Contrato con cláusula de abrazos

Capítulo 22 — “Cláusula 20: Moka, caos y el beso imposible”

🐾 Notas confidenciales de Garbanzo, gato con estabilidad emocional dudosa

>> Los humanos dicen que los problemas llegan de tres en tres.

Yo, en cambio, digo que los problemas llegan cuando una gata llamada Moka decide explorar lugares prohibidos.

Hoy descubrí que el corazón de mi humana se acelera por dos razones:

1. Cuando se enoja.

2. Cuando el chef se acerca demasiado.

Y lamentablemente… hoy pasan ambas cosas al mismo tiempo.>>

*****

El día después del episodio viral había sido un torbellino imposible: llamadas, entrevistas, comentarios, propuestas de marcas, y una cantidad absurda de gifs donde Julián aparecía cargando harina como si fuera nieve romántica.

Valeria estaba agotada.
Había pasado toda la tarde llenando documentos, corrigiendo contratos y tratando de explicar a medio canal que no, ella y el chef no estaban saliendo, no estaban casados, no tenían un romance secreto, no pensaban tener un bebé, y no debían adoptarme legalmente solo porque soy adorable.

Yo (Garbanzo) asentí ante la injusticia:
Claramente no entendían que la custodia compartida de mí no era negociable.
Luego entendí que hablaban de Moka.

—🐾Caramba… qué rápido reemplazan a un gato hoy en día.

Valeria salió de la oficina estirando el cuello.
La vi murmurando:

—Solo necesito diez minutos de paz… diez.

Lástima que el universo la escuchó al revés.

Porque justo cuando la puerta del canal se abrió para que saliera una corriente de aire, Moka encontró el hueco perfecto para escaparse.

—🐾“Aventura”, dijo ella con su voz melodiosa.

—🐾 “¡No! ¡Regresa!”

Pero claro, soy gato, no velocista olímpico.
Y Moka… Moka es aire, sombra y desastre con patas.

Se perdió entre pasillos.

Valeria no la vio.
Yo tampoco supe por dónde se fue.

Y así comenzó el caos.

*****

Cinco minutos después:

—Garbanzo… —Valeria me buscaba con desesperación suave— ¿has visto a la gatita nueva?

Yo corrí en círculo.

—🐾 “¡Se fue hacia el pasillo de luces! ¡La del fondo! ¡La del cableado!”
(Pero ella no entiende idioma gato y yo no hablo humano estándar.)

—¿Y ese comportamiento? —preguntó nerviosa, como si yo fuera culpable por existir.

Me acerqué a la puerta del pasillo y maullé con urgencia.

Ella entendió.

—No puede ser…
No. NO.
¡Se salió!

Y corrió.

Ahí supe que era grave.

Porque mi humana no corre por nadie.
Excepto por mí.
Y, al parecer… por Moka.

*****

El primer humano que vio a Valeria correr fue Julián.

Y claro.

Se activó como si fuera protagonista de película de acción.

—Valeria, ¿qué pasó?

—Moka, se perdió.

Él empalideció.

—¿Cómo que se perdió?
¿Dónde?
¿Hace cuánto?
¿Respira?
¿Toma agua?
¿TENÍA COLLAR?

Ella lo miró incrédula.

—Tiene bigotes. No necesita collar.

—Los bigotes no dan ubicación satelital.

—¿Y tú sí?

—En ciertas circunstancias.

Ella parpadeó.

—No tengo tiempo para tus bromas.

Y comenzó a caminar.

Julián la siguió.

—Es una gata muy pequeña.
Podría lastimarse.
O comerse un cable.
O subirse a un reflector caliente.
O…

—¿Puedes dejar de decir tragedias? Me pones peor.

Él se detuvo en seco.

—Perdón. Solo… No quiero que le pase nada.

Ese “nada” no tenía que ver solo con Moka.
Pero Valeria lo ignoró.
Por ahora.

*****

El canal era un laberinto: pasillos estrechos, luces suspendidas, equipos dispersos, decorados de programas en pausa, y cientos de rincones que un gato consideraría “hogar temporal”.

—Moka… —susurró Valeria— Moka, ven aquí, pequeña…

—Moka —llamó Julián— ven… ven a tu futuro padre adoptivo…

—¿Qué?

—¿Qué?

Ambos se miraron como si hubieran dicho algo inconveniente.

—¿Tú quieres adoptarla? —preguntó Valeria, con la voz más suave que en todo el día.

—¿Y tú? —respondió él, sin apartar la mirada.

El silencio fue tan íntimo que hasta yo me hice bolita para respetarlo.




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