Capítulo 27 — Cláusula 25: No me importa… pero sí me importa

🐾 Pensamiento inicial de Garbanzo

Hoy huele a problemasa emoción reprimidaa celos escondidos debajo de comentarios pasivo agresivosy a café mal colado porque Valeria estaba tan distraída que lo hizo con agua tibiaEs decirhoy será entretenidoLlevo horas observando a mis humanos fingir tranquilidadpero sus ojos dicen otra cosaespecialmente cuando se miran y luego fingen que no lo hicieronMoka está lista para causar caosy yo estoy listo para observarloque comience la función

*****

El canal estaba mucho más lleno de lo habitual.
Productores entrando y saliendo
iluminación ajustándose
gente hablando de “la pareja que rompió internet”
y Valeria intentando NO escuchar absolutamente nada.

Aunque escuchar, escuchaba.
Porque tenía oídos.
Y porque por más que quisiera ignorarlo…
las personas estaban hablando de ella y Julián.

—Dicen que tienen química de verdad.

—No
Dicen que solo se toleran.

—Yo escuché que se besaron fuera de cámara.

—Y yo que él se puso celoso del chef invitado.

Valeria respiró profundo.
Más profundo.
Más aún.

Garbanzo la observó desde el suelo y pensó:

> Este es el tipo de estrés que solo se cura con abrazos gatunos o con admitir sentimientos.
Como ninguno de los dos está disponible, seguiré acompañándola.

Cuando Valeria entró al set, vio algo que la detuvo.

Julián estaba allí.
Solo.
Mirando uno de los mesones.

Pero no estaba serio.
Ni molesto.
Ni distante.

Estaba… pensativo.

Y eso era PEOR, porque la parte pensativa de Julián solía causar problemas en Valeria.

Ella dio un paso.

Él levantó la vista.

Los dos se quedaron inmóviles un segundo demasiado largo.

—Hola —dijo él suavemente.

—Hola —respondió ella, intentando sonar neutral pero con una voz que la traicionó un poco.

Moka corrió hacia Julián.
Garbanzo tomó posición al lado de Valeria.

Equilibrio felino emocional.

Ella aclaró la garganta.

—¿Todo bien?

—Sí —respondió Julián mirando cualquier cosa menos a ella— Solo… pensando en el especial de hoy.

Hubo una pausa.

Una pausa rara
espesa
como si ambos supieran que lo que estaba pasando entre ellos no tenía nombre todavía
y ninguno quería ser quien lo dijera primero

Para escapar del silencio, Valeria habló:

—¿Ya revisaste tu guion?

—Más o menos.

—¿Más o menos?

—Es difícil concentrarse cuando hay gente diciendo cosas absurdas.

Ella tensó el cuello.

—No deberías escuchar chismes.

—¿Quién está escuchando chismes? —sonrió él— Yo solo digo que la gente habla mucho últimamente.

Ella sintió un microcalor detrás de las orejas.

—La gente habla siempre.

—Sí, pero ahora hablan de nosotros.

Ella se quedó quieta.

Demasiado quieta.

Y Julián se dio cuenta.

—No lo dije porque… —titubeó él— moleste.

—No me molesta —respondió ella demasiado rápido.

—Claro —respondió él con una sonrisa suave— te veo perfectamente tranquila.

Ella juntó aire para replicar, pero Raúl apareció como un huracán alegre:

—¡MUY BIEN MIS NIÑOS!
¡Hoy grabamos la parte emocional del especial!

Valeria se quedó congelada.

—¿Emocional?

—Sí —dijo Raúl—. Necesitamos escenas tiernas, suaves, íntimas… ustedes saben. Es la mitad del programa.

Valeria parpadeó.

—¿Y por qué nadie me avisa estas cosas antes?

—Porque eres más auténtica cuando te sorprendo.

—Quiero renunciar.

—No puedes. Ya firmaste.

Moka trepó a la mesa.
Garbanzo subió a la silla.

Ambos acomodados para observar la destrucción humana.

*****

📌 Primera prueba: improvisación emocional

—La idea —explicó Raúl— es que ustedes dos hablen frente a cámara mientras cocinan algo simple.
Queremos naturalidad.
Miradas.
Risas.
Complicidad no planeada.

Julián sonrió como si ya supiera el desastre que venía.

Valeria tragó seco.

—¿Qué… qué se supone que debo decir?

—Lo que salga —respondió Raúl—. Que te sientes cómoda con él. O que no. O lo que sientas. No importa. Solo háblale.