Contrapartes

El.extraño del pelo largo

 

Luego de dos semanas de vacaciones de invierno volvimos a clases. Antes de vacaciones la situación no varió mucho; Criser se hacía el lindo con Evelyn mientras de reojo nos mirábamos con la chica de Secretariado sin decir nada; aunque intenté conversar con ella por lo del beso pero se hizo la tonta. Aparte de eso la situación no había sido muy diferente en cuanto a la decisión de Evelyn de quedarse con alguno de los dos.

Como les decía el retorno de vacaciones de invierno es un momento de alegría, vuelves a ver a tus amigos, a la chica que te gusta, pero cuando llegamos a la sala había algo diferente que me llamó la atención. Afuera de la sala había un tipo alto de pelo café  oscuro largo con muchos rulos que le llegaba hasta el hombro, media 1,80 aproximadamente y junto a él estaba una chica bajita de pelo negro crespa. Mi mejor amigo entró a la sala, pero cuando iba a entrar yo, ella me detuvo.

—Hola, disculpa Jorge es alumno nuevo y va a estar en tu curso, ¿Podrías ayudarlo por favor? Tal vez podrías sentarte con él, que se yo  —me solicitó amablemente.

—Claro, no hay problema. —Acepté sonriendo.

—No es necesario, yo puedo solo. —Se cruzó de brazos el tipo, que se veía bastante molesto.

—Si lo es. —Lo hizo callar ella. —Yo soy Claudia del primero secretariado y el es Esteban Polanco. —Se presentaron.

—Yo soy Benjamín Cardona, un gusto. —Me presenté sonriente.

Luego de eso la chica se fue a su sala y con Esteban entramos para buscar una ubicación, en la misma fila en que nos sentamos con Victor, en el penúltimo lugar habían dos puestos vacíos, así que nos sentamos atrás, ante la atenta miradas del resto del curso.

En clases de historia el profesor empezó a hablar sobre el imperio Romano, mientras eso ocurría nuestro compañero nuevo reclamaba enrabiado.

—Yo no debería estar aquí, que viejo más aburrido. —Comenzó a quejarse–. Quiero irme de esta mugre de colegio. —Empezó a desesperarse.

—Déjame escuchar por favor —le pedí.

 —Y no sé porque tengo que sentarme con un estúpido como tú. —Se agarraba la cabeza notoriamente ofuscado.

Eso sí que no lo iba a aguantar, no iba a dejar que este completo desconocido se desquite conmigo y que me trate mal, si al final no era culpa mía que lo trajeran al San Andrew. Tenía que poner paños fríos a la situación.

—Creo que lo primero que tienes que hacer es calmarte —le pedí tratando de mantener la cordura.

—Odio este lugar, odio todo. —Golpeó la mesa con violencia.

Como era de esperarse el profesor reaccionó a la furia de mi compañero con el típico sermón del respeto, sobre todo pensando que era nuevo aquí. Para mi fortuna después de eso se calmó un poco, así que luego que terminó las dos horas de historia me fui donde mis amigos para descansar momentáneamente de este mounstro que había llegado a mi clase.

—¿Que tal el compañero nuevo? —me preguntó Victor.

—Terrible, lo único que ha hecho es quejarse, creo que fue mala idea sentarme con el. —Exterioricé mi arrepentimiento.

—Hace un rato se acercaron a algunos del curso para conocerlo y ni los tomó en cuenta —relató lo ocurrido Miguel—. Como que es medio mirador en menos.

—Lo único que sé es que tengo que armarme de paciencia. —Suspiré—. Pero mañana ni loco me siento con el.

Para mi fortuna Jorge estuvo más tranquilo en la clase de química, no habló mucho, aunque a veces lo escuchaba refunfuñar entre dientes. El problema era que venía el recreo y yo quería reencontrarme con Evelyn, pero tenía que evitar que mi compañero nuevo me impidiera estar con mi bella enamorada, así que apenas sonó el timbre, traté de salir lo más rápido posible, pero...

—Espérame, voy contigo. —Me dió alcance Jorge cuando salía a recreo.

—Mmmm, ya. —Esta vez fui yo el enojado.

Nos fuimos al baño, hicimos nuestras necesidades y luego salimos a lavamanos las manos. Mientras estábamos en los lavabos, Jorge miraba entusiasmado a su alrededor.

—Es bastante grande el colegio, eso me gusta y parece que hay buenas minas también. —Miraba para todos lados sonriente.

—¿Como? —Me extrañé por sus dichos.

¿Es grande? ¿Me gusta? ¿Buenas minas? ¿Que había pasado con el tipo rudo que odiaba llegar a este colegio y a todo el mundo? La verdad es que no entendí que le pasa a este tipo que había cambiado de un momento a otro. Tenía que buscar una manera de sacármelo de encima para ver a Evelyn que había pasado sola hacia la cancha.

—Viejo, tengo algo que hacer, tú quédate aquí por fa —le exigí.

—Está bien, iré a dar una vuelta por ahí. —Se fue.

Perfecto, ahora a buscar a Evelyn antes que llegue el Criser. Me fui detrás de ella, le toqué el hombro. Para mi sorpresa se puso muy contenta de verme.

—¿Que tal, cómo estás? —Me saludó con un beso en la cara.

—Aquí bien, aunque un poco aburrido porque llegó un compañero nuevo y es bastante especial ¿Y tú? —mencioné.

—Un alumno nuevo en esta fecha, que raro... yo bien, no me puedo quejar. —Me sonrió.

De repente se produjo un silencio, nuestras miradas se cruzaron, ella esbozó una leve sonrisa por segunda vez, era momento de retomar la ilusión de conquistar a Evelyn, de golpear la puerta de su corazón hasta que ella lo abra de par en par. Como nada puede ser perfecto, siempre hay alguien que arruina el momento.

—Oye Cardona, estaba pensando que deberíamos ir... Hola—.  Quedó mirando a Evelyn el susodicho.

—¿El es tu compañero nuevo? —Lo quedó mirando con simpatía—. Soy Evelyn.

—Esteban Polanco para servirte. —La saludó con un beso.

Genial, el hombre enojón que odiaba a todo el San Andrew ahora era un pan de Dios, muy simpático y agradable que para más remate estaba conversando con la chica que me gusta, definitivamente había sido una muy mala idea aceptar hacerme disponible para ayudar al compañero nuevo.

—¿Y cuando hacen fiestas en este colegio? —preguntó mi compañero.

—No hacen muchas, pero yo te puedo llevar a las que hacen mis amigas. —Lo invitó.




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