🐾 Pensamiento inicial de Garbanzo
Cuando dos humanos dicen voy contigo
ya no están huyendo
todavía no se aman en voz alta
pero ya no caminan solos
Eso es peligroso
porque una vez que caminan juntos
la verdad empieza a empujar desde adentro
Y yo
Garbanzo
sé reconocer el momento exacto
en el que el amor deja de ser miedo
y empieza a pedir nombre
*****
Salieron del despacho en silencio.
No incómodo.
No tenso.
Un silencio distinto.
Valeria caminaba con la espalda recta, pero sij rigidez.
Julián iba a su lado, sin adelantarse, sin invadir, sin desaparecer.
Los gatos iban detrás.
Como siempre.
—Raúl está en la sala de juntas —dijo Julián.
—Lo sé —respondió Valeria—. Ya me escribió tres veces.
—¿Quieres que hable yo?
Valeria negó con la cabeza.
—No, pero… —lo miró— gracias por estar.
Julián sostuvo su mirada un segundo más de lo habitual.
—Te dije que iba contigo.
No era una frase romántica.
Pero a Valeria le tembló algo por dentro.
Entraron.
Raúl estaba de pie, hablando por teléfono, sonriendo como hombre que ya había visto los números.
—Sí, sí, claro que fue espontáneo —decía—. No, no fue actuado. —Se giró—. Luego hablamos.
Colgó.
Los miró.
Sonrió más.
—Bueno… felicidades —dijo—. El país entero está enamorado.
Valeria no sonrió.
—Raúl, venimos a poner límites.
Raúl parpadeó.
—Ah.
Julián cruzó los brazos.
—No somos un producto romántico.
Raúl levantó las manos.
—Entiendo, entiendo. Pero tienen que aceptar que ...—
—No —interrumpió Valeria—. No tenemos que aceptar nada.
Lo que pasó en vivo fue real, sí.
Pero no fue una estrategia.
Y no vamos a fingir nada para el canal.
Raúl los observó con atención.
—Entonces… ¿qué son?
Valeria abrió la boca.
La cerró.
Julián habló primero.
—Somos dos personas que trabajan juntas.
Y que están resolviendo algo personal sin cámaras.
Raúl arqueó una ceja.
—¿Algo personal?
Valeria respiró hondo.
—Raúl, quiero seguir en el programa.
Quiero hacer mi trabajo bien.
Pero no voy a negociar mi vida privada.
Raúl suspiró largo.
—Está bien. —Los miró—. El canal puede adaptarse.
Pero necesito saber una cosa.
Silencio.
—¿Van a seguir trabajando juntos?
Valeria miró a Julián.
Julián la miró a ella.
No hubo dramatismo.
No hubo prisa.
—Sí —dijo Julián—. Si ella quiere.
Valeria asintió.
—Sí.
Raúl sonrió.
—Entonces estamos bien.
Salieron.
*****
En el pasillo vacío.
Cuando Raúl quedó atrás.
Cuando el ruido del canal se apagó.
Cuando ya no había excusas profesionales que usar como escudo.
Valeria apoyó la espalda contra la pared.
No dramática.
Cansada.
—Julián… —dijo, y su voz no era firme—. Yo soy muy buena controlando lo que siento.
Él no respondió enseguida.
Esperó.
—Toda mi vida —continuó— aprendí a no necesitar demasiado.
A no depender.
A no quedarme donde podía doler.
Julián dio un paso más cerca.
No la tocó.
—Y conmigo —dijo él con suavidad— ya no puedes.
Valeria cerró los ojos.
—No —admitió—. Y eso me asusta más que el escándalo, más que el canal, más que todo.
Julián respiró hondo.
—Yo no vine a quitarte el control —dijo—. Vine porque contigo no quiero huir.
Ella abrió los ojos.
Brillaban.
—Cuando dijiste me importas… —susurró— sentí alivio y terror al mismo tiempo.
—Yo sentí que si no lo decía, me iba a romper por dentro.
Valeria bajó la mirada.
—No quiero una historia perfecta.
—Yo tampoco.
—Quiero una que se quede cuando no sea fácil.
Julián levantó la mano despacio.
No para tocarla aún.
—Valeria… yo te amo.
No como impulso.
No como fantasía.
Te amo porque te veo.
Incluso cuando no te miras a ti misma con amabilidad.
Ella sintió que el aire se le iba.
—No digas eso tan bonito —murmuró—. No soy buena resistiéndome.
Julián sonrió apenas.
—No quiero que te resistas.
Valeria dio el último paso.
Apoyó la frente en su pecho.
No lloró.
Respiró.
—Yo también te amo —dijo, con voz baja, pero firme—. Y decirlo me da miedo… pero callarlo me duele más.
Julián cerró los ojos.
La abrazó.
No fuerte.
No posesivo.
Como quien protege algo frágil y valioso.
Valeria se aferró a su saco.
Como si el mundo pudiera desaparecer si lo soltaba.
—Quédate —susurró ella—. Incluso cuando me cierre.
Incluso cuando dude.
Julián apoyó la mejilla en su cabello.
—Me quedo.
Entonces el beso llegó.
No rápido.
No urgente.
Un beso lento, profundo, consciente.
Como una promesa sellada sin prisa.
Cuando se separaron, Valeria no se apartó.
—Esto es empezar —dijo.
—Sí —respondió él—. Y no pienso soltarlo.
Garbanzo carraspeó de forma felina.
Valeria sonrió entre lágrimas.
—Perdón —dijo—. Tenemos público.
Julián miró a los gatos.
—Los únicos que importan.
*****
🐾 Pensamiento final de Garbanzo
Ahora sí
esto es amor
no el que grita
sino el que se queda
Se dijeron te amo
se abrazaron
se besaron
y no huyeron después
Los humanos creen que el final es cuando se besan
pero yo sé
que el verdadero final
es cuando deciden quedarse
Misión cumplida
Ahora
por favor
apagar luces
cerrar set
y servir croquetas