Contrapartes

Aquel verano del 96

                                                     

Los años de infancia pasaron rápido, entre juegos inocentes, sonrisas y travesuras de niños que se tenían cariño, pero la verdad nunca me atreví a decirle a Grace lo que sentía por ella. Solo mi mejor amigo Victor sabe que ella me gusta, para mi fortuna tampoco se lo hizo saber, porque entendió que eso me iba a complicar mucho la vida.

Así llegamos a Diciembre de 1995, aún recuerdo ese verano con tanto cariño; el sol alumbraba fuerte los suburbios de la capital, los niños saliendo a la calle a jugar por que habían comenzados las anheladas vacaciones. Eran buenos tiempos, yo estaba a punto de cumplir catorce años, nuestra vida iba bien, después de tantos años de dimes y diretes papá y mamá habían logrado un grado de acercamiento, y esos tiempos donde peleaban por todo eran cosa del pasado, ahora todo parecía decir que ella lo iba a perdonar. Ese día jueves salí a la calle para jugar, afuera ya me estaba esperando Victor que andaba con una pelota de fútbol en las manos, listo para comenzar la aventura de otro verano.

—¿Que vamos a hacer? —me preguntó mi mejor amigo mientras chuteaba la pelota.

—No lo sé ¿De que tienes ganas? —consulté moviendo los hombros.

—Obvio, Fútbol. —Le brillaron los ojos mientras me mostraba la pelota.

Así comenzamos a jugar en medio de la plaza del pasaje, donde había un poco de pasto arrancado por nuestros intensos partidos de fútbol y dos árboles grandes que solíamos usar como arcos. El problema era que mi vista no se despegaba de la casa donde vivía Grace, expectante a que ella se asome. Necesitaba verla, necesitaba tenerla cerca, el problema es que mi distracción causó que la pelota que me lanzó Victor me golpeara en la cara.

—Estoy bien, estoy bien. —Me sobé la nariz, mientras sentía que mi cara estaba roja como tomate por el golpe y la vergüenza.

—¿Hasta cuando vas a seguir sufriendo por ella? —Se acercó a mirarme la cara—. Creo que es hora de que le confieses a Graicy lo que sientes por ella.

—¡¡Shhht!! No hables tan fuerte que te puede escuchar —le pedí nervioso.

Mi mejor amigo tenía razón, han pasado tantos años y aún no le podía decir que me gusta demasiado. No sabía si ella se había dado cuenta, porque los hombres no somos muy buenos para simular lo que sentimos cuando nos gusta alguien; sin embargo ya no éramos niños, habíamos crecido,  madurado, tal vez era el momento de intentarlo, ella me conoce bastante bien y sabe con que clase de persona iba a estar si me decía que si.

—Tienes razón, el problema es cómo y cuándo se lo digo —Me rasqué la cabeza un poco aturdido.

—Solo tienes que dejar que todo fluya —explicó—. El momento y el lugar se van a dar solitos. ya vas a ver.

—Como tú con Kuky. —Me reí.

Kuky o Claudia era la vecina de enfrente, llegó desde el sur junto a su mamá hace dos años. Desde el primer día que se conocieron que ellos se han gustado, pero nunca se han atrevido a reconocerlo,  Victor se ha dado cuenta que estaba tan enamorado de Kuky como yo de Grace.

—Eso ya va, ahora tú tienes que enfocarte en decirle a Grace que te gusta de una vez por todas. —me animó

—Como si fuera tan fácil... —murmuré.

—En serio no entiendo cómo llevas tanto tiempo con Grace al lado tuyo y tú aguantando las ganas de decirle que te gusta. —Meneaba la cabeza sin entender mi amigo.

—No tengo idea si ella o alguien más sospecha que... tú sabes, aunque prefiero eso que la posibilidad que me diga que no y perderla para siempre —reconocí medio temeroso.

De pronto la puerta de la casa de al lado se abrió y por supuesto mi mirada se clavó en que fuera mi amada vecina,  para mi desgracia salió Brian, el hermano mayor de Grace, que le ganaba por tres años. Brian es alto, rubio, ojos azules y un carácter muy calmado.

—Lamento desilusionarte, pero creo que no soy la persona que esperabas. —Sonrió con malicia Brian.

—¿Que? No, nosotros no esperábamos a nadie. —Hice como que no me importara mucho.

—Te he observado Benjamón, cómo miras a mi hermana muchachin, a mi no me haces tonto. —Puso dos dedos en sus ojos en señal que me había estado mirando.

La situación se estaba complicando, lo mejor que podía hacer es negar todo por que Brian era capaz de contarle a Grace y esto iba a ser peor que la bomba de Hiroshima.

—Son ideas tuyas nomás. —Intenté sonreír—. Con Grace somos tan solo amigos desde que llegó y por eso le tengo cariño.

—Que pena por que yo te iba a ayudar a conquistarla. —Empezó  a caminar.

¿Había dicho ayudarme? Esa no era una mala idea, aunque era el hermano de la chica que me gusta, seguro le iba a contar, o tal vez me guardaría el secreto. Pero ¿Que podía hacer él por mi?

—No, espera. —Lo detuve—.  Podrías especificar cómo sería eso de... ayudarme.

—Mmm, o sea que era ciertas mis sospechas. —Se empezó a reír y se fue.

Victor y yo nos quedamos mirando, por un lado me incomoda que alguien de la familia Miller sepa sobre lo que siento por mi querida Grace, pero si me ayudaba, mejor para mi, aunque era obvio que ese torpe solo se estaba burlando.

Esa mañana no pude ver a Grace así que un poco triste por no contemplar su belleza me entré a almorzar, para sorpresa de todos había un invitado inesperado, que nos sorprendió al verlo sentado en la mesa.

—Que haces tú acá —pregunté a papá.

—Tu mamá me invitó a almorzar así que, como en el trabajo tengo una hora de colación, acepté la invitación. —Sonrió.

—¿Es decir que va a haber reconciliación? —preguntó el atolondrado de Javier.

—Vamos paso a paso hijo. —Lo calmó mamá.

Me alegra mucho saber que mis padres estaban dando los pasos para volver a estar juntos, después de tanto tiempo mamá se había dado cuenta que no podía vivir sin mi padre, además que él muchas veces había reconocido que fue un error lo que hizo. Como nada es perfecto en esta vida mi hermano Javier se puso a abrir la bocota y por supuesto solo lo hizo para molestarme.




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