Erica
Estoy desgarrada por las emociones. No puedo contenerme. ¿Pero quién se cree que es Young? ¿De verdad cree que puede simplemente olvidar lo que hizo?
Incluso si nos hubiéramos acostado y él se hubiera ido a casa la mañana siguiente, no habría sido tan ofensivo. Solo entendía que eso era lo que iba a pasar... Pero él logró sorprenderme.
— ¿Te trajo Martín a casa? - grita Olya cuando le cuento todo.
– Sí, ¿te lo imaginas? – resoplo. – Paró la filmación solo para llevarme a casa.
– Qué detalle tan lindo – sonríe mi amiga. – Ahora comprendo por qué desapareció. Incluso se llevó una reprimenda del director. Todo por ti.
– ¿A qué insinúas? – pregunto.
– Quizás debas darle otra oportunidad. El chico está haciendo esfuerzos.
– ¿Crees que una segunda oportunidad se gana tan fácilmente? – indago. – Mira, la verdad es que… No tengo claro qué quiere realmente Martín. Tal vez solo está molesto porque estoy trabajando con Noé y por eso hizo esto.
– Así que estás dispuesta a hacerlo sufrir un poco más – se burla Olya. – ¿No temes que esa tal Lía se lo lleve?
– ¿Miedo? – me asombro. – Si se lo lleva, entonces que así sea.
– ¿Es que él no te gusta en absoluto? – se sorprende Olya.
– Sí me gusta – admito con sinceridad. – Pero hasta que no entienda lo que realmente quiere, no sucederá nada.
Estoy segura de que Olya tiene una opinión completamente distinta al respecto. Pero esa es su opinión, y esta es la mía. Con un simple “perdón” no se arregla todo. No estoy en absoluto segura de las intenciones serias de Martín. Aunque tenga que reconocer que me gusta, pero...
Siempre hay un “pero”, y en ese caso es mejor ser muy cautelosa.
Cuando nos sentamos a cenar, alguien toca a la puerta. Olya va a abrir y en un minuto aparece en la cocina con un enorme ramo de rosas blanquísimas.
– ¿Te trajo eso Robin? – pregunto.
– Estas flores no son para mí, tontita. La entrega es a tu nombre – afirma Olya sacando un jarrón del aparador.
– ¿Cómo que a mi nombre? Nadie sabe dónde.. – me interrumpan, recordando que le di mi dirección a Martín.
– Aquí también hay una nota – dice Olya, dándome una tarjeta. Al abrirla, leo solo una palabra: “Perdona”. Se ve que Martín está obsesionado con obtener mi perdón.
– ¿Vas a dejar estas flores aquí? – le pregunto a Olya, que ha colocado el jarrón sobre la mesa.
– Por supuesto. Son hermosas. Valen una fortuna – afirma. – Al menos agradece a Martín. Mira cómo se esfuerza.
¡Ja, si piensa que le voy a dar las gracias!
¡Ni hablar! Nadie le pidió que me mandara flores. Aunque debo admitir que el ramo es realmente increíble. Es probable que nunca más nadie me regale algo tan bello.
A la mañana siguiente tengo que despertarme a las cinco otra vez. No tengo idea de cuánto más tendré que madrugar para las filmaciones, pero realmente espero que no sea por mucho tiempo. Despertarme antes del amanecer es un verdadero suplicio para mí.
Al llegar al estudio, me espera una sorpresa más. La conversación con Rebecca.
– Erica, ¿me puedes explicar por qué el mismo Martín Young quiere que seas parte de su equipo? – pregunta molesta.
– ¿Qué? – siento que se me calienta la cara, y realmente no sé cómo explicarle. – No lo sé.
– ¿Hay algo entre ustedes? Si es así, te lo advierto ahora – ¡no se permiten romances en el set!
– ¡No! No hay nada entre nosotros – digo abruptamente. – Solo que Martín mismo no sabe lo que quiere.
– ¿Entonces te unirás a él? – pregunta.
– No – respondo firmemente. – Me quedo con Noé.
Rebecca asiente y se va a sus quehaceres, mientras yo desearía poder despedazar al maldito Young. ¡Como si me faltaran problemas por su culpa!
Mientras espero a Noé, veo a Martín en el otro extremo del pabellón. También me observa fijamente y no parece feliz. Probablemente pensó que aceptaría su oferta de trabajar con él, ¡pero no será tan fácil, Martín!
Mi instinto me dice que debo mantenerme lo más alejada posible de ti. Así tendré menos problemas.
Hoy vuelve Lisa, la chica que se ocupa del maquillaje de Noé. Es bastante atractiva, con tatuajes por todo su cuerpo y un cabello castaño cortado a la altura de la barbilla.
– Veo que te las arreglaste bien mientras no estuve – dice Lisa aplicando el maquillaje. Noé tendrá que lucir algunos golpes en su rostro hoy. Una ceja cortada y un labio partido.
Parece que van a filmar la continuación de la escena de la pelea en el bar.
– Erica se ha esforzado – sonríe Noé.
– Bien hecho. Creo que trabajaremos bien juntas – Lisa me sonríe y continúa su trabajo. Yo sigo al lado de ella intentando aprender todo lo que hace.
Al comienzo de la filmación, decido ir al baño y en el pasillo me encuentro inesperadamente con Martín. También él lleva marcas de una pelea en su rostro: un labio partido y un aspecto desaliñado.
– ¡No te apresures tanto! – dice, mientras intento pasar a su lado, y de repente me empuja a una habitación oscura. No me recupero cuando él también entra detrás de mí y cierra la puerta. Escucho cómo gira la llave en la cerradura. Me quedo paralizada y al instante una luz tenue ilumina el lugar, y veo la cara satisfecha de Martín. Muy, muy cerca.