Contradictorio

Capítulo 15

–¿Te ofende Yang? –pregunta Noé, soltando mis hombros.

–¿Qué? –lo miro. –No, no me ofende.

–Entonces, ¿qué sucede? ¿Hay algo entre ustedes? –vuelve a preguntar.

–Creo que eso es asunto mío –respondo con firmeza–. Lo siento, pero yo me encargaré.

Regreso al camerino para recoger mi bolso y de inmediato voy al set de filmación. Resulta que hoy están grabando escenas bastante interesantes. Ayer no vi a la actriz que interpreta el papel principal femenino, pero hoy, según el plan, deben grabar su cena con Martín y luego un paseo por la ciudad.

La actriz resulta ser bastante famosa y muy hermosa. Sonríe encantadoramente a todos y se comporta de manera reservada con Yang. Por alguna razón, siento simpatía hacia ella de inmediato. Tal vez porque Olga me susurró algo interesante al oído: la actriz tiene prometido.

Como Noé no está involucrado en la filmación de momento, tengo la oportunidad de observar. Martín interpreta su papel maravillosamente y, cuando debe besar a su compañera, de alguna manera comienzo a sentirme nerviosa. El corazón me late furiosamente, y tengo tantas ganas de ver lo que sucede como de evitarlo.

No puedo imaginar cómo se debe sentir besar a alguien por quien no sientes nada. Sí, es también trabajo, pero debe haber algún sentimiento...

De repente recuerdo cómo Martín trató de besarme hoy. Parece que besar a diestra y siniestra es su pasatiempo.

Cuando llega la hora de que Noé entre en escena, contengo la respiración. En la siguiente toma, debe acercarse a la mesa donde está sentada la pareja y golpear a Martín. ¡Qué gran escena para mí!

Espero ansiosamente a que suceda...

Noé lo hace perfectamente. Golpea de tal manera que Martín apenas puede mantenerse en pie.

–¡Noé! ¿Qué es esto? –grita el director–. Martín, ¿estás bien?

Él asiente y, de repente, se lanza sobre Noé. Me quedo boquiabierta de shock y no entiendo si es parte del guion o no.

En un momento, casi todo el equipo de rodaje se interpone entre los dos. Los separan y el director no escatima palabras al señalar la falta de profesionalismo en ambos.

–¡Erika, retoca el maquillaje de Noé! –ordena Rebeca, y yo voy hacia él.

Noé se sienta directamente en la mesa, abriendo las piernas, y no tengo más remedio que colocarme entre ellas.

–¿Y qué fue eso? –pregunto.

–Quería desahogarme –responde con ironía.

–¿Y? ¿Te ayudó? –bromeo–. Ahora podrías tener problemas.

–¿Te preocupas por mí? –sonríe Noé, y yo miro hacia el cielo. Parece de quince años y no mayor de veinte.

Mientras retoco su maquillaje, siento la mirada de Martín sobre nosotros. Una maquilladora también corre alrededor de él, pero su atención está centrada en Noé y en mí.

–No hagas tonterías otra vez, ¿de acuerdo? –le digo cuando se prepara para volver a la filmación.

–Bueno, si tú lo pides –Noé me guiña un ojo y regresa al set. Intento no mirar hacia Yang en absoluto.

Después de las instrucciones del director, los hombres parecen calmar su fervor. Algo me dice que no se pelearon por mí. Tal vez haya otra razón. Es evidente que no se llevan bien.

–¡Eso fue intenso! –declara Olga cuando todos hacen una pausa. Tomamos café de la máquina y decidimos discutir todo.

–Eso no es nada –resoplo. Inmediatamente le cuento sobre el beso matutino de Yang, y Olga se emociona grandemente.

–¡Escucha! ¿Y si se dio cuenta de su error y ahora quiere recuperarte? –dice.

–Está tomando el camino equivocado, si ese es el caso –respondo–. Aunque dudo que Martín haya entendido algo. Probablemente solo está molesto porque trabajo con Noé.

–O tal vez está celoso –me guiña un ojo Olga–. Pronto serán las tomas en la calle. Noé no participará, así que podrás estar libre.

–¡Oh, eso es estupendo! –me alegro–. Solo necesito confirmar cuándo volveré a ser necesaria.

Decido hablar sobre eso con Noé, así que voy a su camerino de nuevo. Espero encontrarlo allí. Pero en el camino noto algo bastante interesante. Martín está hablando con una chica y ella se comporta de manera muy despreocupada.

Toca su cuello con los dedos, sonríe y lo devora con la mirada. Y la chica también es muy hermosa. Como una modelo de revista.

Cuando Martín me ve, le dice algo a la chica y comienza a acercarse. Simplemente la deja para... ¿hablar conmigo?

La rubia frunce el ceño y no sé si huir o quedarme. Estoy paralizada porque tengo curiosidad por saber qué quiere él.

–Disculpa por esta mañana –dice, deteniéndose frente a mí–. Y también por esas palabras.

–¿En serio? –replico–. ¿Crees que se puede arreglar todo con un “lo siento”?

–No lo creo –responde con seriedad–. Por eso quiero invitarte a cenar y hablar adecuadamente.

–No creo que sea una buena idea –digo enseguida.

–¿Por qué? –parece no entender–. ¿Es por Noé?

–¿Qué tiene que ver Noé ahora? –exclamo y noto que la rubia se acerca. Parece que no está dispuesta a rendirse tan fácilmente.—Martín, ¿y quién es ella? —pregunta con una voz chillona que ya no me agrada. Y esa mirada arrogante... Lo sabía, solo es una serpiente bonita.

—Me llamo Erica. Soy la maquilladora —digo yo primero, antes de que a Martín se le escape algo inapropiado.

—Desde cuándo conversas con las maquilladoras —pregunta la chica y me entran ganas de rodar los ojos. ¿En serio? ¿Quién se cree que es?

—¿Qué pasa, acaso las maquilladoras no son personas? —pregunta Martín, y la cara de la chica se transforma. Claramente no esperaba esa respuesta. Y por alguna razón, eso me resulta agradable.

—Será mejor que me vaya. Tengo mucho trabajo —decido escapar mientras ellos resuelven sus asuntos.
 




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