🐾 Notas confidenciales de Garbanzo, gato con experiencia emocional
"Las maletas son el preludio del caos.
Cuando mi humana las abre, significa una de tres cosas:
1️⃣ Vacaciones (poco probable).
2️⃣ Trabajo (demasiado probable).
3️⃣ Oportunidad de aventura (inevitable).
Y si ella viaja, yo viajo. Fin del debate."
*****
El sol de Valdaria entraba por la ventana del departamento cuando Valeria cerró su laptop y se estiró por primera vez en tres horas.
El teléfono vibró: un mensaje de Rocío.
“Confirmado: mañana viajan a Bahía Serena. Graban tres días. Lleva ropa formal y sonrisa opcional.”
Valeria resopló.
—Perfecto. Justo lo que necesito: playa, cámaras y el chef más insoportable del país.
En el sofá, Garbanzo la observaba con los ojos entrecerrados.
🐾“Si tanto lo odia, ¿por qué revisa dos veces qué blusa llevar?”
Mientras ella elegía entre vestidos, el gato se acercó a la maleta abierta.
Olía a tela limpia, a perfume y a curiosidad.
🐾“Nuevo territorio detectado.”
Y justo entonces, un golpe suave en la ventana interrumpió su inspección.
Una figura felina, elegante y oscura, apareció del otro lado del cristal.
—🐾“¿Se puede?”
—🐾“Moka…”
—🐾“Vine a despedirme.”
—🐾“A despedirte, o a colarte.”
—🐾“Depende de cuán aburrido sea quedarme.”
Garbanzo se sentó, resignado.
—🐾“Es un viaje de trabajo. Nada divertido.”
—🐾“Trabajo y humanos juntos. Ya suena divertido.”
—🐾“No puedes venir.”
—🐾“Entonces lo decidiré cuando vea la maleta.”
Ella saltó dentro como si fuera un trono de terciopelo.
—🐾 “Moka, no.”
—🐾“Moka, sí.”
*****
La mañana siguiente fue un desfile de estrés.
Valeria hablaba por teléfono mientras cerraba carpetas y pedía transporte.
Garbanzo esperó el momento perfecto: ella dejó la maleta abierta unos segundos para buscar algo.
Y él, con precisión felina, se deslizó dentro del compartimiento lateral.
—🐾“Misión profesional iniciada.”
Moka, escondida bajo la cama, siguió su ejemplo.
—🐾“¿Hay espacio para dos?”
—🐾 “No.”
—🐾“Excelente.”
El cierre se cerró con un sonido seco.
—🐾“Respira por la esquina izquierda.”
—🐾“Ya lo noté.”
—🐾“Si te mueves mucho, se darán cuenta.”
—🐾“Y si no me muevo, me duermo.”
—🐾“Está prohibido ronronear.”
—🐾“Está prohibido aburrirse.”
Y así, en silencio y con algo de calor (pero sin peligro), empezó el viaje.
*****
El bus del canal partió a media mañana.
Rocío, Valeria, Julián y parte del equipo iban a bordo.
El paisaje cambiaba de edificios a colinas, de colinas a mar.
Dentro de la maleta, dos pares de orejas escuchaban cada conversación.
—¿Lista para tres días trabajando conmigo? —preguntó Julián, con esa sonrisa de quien sabe que provoca un leve temblor.
—He sobrevivido a juicios peores —respondió Valeria.
—Eso no suena como un cumplido.
—No lo era.
—Entonces perfecto. Me gustan los desafíos.
Garbanzo soltó un suspiro inaudible.
—🐾“Dioses felinos, ¿cómo no se dan cuenta?”
—🐾“Tal vez sí se dan cuenta,” murmuró Moka, “pero lo disfrutan.”
—🐾Si esto sigue así, acabarán firmando una cláusula con besos incluidos.”
—🐾“Eso no se negocia, se improvisa.
*****
Horas después, el bus llegó al Hotel Belmar de Bahía Serena.
El aire olía a sal, limones y promesas de enredo.
Los empleados descargaron las maletas mientras los gatos esperaban el milagro de la libertad.
En recepción, la recepcionista sonrió con ese tono de tragedia disfrazada de cortesía.
—Bienvenidos. Hubo un pequeño error con las habitaciones…
Valeria parpadeó.
—¿Qué clase de error?
—Parece que solo queda una disponible.
Silencio.
Julián sonrió, lento.
—Interesante cláusula.
—Ni se te ocurra —respondió Valeria.
—Prometo quedarme en mi lado del cuarto.
—¿Y cuál es tu lado?
—El que esté más cerca de ti.
Ella respiró profundo.
—Deme la llave, por favor, antes de que pierda mi ética profesional.
Valeria subió a la habitación compartida con el chef (por “error administrativo”, según la recepción).
Dejó la maleta sobre la cama y fue al baño para mojarse el rostro.
El cierre se abrió con un chasquido.
Dos cabezas asomaron.
—🐾“Oxígeno, al fin.”
—🐾“Y lujo, parece.”
—🐾“No hagas ruido.”
—🐾“Ya soy ruido.”
Moka bajó al suelo con la gracia de una bailarina.
Garbanzo la siguió, con el corazón acelerado.
*****
La habitación era amplia, con dos camas separadas y una vista preciosa al mar.
Todo habría sido perfecto si Valeria no hubiese regresado justo cuando Moka trataba de inspeccionar el minibar.
—¿Qué…? —Valeria se quedó congelada—. ¡Garbanzo!