Contrapartes

Mira hacía la derecha.


Marzo se fue más rápido de lo que imaginé y la situación era bastante particular; había logrado encajar en el curso bastante bien, con Iván y Miguel hicimos una buena amistad pese a que al comienzo la cosa no anduvo muy bien que digamos. Mientras en casa papá se estaba quedando unos días y, aunque dormían en camas separadas todo parecía decir que pronto todos íbamos a estar juntos otra vez. Lo que me preocupaba era la situación con Grace que era bastante distinta, algo muy inquietante por decirlo menos. Resulta que Grace va en un curso de puras mujeres, y se había convertido en el centro de atención de los hombres de otros cursos, así que se volvió bastante popular mientras que con mis compañeros éramos unos NN que no llamábamos mucho la atención. Ese día martes a finales de marzo salimos al cambio de hora y nos pusimos a jugar a la pelota com un improvisado balón hecho de hojas de cuaderno pegado con scotch, era nuestra diversión y, a manera personal, mi manera de olvidar a Grace.

—Hoyito patada. —se puso a reclamar Iván, porque la pelota pasó entre mis piernas.

—Adonde, si se fue por el lado, nunca pasó por entre medio de mis piernas —me defendí.

—Yo vi que fue hoyito —opinó Victor.

En eso estábamos, cuando noté que Grace bajó con su curso a hacer Educación física, por supuesto yo  quedé perplejo al verla, era raro porque me la encontraba casi todo los días, como ella se había alejado un poco echaba de menos contemplarla de cerca, hablar con ella, así que verla pasar es un placer.

—¿Y este todavía está ilusionado con la chica de secretariado? —Me miró Iván.

—Y quien no, si la loca es súper linda. —Miraba con una sonrisa coqueta Miguel—. Rubia de ojos azules, con razón andan todos los jotes detrás de ella.

—No lo sé, ella ha cambiado mucho, pero creo que en su corazón aún existe cariño por mi —dije con un dejo de tristeza.

—No lo sé, yo conozco a Grace y ella está en otra, al parecer está feliz con su popularidad y está ilusionada con ese tal Manuel —aseguró Victor.

Esas palabras de mi mejor amigo me sonaron como un martillazo en la cabeza. Era cierto, cuando íbamos en el bus de la mañana ella andaba callada no hablaba mucho, pero apenas llegábamos al colegio se convertía en otra.

Después de una intensa clase de Química salimos a recreo, compramos algo en el negocio y nos sentamos en la galería donde podíamos observar el panorama que no era muy alentador, Manuel diciéndole cosas al oído a mi vecina, ella sonriéndole de forma muy coqueta y yo sentado a más de tres metros sin nada que hacer para evitar que algo más pase entre ellos dos.

—¿Porque no te olvidas de ella? Viejo, en el colegio hay muchas chicas a las que puedes conquistar igual de guapas que ella —me sugirió Miguel.

—No lo sé, no es fácil sacármela de la cabeza. —Apoyé la cabeza en mis brazos—. Vive una casa al lado de la mía, la veo prácticamente todo el día, aunque últimamente ha estado media desaparecida,  aún así no me agarra ni para el leseo —me lamenté.

—Son vecinos, que suerte la tuya. —Abrió los ojos Ivan.

—Pero si piensas en otra no pensarás en ella. —Miguel se puso el dedo índice en la sien en señal que tenía que ser inteligente.

La lógica de Miguel no era tan mala. Si conocía otra chica me olvidaba de Grace, la saco de mi corazón y problema solucionado. Por desgracia no hay ninguna chica que me interese; en mi curso habían chicas muy buena onda pero no tanto como para comenzar una relación seria y de otro curso no conocía a nadie.

—¿Que tal esa? Tiene tremenda delantera. —Nos indicó una morena  de pelo medio ondulado con una falda muy corta Iván.

—Al Cardona le gustan rubias parece —dijo riéndose Miguel.

—Naaa, me da lo mismo si son rubias o morenas. —Me encogí de hombros.  

No se trata de rubia o morena, se trata de que sea una chica cariñosa, que me quiera de verdad y me aprecie tal como soy, no como Grace que me cambio por el primer pelafustán que se le atravesó.

—Me fijé que en la sala del lado hay chicas muy lindas —me trataba de entusiasmar Miguel.

—Pero no conozco a nadie de ese curso. —Moví la cabeza apenado.

—Mmm cierto, como somos nuevos no conocemos a nadie —apoyó mi idea Victor.

—Yo creo que conozco a una de ese curso —se acordó Iván.

—Entonces preséntala gordo —le pidió Miguel.

—Si quieren... —Puso cara de darle lo mismo Iván.

Por un momento decidí fijar mi mirada en otra cosa, no quería seguir martirizándome con el sueño a esa altura imposible que Grace me tome en cuenta. Hablando de la reina de Roma...

—¿Me puedo quedar con ustedes?. —nos imploró Grace, que apareció a nuestro lado.

—Si claro, claro. —respondió feliz Miguel.

Era muy extraño que Grace estuviera con nosotros, por otro lado siempre era bueno verla de cerca, así que iba a aprovechar esta oportunidad. Le presenté a mis compañeros y por supuesto vino la pregunta de rigor.

—¿Porque decidiste venir donde nosotros? —pregunté curioso.

—No sé, quería alejarme un poco del grupo —explicó ella.

—¿No será que te hizo algo Manuel? —Se puso la mano en la barbilla Iván.

—No, o sea, él es un caballero conmigo, me gusta mucho como me trata —Puso cara de boba cuando hablaba de ese baboso.

Una gran interrogante pasó por mi cabeza ¿Solo le gusta como la trata o algo más? ¿No será que le gusta todo de Manuel? La respuesta era obvia para mi mala suerte.

—Si te hace algo nosotros lo arreglamos —se ofreció Iván.

—Te apoyo guatón. —Empuñó las manos Miguel.

En eso estoy totalmente de acuerdo, si había que golpearlo entre todos lo arreglamos, yo feliz de darle una golpiza al ser que me está quitando a mi querida vecina. Para mi mala suerte en ese momento llegó Manuel a buscar a Grace, mientras todos lo miramos en silencio. Hasta ahí no más llegó nuestra promesa de defenderla.

—Gra, las chiquillas te andan buscando ¿Porqué estás con estos giles? —Nos hizo un gesto de desprecio.




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