Contrapartes

Las cartas

 

En tiempos en los que recién la tecnología estaba floreciendo en el país y el internet empezaba a ocupar un lugar importante en la vida de las personas poco a poco, habían costumbres de conquista que no se perdían, las flores, regalarle una caja de bombones a tu pareja y por supuesto, escribir cartas de amor. Era loco, pero una declaración escrita en un papel podía llegar al corazón de la otra persona,  claro cuando es a uno al quien le llega esas cartas, todo puede ser diferente.

Era mediados de agosto y algo insólito y muy beneficioso para nosotros ocurrió, al curso que estaba al lado de nosotros lo cambiaron de sala y al lado nuestro llegó el segundo de párvulos, un curso donde solo iban minas y bastante bonitas.

—Miren, se ven muy ricas con buso. —Miraba pegado Miguel.

—Y se le trasluce la polera. —Casi se le caía la baba a Michael.

—Actúan como si nunca hubieran visto una mujer —acoté yo muy serio.

—Seguro voh no les mirabas las tetas y el poto a las amigas del Polanco  —me enrostró picado el Carlos Barra.

—Nunca hice eso loco —me defendí muy serio.

—Ahh este Cardona se hace el tonto, todos sabemos que te paras afuera de la sala a puro mirarle el culo a las minas —acotó Michael riéndose.

El resto de mis compañeros se empezaron a reír de mí, aunque no era cierto me causó gracia, pero yo jamás haría eso de pararme solo para mirar culos de minas, no soy tan depravado, bueno un poco, pero poquito.

La verdad es que las minas de párvulos no eran feas, habían algunas de muy lindo cuerpo, pero yo estaba en otra, estaba muy cerca de lograr acercarme a Evelyn, aunque en los últimos días me había alejado debido a los enredos con las compañeras de la chica de secretariado, aún la esperanza estaba intacta. En el primer recreo de ese día martes me encontré con mi querida Eve y su amiga la Colorina.

—Hola ¿Cómo están? —Las saludé.

—¿Escuchaste algo Eve? Creo que fue un murmullo que proviene de allá —mencionó visiblemente molesta la Colorina.

—Creo que fue la voz de un traidor que ahora busca el perdón. —La apoyó Evelyn.

—Vamos chicas, no puede ser que aún estén enojadas conmigo, si lo de sus compañeras fue una estupidez, en verdad ya no me interesa siquiera hablar con ellas —argumenté poniendo cara de pena.

Al parecer el orgullo era muy fuerte en ellas, como siempre había sido sincero, transparente, estoy seguro que por lo menos Evelyn me iba a perdonar. La quedé mirando con carita triste, seguro que no se podría resistir a mi arrepentimiento.

—No te creo ni lo que rezas. —Me hizo un desprecio y se fue con la Colorina.

—Pero Eve... —alcancé a susurrar, pero ambas ya estaban muy lejos.

Creo que mi técnica de carita de pena no funcionó y el enojo de Evelyn es más serio de lo pensado y eso iba a complicar todo. Por hacerme el importante casi pierdo a mis amigos y ahora Evelyn no me quiere ni siquiera hablar.

—Creo que alguien necesita ayuda. —Me puso un brazo en el hombro el Criser.

—No sé porque se enojan tanto conmigo si ya ni hablo con sus compañeras  —me quejé.

—Tranquilo, voy a hablar con las cabras. —Me palmoteó la espalda.

Era inaudito, mi rival me iba a ayudar a ponerme en la buena con la chica que nos gusta a ambos; era algo impensado pero a esta altura todo servía para acercarme nuevamente a Evelyn.

Ese día tuvimos clases de Castellano, generalmente es una clase aburrida, sobre todo por el profesor y eso que prefiero las letras que los números, lo particular es que ese día nuestro maestro nos planteó un interesante tema.

—Hablemos de la poesía, la poesía es un género literario que se caracteriza por ser la más depurada manifestación, por medio de las palabras de los sentimientos, emociones y reflexiones que puede expresar el ser humano en torno a la belleza, el amor, la vida o la muerte. Como tal, puede estar escrita tanto en verso como en prosa —explicaba animadamente, mientras escribía en el pizarrón—. ¿Conocen ustedes a algún poeta o poetisa?

—Neruda Profe —respondió Eduardo Fuentealba.

—Bien ese es uno. —Lo felicitó—. ¿Algún otro?

—Gabriela Mistral —habló Viviana, la presidenta del curso.

—Correcto, ahora ¿Para que creen ustedes que pueden ser útiles los poemas? —consultó el profesor.

—Para conquistar una mujer. —Abrió la boca Carlos Barra con cara de enamorado.

No pudimos evitar reírnos, es que Carlos siempre anda pensando en mujeres y no solo una, sino que cualquiera con la que pueda tener la oportunidad que lo tome en cuenta.

—¿Porqué no? Algo más...

—Expresar sentimientos —fue mi humilde aporte.

—Como cuáles señor Cardona. —Me quedó mirando fijamente.

—Pues... alegría, tristeza, amor, rabia... —contesté inseguro.

—Eso es muy cierto... entonces el poema, para que logre esos objetivos, tiene que tener las siguientes características... —Siguió explicando.

Mientras el profesor hablaba y escribía en el Pizarrón, por mi mente pasó una loca idea, algo que podía servir para que Evelyn me perdone.

—¿Y si le escribo un poema a Evelyn? A lo mejor con eso me perdona —le susurré a Victor.

—¿Y porque no? En una de esas le puede gustar —me respondió —. A las mujeres le gusta los hombres sensibles y románticos ¡¡aaahh!!

—Si lo hago de mi propio puño y letra seguro que me va a volver a hablar. —Abrí los ojos esperanzado.

La idea no era tan descabellada, después de todo mediante el poema podía expresarle mis sentimientos hacia ella, como el cariño que le tengo. Aprovechando que el profe explicaba en el pizarrón, me puse a escribir con mucha pulcritud, para que pueda entender la letra, intenté expresarle lo mucho que la quiero y que no podía pasar más de un día sin que me hable. Cuando la terminé, miré mi obra maestra y quedé muy conforme con lo hecho.

Salimos a recreo, yo me eché la carta en el bolsillo de la camisa y me largué en dirección al patio de atrás, con la idea de encontrar a Evelyn para pasarle esa hermosa expresión del cariño que le tengo. Cuando salí de la sala, Paulina se acercó a mi, venía con el ceño fruncido y con algo en la mano.




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