

— ¡Buenos días! — saludo a Rebeca y Noé cuando ya me esperan en el camerino.

— ¡Hola! — Noé sonríe.

— ¿Lista para trabajar? — pregunta Rebeca. — Lisa sigue enferma, así que hoy también trabajarás con Noé. Yo te ayudaré.

Extrañamente, hacer esto por segunda vez no me da tanto miedo como la primera. Noé se sienta obedientemente y de vez en cuando nuestras miradas se cruzan. Inmediatamente pienso en las palabras de Olga sobre prestarle atención a él.

Sinceramente, no estoy pensando en tener relaciones en este momento. Ya es suficiente con Martín, que él mismo no sabe lo que quiere. Pero si lo pienso bien, no podríamos haber tenido nada de todas formas. Él es un actor famoso. ¿Y yo quién soy? Probablemente se dio cuenta de que no valía la pena seguir y me empujó. Es duro, pero así es.

— Estás muy pensativa — Noé observa, sacándome abruptamente de mis pensamientos.

— Oh, lo siento — me recompongo.

— No pasa nada — responde sonriendo. — ¿En qué pensabas?

— Pues…

Miro alrededor y me doy cuenta de que Rebeca ya no está en el camerino y nos hemos quedado a solas.

Llaman a Noé para que se vista, así que mientras estoy sola, empaco todo lo necesario en una bolsa para tenerlo listo. Estoy a punto de dejar el camerino cuando veo a Martín en la puerta y me detengo abruptamente.

Recuerdo las palabras de Olga sobre ignorarlo y tengo ganas de reírme. Yo puedo actuar con indiferencia, pero él no parece hacerlo.

— Te confundiste de camerino — digo con formalidad.

— Para nada — contesta y, sorpresivamente, da un paso hacia mí. Cierra la puerta, y no sólo eso, sino que la cierra con llave.

— ¿Qué estás haciendo? — exclamo e intento pasar por su lado, pero de repente Martín me agarra del brazo y luego me empuja contra la pared. No me da tiempo de reaccionar y de repente cubre mis labios con los suyos.

Siento cómo la situación se escapa de control y me dan ganas de golpear a Martín por… ¡al menos en algún lado! No tengo intención de corresponder. No soy idiota. Le pego con los puños en los hombros o donde puedo alcanzar. Al mismo tiempo, aprieto los labios para no dejarlo entrar en mi boca.

En algún momento consigo apartarlo y luego, emocionada, le doy una buena bofetada en la mejilla. Le pego tan fuerte que yo misma siento el dolor, pero no siento lástima por él.

— ¡Qué imbécil eres! — digo entre dientes. Pasando por su lado, giro la llave en la cerradura y prácticamente corro fuera del camerino. Demasiado tarde me doy cuenta de que he dejado mi bolsa allí, pero no pienso volver hasta que Martín se haya ido.

— ¿Qué ocurre, Erica? — Noé se acerca y me coge por los hombros. Mira mi cara sombríamente y luego mira detrás de mí.

— ¿Qué, Young? ¿Estás untado de miel aquí o qué? — dice Martín irritado.

— ¡No es de tu incumbencia! — Martín contesta fríamente y se va. Solo puedo ver su espalda y sus manos apretadas en puños.

¿Enojado? ¡Que le den! ¡Idiota!

¿Qué diablos pasa por su cabeza? Primero me insulta y luego me besa... No quiero ni imaginar qué pasará la próxima vez.