Capítulo 6 — “Cláusula 4: Dejar que el silencio hable”

🐾 Notas confidenciales de Garbanzo, gato con experiencia emocional

"Llevan tres días sin mencionar el incidente de la harina.
Ella finge que no le importa, y él finge que no espera una sonrisa.
Pero ambos mienten peor que un cachorro frente a una planta rota.
Yo solo espero que alguien se atreva a hablar antes de que el soufflé del amor se desinfle."

*****

El set de CulinArt Studios vibraba con energía.
Era jueves, y eso significaba ensayo técnico: luces nuevas, cámaras calibradas y caos organizado.
Valeria ya había aprendido a moverse entre productores, guionistas y cámaras sin que se le desordenara el cabello.
Había adoptado una mesa lateral como su “escritorio temporal” y Garbanzo, naturalmente, la había declarado su territorio.

A esa hora, Julián se encontraba al frente del set, ajustando la posición de un recipiente de cristal.
Vestía su chaqueta negra de chef, mangas remangadas y el mismo aire despreocupado que desesperaba a Valeria.

—Técnicamente, no necesitas estar aquí —le dijo él, sin mirarla.

—Técnicamente, no confío en tus definiciones de “trabajo profesional”.

—Entonces estamos los dos en la misma habitación por destino, no por gusto.

—No exagere, Moretti. El destino tiene mejores cosas que hacer.

Garbanzo bostezó sonoramente, echado sobre los papeles.

Valeria le lanzó una mirada.

—Y tú, deja de usar los contratos como almohada.

Julián sonrió.

—Déjelo, es la única firma que no puedo discutir.

Ella giró los ojos, pero había algo en su tono que la hizo morderse la sonrisa.

*****

El ensayo transcurrió sin incidentes —lo cual, tratándose de ellos, ya era una hazaña.

Valeria se mantuvo cerca de los monitores, tomando notas.

Pero en un descanso, cuando los técnicos salieron a almorzar, el estudio quedó en silencio.

Julián seguía frente a la mesa, observando un tazón vacío.
Valeria lo vio inclinarse, pensativo, los dedos rozando el borde del vidrio como si escuchara algo.

—¿Se puede saber qué hace? —preguntó ella, rompiendo el silencio.

Él alzó la vista.

—Escucho.

—¿El qué?

—El sonido de los ingredientes cuando todavía no se mezclan.

Ella arqueó una ceja.

—Eso suena… preocupante.

—Suena a cocina. —Sonrió apenas—. A veces el silencio es parte de la receta.

Valeria cruzó los brazos, curiosa a pesar suyo.

—¿Y qué se supone que dice el silencio?

—Depende de quién lo escuche.

Por primera vez, ella no tuvo respuesta.

Había algo en su voz: una mezcla de calma y verdad que desarmaba cualquier defensa.

Garbanzo observaba desde el fondo, con la cola envuelta alrededor del cuerpo.

🐾 Pensamiento de Garbanzo:

"Ahí está. Esa mirada.
Si fuera salsa, ya estaría en su punto exacto.
Solo necesitan una pizca de honestidad."

*****

—¿Por qué cocina, en realidad? —preguntó ella, después de un momento.

Él se apoyó en la mesa, pensativo.

—Porque es la única forma en que puedo decir cosas que no sé poner en palabras.

—¿Por ejemplo?

—Por ejemplo… que la vida tiene sabor solo si alguien más la prueba contigo.

Valeria lo miró, y por un segundo quiso responderle. Pero el reflejo profesional ganó.

—Eso sonó… ensayado.

—Lo es —admitió él—. Lo practico desde que me prohibí sentir demasiado.

—¿Y qué tal va esa prohibición?

—Fatal. Desde que la conocí.

El aire cambió.

No era tensión incómoda, sino ese tipo de electricidad suave que vibra entre dos personas que intentan fingir que nada pasa.

Garbanzo soltó un pequeño maullido.
Ambos rieron, rompiendo el hechizo sin romperlo del todo.

*****

Más tarde, cuando todos regresaron al set, Valeria se mantuvo al margen, revisando su libreta con una concentración que no era tal.
Julián cocinaba, riendo con los técnicos.
Ella fingía no mirarlo, pero lo hacía.
Y él fingía no notarlo, pero lo notaba.

Garbanzo, entre ellos, dormía con una sonrisa felina.

🐾 Pensamiento de Garbanzo:

" Van lento, pero van.
Y eso, mis queridos lectores imaginarios, también es una receta:
una cucharadita de paciencia, una pizca de orgullo y un gato que no se rinde"

*****

Esa noche, Valeria escribió una nota en su libreta: